Postres

Dulces con tradición y saber hacer propio.

Imagen de la fábrica de Tolosana, en Almudévar, donde se elaboran las famosas trenzas.
Imagen de la fábrica de Tolosana, en Almudévar, donde se elaboran las famosas trenzas.

Tenemos los aragoneses fama de lamineros, y no es para menos. La oferta de postres tradicionales de Aragón es tan abrumadora como profusa, y es que no hay comarca o incluso localidad que no tenga el suyo propio. Todos ellos, además, arraigados en la tradición y cuyas recetas, hasta hace muy poco, habían sido perpetuadas, en la mayoría de los casos, gracias al bocaoído de generación a generación.

De este modo, a lo largo y ancho del territorio podemos encontrar postres tan destacados como la trenza de Almudévar, las Frutas de Aragón, las pastas del Maestrazgo (entre las que se incluyen las tortas de alma típicas de Teruel, zona del Maestrazgo y Bajo Aragón; los carquiñoles, las almojábanas -un bollo con forma de rosquilla típico de Albarracín-, el almendrado del Maestrazgo y la manteca y el mantecado pobre del Maestrazgo), la Coc de Fraga, las cañas de Fuendejalón, los emborrachaos de anís, las tortas blancas, la florentina, los follatres, las castañas de mazapán, las piedrecicas del calvario (típicas de Alcorisa), las malenas, las tortas de balsa (típicas de Caspe y del Bajo Aragón), el turrón negro, los guirlaches, los crespillos (propio de La Ginebrosa) y los crespillos del Pirineo (del valle de la Fueva), las tortas de Cascante (elaboradas en Teruel) o el Pastel Ruso (típico de Huesca), por nombrar algunos de los más afamados.

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