historia 

El piloto de Fuendetodos que acabó dando clases de vuelo en la Unión Soviética

Su mujer, Eloísa Salueña, contó a sus 98 años la historia en el pueblo de Goya, tras superar la Guerra Civil, la huida a Francia y pasar la II Guerra Mundial en Rusia 

El piloto Antonio Salueña Lucientes y su mujer Eloísa Salueña Subías.
El piloto Antonio Salueña Lucientes y su mujer Eloísa Salueña Subías.
Heraldo

La historia de Fuendetodos, el pueblo natal de Francisco de Goya (Fuendetodos, 1746-Burdeos 1828), tiene personajes desconocidos como el piloto Antonio Salueña Lucientes. Compartía el segundo apellido con el artista, nació en el mismo pueblo y acabó también lejos de Aragón. Pero si el pintor falleció en Francia, el experto en aviones murió en lo que antes era la Unión Soviética y ahora es Ucrania, el país invadido por Rusia hace dos años.

Antonio Salueña Lucientes (Fuendetodos, 1898-Kiev, 1959) hizo el servicio militar y tanto le gustó que volvió a hacerlo para otro que no quería ir: deseaba dejar la agricultura de su familia y aprender a volar en aviones. 

Su mujer, Eloisa Salueña Subías, y sus dos hijos (Luis y Sergio), que se hicieron ingenieros aeronáuticos en el país liderado por el comunismo, regresaron a España, vivieron en Fuendetodos desde 1987 a 2009. Ella decidió contar todo lo vivido en un siglo (tenía 98 años al relatarlo) a Teresa Grasa Sancho, interesada en recuperar la memoria, y lo plasmó en el libro ‘Eloisa y su huerto entre los manzanos. De Fuendetodos a la Unión Soviética’ (2011 y 2019, con Ediciones Comiter), que presentó la semana pasada en el Casino de Teruel.

Teresa Grasa Sancho, con su libro 'Eloisa y su huerto entre los manzanos. De Fuendetodos a la Unión Soviética’ presentado la semana pasada en el Casino de Teruel.
Teresa Grasa Sancho, con su libro 'Eloisa y su huerto entre los manzanos. De Fuendetodos a la Unión Soviética’ presentado la semana pasada en el Casino de Teruel.
Javier Escriche

“El aviador aragonés Antonio Salueña Lucientes fue posiblemente el único piloto que, partiendo de un origen humilde (sus padres vivían del campo y de un pequeño colmado), formó parte de la élite de los aviadores de su época, con las misiones que le encomendaron”, destacó en su conferencia. “Antonio fue una persona con unos valores que deseamos en cualquier persona que nos merezca respeto y admiración: trabajador, inteligente, cariñoso con los hijos, fiel a su patria, buen padre de familia y esposo”.

Mientras el piloto falleció a los 39 años en Kiev, su mujer decidió volver como jubilada a su pueblo, donde se convirtió en “la rusa”.  Contó con 98 años a quien acudía a su casa todo lo que vivieron desde la Guerra Civil hasta la Unión Soviética y su regreso a España. “No sabíamos que nos íbamos a encontrar semejante historia detrás, después de estar 40 años en Rusia, donde se fue con 20”, reconoce Teresa Grasa.

El piloto era un convencido republicano que militó en el Partido Comunista. Tuvo un primer destino en León y después fue al aeropuerto de Logroño, donde estaba de servicio cuando le cogió el golpe de Estado en 1936, aunque se encontraba de vacaciones con su familia (Antonio y Eloísa ya tenían los dos hijos) en Fuendetodos.

Ficha del piloto de Fuendetodos, Antonio Salueña Lucientes.
Ficha del piloto de Fuendetodos, Antonio Salueña Lucientes.
Heraldo

¿Ataque a la Basílica del Pilar?

Huyó del pueblo para volver a la zona republicana e incorporarse al ejército, mientras Eloísa y siete familiares fueron detenidos para llevarlos presos a Belchite. Al piloto de Fuendetodos lo apodaron como “Pintamantas” y al no haberse incorporado al bando sublevado, como les reclamó el general Queipo de Llano, llegaron a implicarlo en el ataque con bombas de la Basílica del Pilar el 3 de agosto de 1936, pero él no había intervenido porque no estaba en al aeródromo de donde salieron esos aviones.

Noticia sobre el piloto publicada en el Noticiero en la Guerra Civil.
Noticia sobre el piloto publicada en el Noticiero en la Guerra Civil.
HA

En la obra de la autora aragonesa, ligada con Fuendetodos por su familia paterna, precisó que Antonio Salueña estuvo en la base aérea de Sariñena y luego lo llevaron a una misión en el País Vasco, antes de que cayera en manos de las tropas de Franco.

