Jorge Martínez: “Todo es dual y a la vez imperfecto, salvo la naturaleza”

El cantante y guitarrista, tras publicar su libro de Más Birras, vuelve a la poesía con ‘El perfume blanco de los días’ (Olifante).

El músico y escritor Jorge Martínez.
El músico y escritor Jorge Martínez.
Juan Moro

Jorge Martínez, cantante y guitarrista, presenta un nuevo poemario, ‘El perfume blanco de los días’, en la Biblioteca de Aragón este jueves 16 de mayo a las 19.30. Lo acompañarán los poeta Olga Bernad, Juan Leyva y José Luis Esteban, y su editora Trinidad Ruiz Marcellán.

¿El título del poemario es retórico, una frase feliz o quería decir algo?

Es una imagen feliz, una llamada a respirar profundo y dejar pasar los días en quietud. El silencio es blanco y el perfume, naturaleza en este caso.

Leyendo la dedicatoria, quizá sea oportuno preguntarle: ¿por qué corría peligro tu vida?

Porque no me encontraba bien, estaba más perdido que el barco del arroz, ja ja ja. Y entonces, como un milagro, llegaron las dos personas de la dedicatoria al rescate. El amor y sus misterios…

Cita explícitamente a Claudio Rodríguez y ya de paso, sin decirlo, a Ángel Guinda. ¿Han sido claves en el libro?

Han influido porque la poesía de Claudio es contemplación de la naturaleza de las cosas y las hace trascender. En el caso de Guinda cuya cabeza “era un mar”, por supuesto, porque siempre me acompañará. Él era un gran amante de los lugares en los que se ha escrito este libro.

¿Es un libro unitario, pensado, o ha sido determinante el azar, tu fogosa intuición? ¿Es quizá el libro más redondo y armonioso de los tuyos?

En cuanto a lo armonioso, es buscado en el lenguaje. La montaña y el mar como escenarios de los poemas aportan una unidad romántica al conjunto. En cuanto al mensaje, este libro podría ser el epílogo de la trilogía ‘sangrienta’ anterior, de hecho, el último poema de ‘Tanto por destruir’ ya parecía elevarse hacia la construcción de algo nuevo y mejor. Tras años de demasiado pensar, me dejé llevar por la intuición, azarosa también, sin duda.

¿Cómo es ese faro del Moncayo al que alude?

Un faro hecho de raíces que alumbra el camino de regreso a casa. El Moncayo o el Delta del Ebro, donde también escribí mucho, son lugares esplendorosos para el que busca sin pretensiones, clarificadores y perfectos para la mística. Para que se te vaya el bolo tranquilamente, vamos. Ja ja ja.

Dice: “Cuanto más abajo, más cerca el mundo”. ¿Por qué necesita el poeta perder altura?

El poeta no necesita perder demasiada altura, pero sí tener los pies en el suelo algún día que otro para no quedar marginado socialmente. Este poema se inspira en ‘Altazor’ de Vicente Huidobro, que va cayendo con su paracaídas. Me imagino ver el mundo y a uno mismo desde arriba, como si fuera solamente un espectador. Hay también una reflexión sobre ese viaje porque muchas veces caer no es tan malo como parece.

Uno de los versos más inquietantes quizá sea: “Quiero ser madera para hacer muñecos”. ¿Es un deseo como padre o debemos ir más allá?

Es un deseo y una meditación: si me fundo con los árboles del bosque y me convierto en madera, me gustaría ser guitarra, cayado para ayudar a los viejitos o muñeco para que juegue mi hijo Manuel. Uno de esos de los que hacía Gepetto.

¿No sé si aquí se ve más metafísico que otras veces, más surrealista, más alegórico?

En efecto, me veo, porque el libro tiene mucho que ver con la espiritualidad, con el viaje a lugares oníricos, con la búsqueda de Dios, con salir de las ciudades ruidosas para encontrar respuestas en la naturaleza y el perfume de las ‘otras’ realidades paralelas que tanto bien hacen al mundo.

El amor está muy presente pero sin barniz sentimental. ¿Por qué?

No tengo muy claro que funcione en mi caso, me empalago a mí mismo, enseguida me veo cursi, debe ser herencia del rock and roll y sus letras de tipos duros (risas). Creo que se puede decir mucho y transmitir todo el amor de mundo de este modo. El propio Claudio Rodríguez decía “largo se le hace el día a quien no ama y él lo sabe”.

¿Por qué parece que siempre está preso de tormentos un poco inefables?

Porque siento demasiado dentro las cosas, tanto las buenas como las malas. Uno de los poemas dice “me falta una capa de piel /no sentir tanto sentir / lo que no duele a los hombres”. Aunque tanto como preso…, ahí estamos con la lima.

Escribe,”cuando no me quede voz / yo también te cantaré”. ¿Cómo está en este libro el roquero, el letrista, el ‘showman’?

Está en el ritmo y en la manera de emocionarse. En mi caso, la vibración es la misma en escena que con la poesía o escribiendo un relato, cosa que me está interesando mucho ahora, por cierto. Uno es lo que es, con sus pulsiones, su ardor guerrero y su buda, aunque sea pequeñito.

La paradoja y la dualidad son constantes. “Entierra tus pies en las estrellas, la raíz de un árbol nace de los dedos”. ¿Es eso la poesía misma, lo es el poeta?

Somos contradicción como somos personas. Yo tengo tendencia a contradecirme en pocos segundos varias veces y de eso me río. La imagen de las raíces que se juntan con las estrellas es hermosa y darle la vuelta a todo, es muy divertido. Todo es dual y a la vez imperfecto, salvo la naturaleza.

Uno de sus últimos empeños ha sido el libro sobre Más Birras. ¿Qué le ha dado?

Me siento muy feliz con la experiencia, creo haber escrito un libro honesto y saldado una deuda histórica con el grupo de mi vida, de la de muchos. Espero que sirva para reivindicar la tarea de esas bandas militantes de la música popular con las que tanto me identifico. Ver a los chicos de Más Birras merendando para celebrar el resultado no tiene precio.

¿Qué podemos esperar del músico que hay en usted?

Canciones, grabaciones y conciertos, que entre tanto libro, tengo un poco abandonada la farándula.

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