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Bueno, bonito, y sobre todo barato

La crisis está favoreciendo a las tiendas de ropa de segunda mano, que cada vez son más aceptadas entre los compradores.

A Desván llega tanta ropa que han tenido que cerrar el cupo de recogida.
Bueno, bonito, y sobre todo barato
L.S.

Un abrigo de piel por 900 euros, unos zapatos de firma por apenas 100 euros o un jersey de lana y cachemira por menos de 5 euros. Chollos como estos son los que se pueden encontrar en las tiendas de ropa de segunda mano, un modelo de negocio con escasa representación en Zaragoza, a pesar de ser un sector que se está viendo favorecido por la crisis económica. La posibilidad de comprar ropa en buen estado a un precio muy inferior al original seduce poco a poco a gente de todo tipo.


“Por aquí pasa gente muy diferente, sobre todo jóvenes que han estado de Erasmus en países donde la ropa de segunda mano se ve como algo normal”, cuenta Conchita, de A Todo Trapo (C/Méndez Núñez, 9). Hace 12 años, Cáritas Aragón puso en marcha este proyecto de inserción sociolaboral, cuya labor social comienza desde el primer momento. Las prendas recogidas en los talleres que Cáritas tiene en todo Aragón son seleccionadas, lavadas y planchadas por personas desfavorecidas, que de esta manera adquieren formación y preparación para tener acceso a otras alternativas laborales.


Aunque siempre han vendido bien, últimamente se está notando un ligero incremento en el número de clientes, así como un cambio en la mentalidad. “En España todavía no tenemos muy asumido lo de la ropa de segunda mano, pero poco a poco la gente empieza a concienciarse de que no es algo de pobres”, explica Conchita.


Cerca de A Todo Trapo se encuentra Desván (C/Mayor, 18), otra tienda con ropa de segunda mano, que combina con prendas de stock y muestrarios. Desde hace cinco meses tiene cerrado el cupo de recogida: “Ya no damos a basto con toda la ropa que nos traen”, dice Marisa, dependienta. Y es que este tipo de tiendas también son una oportunidad para quien quiera deshacerse de aquellas prendas olvidadas en el fondo del armario, siempre y cuando estén en buen estado. La ropa se deja en depósito y se expone en la tienda durante un tiempo. Si la prenda se vende, el antiguo propietario recibe una parte de lo obtenido en la venta.


“Hay cosas que nos llegan incluso con etiquetas, que no se han llegado a estrenar”, explica Marisa. Ella opina que aunque haya cambiado un poco la mentalidad, el tema de la ropa de reestreno sigue siendo algo tabú: “Hay gente que se va de la tienda solo porque hay cosas de segunda mano”.


Esta percepción negativa de la ropa de segunda mano fue el principal problema al que se enfrentaron las propietarias de Zsa Zsa Zsú (C/Ponzano), un establecimiento que propone una visión diferente de este tipo de negocio. Junto a prendas nuevas y procedentes de stock, ofrecen ropa vintage y de segunda mano de alta gama. Ni rastro de prendas de las grandes cadenas comerciales.


“No queríamos que pareciera la típica tienda de segunda mano y cuidamos mucho la selección y la decoración”, dice Laura, una de las propietarias. “En otras ciudades de España, como Madrid o Barcelona, este tipo de tiendas está muy extendido, pero en Zaragoza aún cuesta verlo como algo normal”, se lamenta.


A pesar de ese rechazo a la ropa de segunda mano (y de las obras que durante cuatro meses han cortado la calle), el negocio marcha bien, tanto en la venta como en la recogida de ropa. “Ahora tenemos unas 200 prendas en depósito, con lo que cada día sacamos cosas nuevas a la tienda, algo que no pueden hacer las tiendas convencionales”, explica Laura.