En su trabajo, Teresa Grasa precisa que perdió a sus abuelos por los dos lados de la Guerra Civil: uno en las sacas de Fuendetodos cuando llegaron las milicias antifascitas de Cataluña; y el otro, que fue alcalde de Almonacid de la Cuba, acabó en el campo de Mauthausen y fue gaseado en Gusen (Austria) en la II Guerra Mundial. Ha recogido el listado de los 54 fusilados de los dos lados en el pueblo de Fuendetodos, que entonces tenía 700 habitantes y ahora apenas quedan medio centenar registrados en las viviendas de la localidad de Goya.

La presión de Antonio Salueña, quien fue trasladado durante seis meses a Rusia (una escuela situada en Azerbaiyán en 1937) para coordinar un curso para pilotos españoles durante la Guerra Civil, le llevó a poder “cambiar a su esposa e hijos por dos aviadores sublevados” y lo consiguió con su “tenacidad baturra” (así lo contó Andrés García Lacalle, jefe de la aviación de la República, en su libro ‘Mitos y verdades: la aviación de guerra en la guerra española’).

El piloto Antonio Salueña Lucientes y su mujer Eloísa Salueña Subías.
El piloto Antonio Salueña Lucientes y su mujer Eloísa Salueña Subías.
Heraldo

La huida separada hacia Francia

La familia huyó de España hacia la zona de Albí, en el sur de Francia, en dos fases (los niños en 1938 y la madre en 1939), mientras el piloto aguantó en la Guerra Civil hasta el final en España. La huida fue separada y se encontraron al final dos años después en la Unión Soviética. 

 “Antonio, Eloisa y los hijos fueron por distintos lados. La historia del encuentro fue tremenda y se produjo dos años después de separarse”, detalla Teresa Grasa. “Los chicos vivieron en la Casa de los Niños y en total eran ocho chicos de Fuendetodos. La familia Salueña fue alojada cerca de Leningrado. Antonio y Eloisa fueron de los pocos padres españoles que estuvieron en las casas de los niños con sus hijos”, relata.

La formación de los jóvenes de Fuendetodos les hizo hacer sus carreras universitarias y trabajaron como ingenieros, doctoras y maestras. Mientras Francia recibió 20.000 menores españoles, 5.000 fueron a Bélgica, 4.000 a Inglaterra, cerca de 3.000 a la Unión Soviética, 800 fueron a Suiza y 455 a México.

Los ocho niños de Fuendetodos de toda la familia Salueña que se llevaron a la Unión Soviética.
Los ocho niños de Fuendetodos de toda la familia Salueña que se llevaron a la Unión Soviética.
Heraldo

Los hijos del piloto fueron ingenieros aeronáuticos

Luis y Sergio estudiaron ingeniería aeronáutica porque tenían muy arraigada la profesión de su padre. Luis trabajó en Kiev, en la fábrica de aviones Antonov y colaboró con el instituto de cosmonautas y el aterrizaje de las aeronaves en el agua”, relata la autora del libro. “Regresó a Fuendetodos en 1992 acompañando a su madre, quien falleció en 2009, y él perdió la vida en 2018. Y su hermano Sergio, que trabajó en Moscú en una fábrica de motores de avión, se aficionó a la fotografía, y cuando estuvo en Cuba obtuvo instantáneas del presidente Fidel Castro y la cosmonauta rusa Valentina Tereshkova, la primera mujer que viajó al espacio en 1963”.

Antonio, el piloto, murió con 61 años en Kiev (Ucrania) en 1959 porque sufrió una neumonía cuando huyó por los campos del sur de Francia, se había quedado muy tocado y, además, sufrió un accidente de tráfico. Ya no pudo volver a su pueblo, fue enterrado en el cementerio de la capital urcraniana que lleva dos años sufriendo ataques de las tropas de Rusia.

Teresa Grasa Sancho, la semana pasada en el Casino de Teruel.
Teresa Grasa Sancho, la semana pasada en el Casino de Teruel.
Javier Escriche

Mientras tanto, concluye Teresa Grasa, su mujer Eloísa siguió trabajando y cuidaba a los nietos. Al final, optó por regresar a Fuendetodos definitivamente en 1987 y falleció dos meses antes dee haber cumplido cien años (julio de 2009). “Nos contó toda la historia con 98 años y tenía una cabeza muy amueblada. Estaba siempre rodeada de vecinas del pueblo porque les gustaba a todas lo que contaba, era muy amena y tenía una facilidad de expresión”, destaca.

Los hijos volvieron a España cuando se jubilaron en su país después de haber estudiado Ingeniería Aeronáutica y trabajaron sobre temas de aviación. No les dejaron salir porque tenían muchos secretos y no los dejaron salir. Sergio, el hijo pequeño, tiene ahora 92 años y vive en Nules (Castellón), mientras los nietos están desperdigados por varios países (Ucrania, Finlandia y Rusia).

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