INFRAESTRUCTURAS

Vecinos de Montañana exigen tener agua corriente y una red de vertidos

Muchos se abastecen con la que les llevan los camiones cisterna del Ayuntamiento de Zaragoza, pero otros la captan de pozos.

Estado en que quedó uno los contenedores tras el incendio.
Vecinos de Montañana exigen tener agua corriente y una red de vertidos
OLIVER DUCH

Pozos, aljibes, botellas y viajes a la fuente. Los vecinos de más de 50 viviendas del camino de Ronda del barrio rural de Montañana carecen de suministro de agua corriente y de red de vertidos. Llevan tiempo reclamando estos servicios tan básicos y preciados, pero no desesperan.

Los ciudadanos de las zonas sin redes de agua y vertido se las ingenian para que la vida sea lo más cómoda posible y captan el agua a través de pozos o aljibes que, en la mayoría de los casos, llenan de las acequias de riego, algunas con elevados índices de contaminación. Este agua la emplean para la higiene personal y la limpieza doméstica, pero más de uno teme que pueda ser un foco de problemas sanitarios.

La casa de Atanasio Ruiz y Pilar Sancho es una de las que no dispone de abastecimiento de agua. Viven en la torre El Gorro, sita en el camino de Ronda número 68. «Cuando compré la casa, en el año 1971, sacaba el agua de un pozo, pero al año siguiente se me secó», explicó Ruiz. «Por lo que decidí construir un aljibe de 90.000 litros para tener agua», señaló.

Este depósito lo llena con «el agua de riego que pasa por la acequia que hay delante de casa», afirmó. Pero para que llegue a los grifos de esta vivienda, construida en 1936, tuvo que colocar una bomba.

De hecho, en todas las casas hay infraestructuras para la impulsión del agua, para su cloración o descalcificación, que suponen un coste excesivo, según reconocen los vecinos. Aunque a esta dinámica todos acaban acostumbrándose, ya que llevan «toda la vida pendientes», no se rinden y siguen exigiendo este servicio.

Otros vecinos prefieren utilizar el agua de boca que les llevan dos veces a la semana unos camiones cisterna del Ayuntamiento de Zaragoza. Santiago Gracia, que vive en una casa de 1860, es uno de ellos. «Me la traen en cisterna, la introducen por aquí -dice señalando una toma- y luego la elevo con una bomba». Este vecino quiso dejar claro que «el mantenimiento de la bomba es muy caro».

El alcalde del barrio rural, Antonio Sabaté, asegura que desde 2004 está haciendo gestiones con el Ayuntamiento de Zaragoza para conseguir el abastecimiento de agua. «Que haya casas sin agua corriente en un barrio de una ciudad como Zaragoza, me parece lamentable», denunció.

Sabaté explicó que con la ampliación de viviendas prevista en la zona se podría solucionar el problema. «Van a construir 1.100 viviendas y la promotora tiene obligación de montar un grupo nuevo de bombeo», aseguró el primer edil. Otra opción sería llevar a cabo un proyecto de canalización, que estudiaron en 2006. «Podríamos hacerlo por tramos de unos 200 metros, para que el Ayuntamiento pudiera asumir el gasto», explicó el alcalde de Montañana.

Otro asunto es que en el barrio hay un problema de falta de presión, «que solo se solventará cuando se haga un depósito elevado», afirmó Atanasio Ruiz.

Pero lo que más preocupa a los vecinos es no tener agua potable en sus casas, lo que supone un desembolso importante de dinero ya que tienen que comprarla embotellada. Una circunstancia que provoca que «siempre traigamos el maletero lleno de botellas», apuntaron los vecinos. «Y este gasto nadie nos lo paga», dijo Pilar Sancho.

«¿Se imaginan tener agua en casa pero no poder utilizarla ni siquiera para cocinar o lavar una fruta y que solo sirva para ducharse o lavar la ropa?», se preguntaron los vecinos.

Por estas razones, varios montañaneses se manifestaron en 2008 en las puertas del Ayuntamiento de Zaragoza. «Unimos varios cilindros para simular una tubería, e hicimos que sacábamos el agua de la fuente que hay junto a la estatua de Goya», recordó.

Sin red de vertidos

Cada una de estas 50 casas que no están conectadas a la red de vertidos deben construirse una fosa séptica, un sistema muy común para tratar aguas residuales, tanto en zonas rurales, como urbanas (aunque cada vez menos). Todas se construyen alejadas de los pozos, pero los vecinos saben que las filtraciones acaban contaminando todo el entorno. Atanasio Ruiz tiene dos fosas sépticas en su casa pero reconoce que «es indigno para un barrio de Zaragoza que no contemos con este servicio básico».