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La Línea del Cinca despierta el interés por la Guerra Civil

En los últimos años se han recuperado vestigios en las comarcas de Somontano, Cinca Medio y Bajo Cinca para acercar la historia de la contienda nacional a los vecinos y turistas en visitas guiadas o recreaciones

Nido de ametralladoras en Selgua.
Nido de ametralladoras en Selgua.
José Luis Pano

La Guerra Civil es un periodo trágico de nuestra historia más reciente, y al mismo tiempo un hito fascinante para historiadores, investigadores o escritores, que han plasmado con ríos de tinta en innumerables obras. La fascinación va más allá de los estudiosos en la materia y empapa a mucha parte de la población, que suele asistir a las recreaciones históricas de batallas, como las que se llevan a cabo en Fayón con motivo de la batalla del Ebro, en la Ruta Orwell en Alcubierre o, desde hace cuatro años, en las visitas guiadas que se vienen organizando periódicamente a los vestigios recuperados del entramado defensivo que constituyó la Línea del Cinca, en el este de la provincia de Huesca.

Ayuntamientos de las comarcas de Somontano, Cinca Medio y Bajo Cinca han trabajado en ello durante los últimos cuatro años, gracias a las ayudas de recuperación de la memoria democrática concedidas por la Diputación Provincial de Huesca. Se han consolidado los entramados defensivos que formaban parte de esta Línea del Cinca en sus propios municipios; trincheras, nidos de ametralladoras, refugios, observatorios, caminos cubiertos, posiciones artilleras, pistas militares o polvorines son algunos de los elementos restaurados y acondicionados para mostrarlos a unos visitantes, cada vez más numerosos, que quieren conocer sobre el terreno esta parte de la historia en la que Aragón jugó un papel estratégico relevante. Además, se han colocado paneles explicativos para facilitar al visitante el recorrido lectivo por estos espacios.

Proteger la retaguardia

La Línea del Cinca fue construida por el bando republicano, concretamente por la Generalitat de Cataluña, que ostentaba la organización política de esta parte del territorio tras la sublevación franquista del 18 de julio de 1936. Su finalidad era la de reforzar el Frente de Aragón en la retaguardia; se extendía desde los Pirineos (posición de Boltaña, de la que no quedan restos) hasta el Mar Mediterráneo, en Horta de Sant Joan (Tarragona), más de 180 kilómetros de puntos defensivos diseñados estratégicamente en nudos de comunicación.

Este entramado constituyó la principal línea de resistencia construida en Aragón durante todo el conflicto, un auténtico valor militar para evitar la invasión de Cataluña por el norte del Ebro.

Movimiento tempranero

Pocos días después del inicio de la Guerra Civil, el 6 de agosto de 1936 del Estado Mayor del Comité Central de Milicias de Barcelona daba la orden a los Servicios de Ingenieros de preparar una línea de defensa retrasada en el río Cinca con tres centros de resistencia situados en Monzón, Fraga y la localidad tarraconense de Gandesa, según explican desde el Grupo de Recuperación e Investigación de Espacios de la Guerra Civil (GRIEGC), buenos conocedores de este entramado y los encargados de su recuperación en estos cuatro años.

Se quería que en el caso de que las fuerzas republicanas se vieran obligadas a retroceder, tuvieran a su retaguardia una línea fortificada en la que no solo pudieran encontrar abrigo y protección, sino también todo el apoyo que pudiera proporcionar el terreno ayudado por una bien entendida defensa, utilizando todos los elementos propios de la fortificación rápida de campaña.

En primer lugar, y con la mayor urgencia, debían hacerse obras –trincheras, nidos de ametralladoras y emplazamiento de baterías de campaña– en las proximidades de las carreteras que viniendo de Aragón se dirigían a Cataluña. De esta manera, la línea que empezaba en Monzón, (se amplió más al norte en noviembre de 1936, cuando el Estado Mayor determinó que se desplazara hasta Naval) seguía todo el curso del Cinca, atravesaba el río Ebro por Mequinenza y acababa en Horta de Sant Joan, al sur de Gandesa.

