El ‘puente del pincho’
Cada fin de semana, solemos pasear junto al río Ebro para revisar cómo baja el cauce o, simplemente, cómo tenemos el humor para disfrutar la ciudad y comentar la actualidad a nuestra manera. Somos un equipo multidisciplinar donde suele ganar el espíritu somarda.
La discusión habitual suele repasar temas muy variados que van desde el deporte a la justicia, la política y hasta el humor. Si en algo hemos llegado a un acuerdo ha sido en que la mejor obra que dejó la Expo para Zaragoza en 2008 fue el ‘puente del pincho’, obra del ingeniero Javier Manterola, y la que oficialmente se denomina como la Pasarela del Voluntariado.
Cada paseo nos ayuda a contemplar el cauce del río sin la prisa de convivir con vehículos alrededor. Al fallecer el ingeniero navarro el pasado fin de semana (1936-2024), ya tenemos abierto el debate esta semana sobre qué calle o monumento debería dedicarle el Ayuntamiento de Zaragoza a Javier Manterola.
Asumimos que es una voluntad muy difícil de cumplir, pero tenemos claro que convendría recordarle y agradecerle ese puente tan auténtico que comunica mucho más que los barrios de la Almozara y Ranillas. Defendemos que mostró su alma de artista cuando nos dejó este regalo como si fuera un barco montado sobre el Ebro y hasta nos gusta la movilidad del puente cuando vivimos el cierzo.
Como buen académico y escritor, ha reflexionado sobre el arte y la ciencia de la ingeniería civil a través de varios títulos que deberían recuperarse.
El ingeniero ya tuvo su guiño para la familia de Manuel Giménez Abad, asesinado por ETA en 2001, al crear el puente que lleva su nombre entre las Fuentes y Vadorrey. Pero, salvando las distancias, la herencia del pincho llevará su recuerdo imborrable.
(Puede consultar aquí todos los artículos escritos por Ramón J. Campo en HERALDO)
