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El barranco de Arguilay, un rincón mágico en el entorno de Báguena

Este espacio natural es un profundo valle de paredes rocosas donde el agua se desliza desde la parte superior y forma manantiales.

El barranco de Arguilay desde el mirador de La Rinconada
El barranco de Arguilay desde el mirador de La Rinconada
Ayto. Báguena

El barranco de Arguilay es uno de esos lugares mágicos y recónditos que uno suele encontrar casi por casualidad. Este factor sorpresa es parte del atractivo de este espacio natural situado en el término municipal de Báguena, en la comarca del Jiloca (Teruel).

Por su ubicación en el tramo intermedio del río Jiloca, Báguena está rodeado de una vega fértil y bosques, en contraste con laderas de campos de cereal. Entre estos parajes aparece el barranco de Arguilay, uno de los enclaves más bonitos del pueblo, donde el visitante puede disfrutar del manantial que surte de agua potable a sus vecinos. Entre estos parajes aparece el barranco de Arguilay, como un oasis en medio del desierto, para que los senderistas puedan presenciar un fenómeno similar al del famoso Aguallueve de Anento. En ambos casos, las capas superiores de caliza se disuelven por el agua de lluvia que discurre a través de ellas. Unos metros más abajo se encuentran con arcillas impermeables que obligan al agua a salir al exterior en forma de manantiales.

Pero este no es el único atractivo de este desconocido barranco. En su parte baja, la más cercana al núcleo poblacional de Báguena, la vertiente orientada hacia el sur tiene más vegetación, predominando las carrascas. En el lado norte, abundan los árboles frutales, como el cerezo, y las viñas. Siguiendo el curso del río, se puede ver cómo en otras zonas las laderas están muy erosionadas y, para proteger el suelo, se han plantado pinos. De esta forma también se reduce el riesgo de inundaciones, frecuentes en esta zona, llegando hasta el pueblo. A esta variedad de flora se suman los arbustos como el jazmín o el escaramujo, que brotan en los claros y en los límites del bosque.

El barranco de Arguilay también es rico en fauna y no es raro toparse durante el día con algún jabalí o ver aves como el petirrojo, el pinzón, la tórtola o el gavilán. Si se camina con cuidado y se mira bien el suelo, incluso se puede llegar a ver corretear alguna lagartija colilarga. Si se alza la vista arriba, las rocas suelen estar sobrevoladas por buitres leonados o cernícalos, y las cabras montesas caminan por ellas.

Para conocer este entorno natural, se puede realizar una ruta fácil desde el núcleo de Báguena. El recorrido es de unos nueve kilómetros y está pensado para toda la familia. De hecho, es la opción sencilla de la marcha senderista que la Asociación Cultural y Deportiva Vaguena celebra anualmente. En esta propuesta apenas hay desnivel y el tiempo aproximado de caminata es de algo más de una hora de ida y vuelta.

Para quienes quieran ir un paso más allá, otra alternativa es la ruta propuesta desde el servicio comarcal de Deportes que pasa por esta zona del Jiloca. En este caso, los kilómetros recorridos son más de 28 (unas seis horas de duración). Es un recorrido circular que sale desde Burbáguena, pasando por Báguena y el barranco de Arguilay para llegar a Luco de Jiloca. Siguiendo este itinerario, el senderista puede conocer diferentes entornos de la comarca, desde la ribera del Jiloca, a las planicies del Campo de Romanos , pasando por el barranco y, por último, por el pinar de Luco. Aunque la dificultad técnica de esta ruta es moderada, durante el camino se va cambiando de altitud y, además, es una distancia relativamente larga por lo que conviene tener las condiciones físicas apropiadas para completarla y disfrutarla.

Vistas de Báguena.
Vistas de Báguena.
Laura Uranga

Qué más ver en Báguena y alrededores

Aprovechando la excursión por el barranco de Arguilay, se puede conocer el municipio de Báguena. Forma parte de la ruta del Camino del Cid y la localidad está asentada sobre dos cerros. Los principales puntos de interés son la iglesia de la Asunción, donde destaca la torre mudéjar ornamentada como una de las principales piezas arquitectónicas de la provincia de Teruel. En el pueblo también se conservan dos palacios renacentistas, conocidos como casa Lucías y casa Calvo, cuyas fachadas siguen siendo imponentes.

No hay que dejar la localidad sin acercarse al convento de San Valentín, construido en 1612 y habitado por las Clarisas hasta 2003. También a las afueras, sobre unos de los cerros, están los restos de lo que en su día fue el castillo medieval. De aquellos apenas quedan vestigios de las torres y parte de la muralla, además de una torre cuadrada restaurada.

Si se quiere profundizar en el mudéjar de la comarca del Jiloca, desde Báguena se puede seguir una ruta para conocer las torres de otras iglesias que también destacan. Destacan las de San Martín del Río, Burbáguena, Lechago, Navarrete del Río y Olalla. Algunas son barrocas con influencia mudéjar y otras están declaradas Bien de Interés Cultural. En los pueblos de la zona también hay muchas casas solariegas y otros castillos a los que acercarse, como el de Cutanda, de gran relevancia histórica por la batalla del año 1120.

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