aragón es extraordinario

Paredes de Used que invitan a realzar el medio rural

Ismael Pizarro y Sergio Jurado comandan el proyecto Casa del Rincón, restauración de una vivienda en ruinas para crear un estudio de arquitectura que fomente el aprecio a las oportunidades que ofrecen los pueblos

Ismael Pizarro y Sergio Jurado en uno de los dos corrales de la Casa del Rincón.
Ismael Pizarro y Sergio Jurado en uno de los dos corrales de la Casa del Rincón.
Jesús Macioe

En un recodo de la calle Extrevedes de Used, como si tratase de pasar desapercibida, una vivienda –en apariencia, similar a tantas otras – agonizaba entre grietas, derrumbes y humedades. Ismael Pizarro, murciano de 31 años, y Sergio Jurado, valenciano de 30, vieron en ella allá por 2018 un destino diferente. Decidieron lanzarse a su restauración, y tienen la meta de unir en ese espacio su hogar, un estudio de arquitectura y dos estancias para fomentar la llegada de estudiantes que quieran prácticas en el medio rural ligadas a la arquitectura.

“Estábamos en Madrid y vi un anuncio, a través de la cuenta en Instagram Casa de Pueblo del arquitecto Alberto Sánchez, en el que la vendían por 500 euros... y nos lanzamos”, explica Ismael. “Vine porque Ismael no podía. Nunca habíamos estado en el pueblo, ni lo conocíamos. Aunque la vimos varios, ese mismo día lo cerramos con el propietario”, relata Sergio a la vez que recuerda, con humor, cómo fue. “Todo el mundo se marchó, pero yo seguí al propietario hasta su casa y firmamos un contrato de arras mientras el resto le llamaba al móvil”.

Solo fue el primer paso; el siguiente, comenzar a intervenir de urgencia en el edificio ante lo delicado de su estado y adquirir otro inmueble por apenas 200 euros, que se imbricaba en el primero. “En estas casas, algunas estancias que pertenecen a una se solapan con las pertenecientes a otra. Parte de las que están en la segunda vivienda se estaban cayendo sobre la que ya habíamos comprado primero”, diferencia Ismael, arquitecto especializado en conservación del patrimonio.

A los conocimientos de Ismael, Sergio ha sumado una disciplina complementaria: piloto profesional de drones. “Ahora mismo estoy centrado en la casa, lo dejé todo. Como no hay planos detallados ni de fachadas ni de las cubiertas, me he encargado de hacer el levantamiento fotogramétrico con un dron”, detalla este joven que trabajaba para Decathlon y decidió cambiar totalmente de aires. “Antes, para saber cómo estaban los tejados, necesitabas montar andamios; era más complicado. Ahora, en una hora, lo tienes y ya hay gente que me pide que mire cómo está el suyo”, apunta.

A ambos los ha acabado uniendo el “gusanillo” por el patrimonio. “Al trabajar con clientes particulares o con Patrimonio Nacional siempre tienes unos condicionantes a los que hay que ceñirse, y veía utópico restaurar una casa con total libertad”, reconoce. Sin embargo, encontró aquella ventana. “El estado del inmueble es delicado y va a ser complejo, pero ahí está lo bonito”, asume Sergio. Todos los avances los detallan en su blog paisajeencontrado.com.

Juego de pistas

Les queda por escribir toda una historia, empezando porque no conocen prácticamente nada del pasado de la casa. “No hay documentos y no había muebles, salvo un banco. Eso sí, las paredes nos hablan; hay inscripciones de cuando se trabajó en una pared (1890), las talegas que iban almacenando o la alimentación de tres mulas”, explica Ismael. Otras pistas fueron un molinillo y un cuaderno con frases de canciones. “Son de los años 50, por lo que deducimos que pueden ser de los últimos años de habitabilidad”, indica. “También hay un contador, que sabemos que se puso sobre 1930 y dejó de funcionar en la década de los 40”, añade Sergio.

