COMUNIDAD DE CALATAYUD

El resurgir del 'gigante' de Malanquilla

El antiguo molino harinero es un símbolo del pueblo. Por eso, con su restauración, pretenden aprovechar su potencial turístico y cultural. Se instalará la maquinaria interior para que vuelva a moler.

El alcalde de Malanquilla, Abraham Raúl Sánchez, en el molino.
El resurgir del 'gigante' de Malanquilla
J. MACIPE

Si lo viera como ahora se encuentra, el ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha no lo confundiría con un gigante, aunque por su aspecto bien podría parecer que el molino ha librado una batalla. Sus brazos largos en el suelo y la maquinaria desmontada esperan una recomposición para demostrar que, aunque tiene por lo menos cuatro siglos, todavía es capaz de moler grano.

El de Malanquilla es de los pocos molinos harineros que quedan en Aragón, un emblema de la localidad y parte del patrimonio industrial de la comarca Comunidad de Calatayud. Hace dos años el fuerte viento partió el eje del sistema y las aspas que habían sido colocadas en 2003 fueron al suelo.

En mayo del año pasado, y después de sumar la voluntad de distintas instituciones (Diputación Provincial de Zaragoza, Comunidad de Calatayud y la Asociación para el Desarrollo Rural Integrado de la zona Calatayud-Aranda), comenzaron los trabajos previos a una restauración, que todavía no ha terminado y que tiene un presupuesto total que asciende a 126.946 euros.

Se va a sustituir el viejo eje de madera por uno de hierro, se instalará la maquinaria interior y se cambiará la cubierta (como la que puede verse en la imagen). "Y todo esto cuesta mucho dinero", explica el alcalde de Malanquilla, Abraham Raúl Sánchez (PSOE).

Un atractivo turístico más

La empresa Prames, encargada de la restauración de este emblema, tendrá que conseguir que vuelva a moler grano y que este monumento pase a ser un atractivo turístico más de la zona. "El pueblo se identifica con el molino y si se pidiera ayuda para recuperarlo, estoy seguro de que no faltaría gente con ganas de colaborar", dice el responsable municipal.

Así lo demostraron hace casi tres décadas cuando en 1983 los vecinos impulsaron su recuperación. Hasta el año 1990 reconstruyeron el cilindro. De hecho, lo adecentaron por dentro, por fuera y llegaron a colocarle las aspas. "Entonces quedaban unos siete metros de altura del cilindro, en algunas zonas hasta menos, y corría peligro de haberse hundido del todo", señala el alcalde, que no ha conocido el molino en actividad.

El edificio se ubica a unos 300 metros del casco urbano, en una era sobre un altozano en la que el viento sopla con fuerza y "allí se molía el grano hasta que empezaron a construirse otros molinos de agua y este dejó de funcionar".

Según recuerda Sánchez, en 1665 el molino de Malanquilla ya aparece documentado en el archivo parroquial y llama la atención por las dimensiones de su perímetro exterior, que tiene 21,20 metros, y alcanza los nueve de altura.

"Las aspas de madera para la primera reconstrucción las trajeron de Mota del Cuervo (Castilla La Mancha), y también la segunda vez que hubo que sustituirlas en 2003. Entonces se rompió el asiento donde descansa el eje, se cayeron al suelo y se rompieron", indica el alcalde.

En otras localidades zaragozanas como Torralba de Ribota, Used, Tabuenca, Bujaraloz, Aguilón y Ojos Negros (en la provincia de Teruel), también se levantaron estos gigantes, que como hacen ahora otros más altos y esbeltos, aprovechaban la fuerza del viento. Aquellos, como estos, producían bienes de primera necesidad, entonces era la harina para hacer el pan, ahora es la electricidad.