Cristiano Torres, tras superar 36 centímetros de cornada: "No veo diferencia entre morir en la plaza o fuera de ella"

El novillero zaragozano, de 18 años y una de las grandes promesas de la tauromaquia aragonesa, se recupera de la grave cogida que sufrió en la reciente Feria de San Jorge. 

Cristiano Torres (Zaragoza, 2005), en un descanso de sus entrenamientos en una finca zaragozana.
Cristiano Torres (Zaragoza, 2005), en un descanso de sus entrenamientos en una finca zaragozana.
Toni Galán

Dicen que los toreros están hechos de otra pasta, que superan obstáculos y percances con una rapidez inaudita sujeta a una fe inquebrantable en sus posibilidades y en su profesión.

A sus 18 años, Cristiano Torres, una de las grandes promesas de la tauromaquia aragonesa, confirma esta máxima. Hace apenas tres semanas sufrió una tremenda cogida en el arranque de la Feria de San Jorge de Zaragoza, una cornada de 36 centímetros en el muslo derecho que a la inmensa mayoría de personas hubiera apartado de la actividad durante una larga temporada. Sin embargo, él ya está trabajando en su regreso a los ruedos.

"Fue la cogida más fuerte de mi carrera. La cornada me pasó por debajo de la arteria femoral y estuvo a punto de seccionarla. Permanecí tres días ingresado en la clínica, después pasé unos días descansando en casa y ahora ya estoy entrenando para dejar este mal momento atrás y volver a estar como antes", relata con admirable frialdad.

Para un profano, conmueve esta forma de contar y asumir un momento tan crítico y peligroso para un joven que apenas ha adquirido la mayoría de edad. "Para ser un torero, lo primero que tienes que asumir es que los toros cogen y que las cornadas suceden. Si es tu vocación, debes tomar con naturalidad que tu vida está en juego cada vez que sales a la plaza y te vistes de luces", razona.

Una vocación que alimentó desde niño mirándose en el espejo de su padre, el matador zaragozano Ricardo Torres. "Ha sido mi referente. Siempre he querido ser como él. De él aprendí absolutamente todo. Desde que tengo uso de razón he querido ser torero. No veo diferencia entre morir en la plaza o fuera de ella. De chico, acompañaba a mi padre tanto en su preparación como en sus corridas en Madrid, en Zaragoza... Ahora lo hace él y juntos soñamos con que pasen cosas muy bonitas", asevera.

A los 5 años, Cristiano ya se puso delante de su primera becerra y con 10 inició su formación en la Escuela de Salamanca con el objetivo irrenunciable de convertirse en matador de toros. "Cuando se retiró mi padre, todavía me reafirmé más en mi pensamiento. Él me exige mucho, pero yo todavía más a mí mismo. Sé que lo voy a conseguir, no tengo ninguna duda", prosigue.

Una voluntad férrea que se plasma en un régimen de trabajo y vida espartano, sin las distracciones típicas de un chaval de 18 años. "Vivo las 24 horas por y para el toreo, es una forma de vida: cuando duermo, cuando como, cuando estoy en casa... nunca dejo de pensar en el toro. Requiere una preparación física y mental muy fuerte. El toro es un animal muy celoso y te exige esa mentalización", revela.

Entrenar, comer y descansar

Sus jornadas arrancan a las 8.30 saliendo a correr (ahora todavía no puede debido a los efectos de la cornada) y, tras el desayuno, realiza tres horas de toreo de salón. Recupera energías en la comida, hace una siesta y, de nuevo, otras tres horas de salón. Cuando llega a casa, en lugar de evadirse, lee libros y publicaciones sobre tauromaquia antes de cenar a las 22.30 y meterse seguidamente en la cama en busca del sueño reparador. "Entrenar, comer, descansar y repetir, esa es la fórmula. Cuidar la alimentación es esencial", sintetiza.

Esta forma de vida de tanto sacrificio la interioriza con una naturalidad asombrosa. "No tengo muchos amigos, esta profesión es muy esclava. Soy feliz porque hago lo que me gusta, me siento bien, es mi pasión... Sé que los chicos de mi edad hacen otras cosas, pero yo tengo muy claro lo que quiero y cómo tengo que conseguirlo", apunta.

¿Cuál es ese objetivo por el que invierte tanto esfuerzo? Lo concreta sin vacilar: "Cierro los ojos y me veo abriendo la Puerta Grande de la plaza de las Ventas de Madrid. Me acuesto y lo pienso. Estoy convencido de que habrá un día en que lo lograré".

A corto plazo, su obsesión es recuperarse totalmente de la cornada padecida en La Misericordia. Una conquista cada vez más cercana. "Creo que en un mes ya podré estar a tope. Me estoy recuperando tan rápido porque me impulsan la ilusión y las ganas para seguir avanzando en mi profesión. Estoy trabajando muy duro para prepararme mentalmente para lo que viene. Tenemos ya muchos compromisos cerrados, aunque todavía sin fechas ni ganaderías concretas. No veo el momento para volver a vestirme de luces", explica desde la finca zaragozana en la que realiza sus entrenamientos.

Cristiano, que proclama su admiración por José Tomás ("Tuve el privilegio de tentar con él y es un fenómeno") y por Palomo Linares, ha recibido con enojo la noticia de la reciente eliminación del Premio Nacional de Tauromaquia que ha anunciado el Ministerio de Cultura. "El toreo es grandeza, arte, escultura... tiene muchísimos valores. Que personas sin conocimiento alguno puedan jugar con algo tan importante y supriman un galardón tan prestigioso, me parece muy injusto", concluye.

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