Así, en el horizonte tienen ese objetivo de crear un estudio de arquitectura y paisajismo como espacio de trabajo, y en la casa adyacente situar su residencia y las de los posibles interesados en aprender más del entorno rural. “Estamos con el proyecto, para ver bien los espacios y cómo encaja, y queremos tenerlo listo para principios del año que viene”, estima Ismael. En sus cálculos, el coste de rehabilitar la Casa del Rincón es de unos 150.000 euros, a los que se añadirán otros 100.000 para el otro inmueble. “Queremos explorar vías para financiarlo y encontrar respaldo”, afirma.

Uno de los escenarios que plantean es que sea lugar para que jóvenes realicen prácticas, bien con becas de Erasmus internacional o del llamado ‘Erasmus rural’, en referencia al programa que ha puesto en marcha la Diputación de Zaragoza. “Queremos que vengan durante periodos largos, facilitarles trabajo y casa, que les guste el entorno y que vean que se puede vivir desde aquí”, indica Ismael, que asegura que “últimamente he estado a caballo entre Madrid y Used, y es perfectamente viable: se puede trabajar en la ciudad y vivir aquí”.

“Queremos contribuir a romper el mito de que en la ciudad hay más oportunidades”, esgrime. En este sentido, Sergio añade que “no hay nada lejos, porque tienes incluso AVE desde Calatayud, que está a menos de una hora de Used en coche”. “Puedes abrir muchas casas rurales, pero si no tienes gente que viva, vaya a la farmacia, al bar, a la tienda… será un pueblo bonito, pero fantasma, porque no tendrá vida”, concluye Ismael.

Amelanchier, arbusto y raíz para una reivindicación de lo local

Ismael Pizarro y Sergio Jurado, que viven ya en Used, han puesto, a la vez, otra iniciativa en marcha: la Asociación Amelanchier, una entidad con nombre de arbusto que quiere reivindicar el valor del paisaje de los núcleos rurales, dando a conocer y difundiendo la vegetación y los materiales tradicionales de construcción. En concreto, su nombre apela a la especie ‘amelanchier ovalis’, propia de barrancos de territorios con veranos secos y calurosos e inviernos fríos. Algo que Ismael, también especializado en paisajismo y jardinería, interrelaciona con su faena diaria.

Así, en el pequeño corral de la Casa del Rincón han constituido todo un laboratorio para estudiar las especies endémicas, como el caso de un tipo concreto de centaurea pinea o lo que se conoce como cardo; en concreto, el que toma una flor morada. “Hay un rasgo casi microscópico que hace que sea propia de la sierra de Santa Cruz”, apunta Ismael. Así, para ponerla en marcha, ambos apuntan que “hemos visto problemas y queríamos aportar soluciones, no quejarnos”. “A veces, por desconocimiento, se interviene en la flora sin saber que la perjudicas”, añade Jurado.

Para ayudar en el entorno, lo que han hecho es fomentar la concienciación y realizar el estudio. “En el caso de la centaurea fuimos a un tramo donde se empieza a ampliar la carretera a Calatayud, y antes de que llegaran las máquinas trasplantamos unas cuantas”, detalla Ismael. Sin embargo, no es la única variedad rescatada;también han recogido semillas de pinsapo e incluso quieren analizar el comportamiento de los arces de Montpellier durante el otoño, una especie que llega a esta época del año en colores que van desde el rojo intenso al amarillo.

“Tenemos varios ejemplares de cada color identificados. Algunos dicen que la diferencia de tonalidad es por el suelo, pero se pueden hallar varios juntos de distintos colores”, desvela. Por ello, su plan pasa por etiquetar ejemplares y tomar ramas para hacer esquejes “que echen raíz, y ver cómo se comportan”. “No hemos cogido semilla porque ahí ya cambia la genética”, argumenta Ismael.

Con todo ello buscan que se dé mayor valor a lo cercano, algo denostado por otras fórmulas. “Es una manera de mejorar el paisaje a nivel vegetal y también la arquitectura;queremos que en lugar de cemento u hormigón, se valore el tapial. En lugar de traer un árbol de Japón, es bueno que se sepa que detrás de ese cerro tienes una especie igual de bonita, que tienes que podar menos, requiere de menor gasto de mantenimiento y no muere tan fácil”, subraya Ismael.

Artículo incluido en la serie 'Aragón es Extraordinario'.

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