Las poblaciones altoaragonesas que la formaban y donde se ha actuado para acercar este patrimonio histórico al visitante son Naval, El Grado, Estada, Castejón del Puente –en la comarca del Somontano–, Fonz, Selgua, Monzón, Albalate, Alcolea de Cinca y Binaced –en el Cinca Medio–, Ballobar, Chalamera y Velilla de Cinca en el Bajo Cinca.

Silencio, se investiga

En los últimos años, dos entusiastas de la Guerra Civil (el historiador Adrián Cabezas y el arquitecto Joel Ametlla) han indagado con su grupo de trabajo, el GRIEGC, por diversos archivos. Además, han explorado el terreno en busca de los restos de estas posiciones. Los citados ayuntamientos, sensibles al potencial de turismo cultural que pueden tener estos vestigios, solicitaron ayudas a la DPH, y se han acondicionado espacios que atraen a cientos de visitantes cada año.

Este ejercicio de 2021 se ha actuado en El Grado, mejorando los accesos a los dos nidos de ametralladoras dobles y realizando un sendero de unos 300 metros para llegar a esta posición; en Fonz se ha continuado con la limpieza de las cuatro posiciones de artillería existentes para adentrarse en ellas, se ha limpiado aljibes y una trinchera; en Selgua se han descubierto 40 metros de trinchera y un refugio, y en las faldas del Castillo de Monzón se ha descubierto su posición artillera, cubierta desde hacía 80 años.

En Alcolea de Cinca se ha llevado a cabo la limpieza y refuerzo estructural de la posición artillera de dos piezas, más su aljibe, y se ha creado un sendero de acceso, y en Chalamera se han limpiado dos nidos de ametralladoras dobles. En Ballobar se han acondicionado una de las posiciones más espectaculares, ya que las trincheras tenían forma de V: contaban con banqueta para los tiradores y en mitad de cada una de ellas se ubica un nido de ametralladoras; se ha creado un camino de acceso. Por último, en Velilla de Cinca se ha realizado el inventario y catálogo de los vestigios.

Adrián Cabezas destaca las intervenciones realizadas en estos vestigios dado que la del Cinca “es la línea fortificada más importante que se construye en Aragón por el bando republicano, y la que tiene más consistencia ya que trabajaron en ella prácticamente durante toda la guerra. Tiene numerosas fortificaciones que en su mayoría no entraron en combate”.

Monzón abrirá a inicios de año un museo de la Línea del Cinca

El Ayuntamiento de Monzón tiene una buena noticia para recibir el año, ya que inaugurará a comienzos de 2022 el museo de la Línea del Cinca en la Guerra Civil, sito en antiguo Museo Etnológico ‘Josefina Jiménez’, en la calle Blas Sorribas. El centro expositivo contará con más de 100 piezas que un particular ha cedido desinteresadamente al Consistorio. Se mostrarán herramientas y material propio de las fortificaciones: cascos, palas, máquinas de encintar munición... de la gestión se encargará el GRIEGC.

En el sótano del museo se recreará un refugio antiaéreo, como el que existió en su día en la Plaza San Juan. Además, la muestra etnológica de Josefina Jiménez se podrá visitar en las plantas superiores. “Dispondremos de material histórico inédito, que progresivamente se irá aumentando, para reunir así una colección muy valiosa”, indica el concejal de Turismo de Monzón, Jesús Guerrero.

Se establecerá en el museo un horario de fin de semana, aunque también se abrirá –con cita previa– a centros educativos o a grupos durante la semana. “Este periodo de nuestra historia genera mucho interés, como hemos podido comprobar con las visitas guiadas a las trincheras de Selgua. De esta forma, vamos a ofrecer una visión más amplia y a profundizar en aspectos que permitirán conocer la Línea del Cinca”, señala Joel Ametlla, del GRIEGC.

Artículo incluido en la serie 'Aragón es Extraordinario'.

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