aragón es extraordinario

Pablo Gargallo y Maella, amor de siempre que no amarillea

El escultor tiene en su pueblo un museo erigido en la vivienda que le vio nacer, donde se puede captar rápidamente la esencia de su ética de trabajo, además de abundar en los avatares de su corta e intensa vida

Las casas natales de los grandes artistas son un museo en sí mismas; más allá de la mística que puedan encerrar esas cuatro paredes, el hecho es que albergan el primer contacto con el mundo de alguien que lo hizo mejor. No obstante, si de la metáfora se pasa a la materialización de un espacio expositivo, miel sobre hojuelas. Así ocurre de la casa natal de Pablo Gargallo en Maella.

Santiago Alesanco es concejal de Urbanismo en el municipio. “También me tocan temas culturales, y con mucho gusto. Hablar del talento artístico maellano es algo que nos llena de orgullo, empezando por la escultura, porque además de tener a Pablo Gargallo contamos con Pons y Cirac, y no hay que olvidar a Joaquín Hernández, que aún lo tenemos entre nosotros”. La Casa Natal y Museo de Pablo Gargallo está en pleno centro del pueblo, en el número 2 de la avenida que lleva su nombre. Una exposición modesta, pero interesante y bien dispuesta, que permite conectar al instante con el mundo del talentoso escultor.

Gargallo no vivió mucho: se fue de niño a Barcelona, donde creció su amor al arte (llegó a compartir taller con Picasso), vivió en París (Montparnasse, Vincennes) regresó a Maella en diversas ocasiones y falleció en Reus a los 53 años de edad, el día de los Santos Inocentes de 1934, debido a una fatal bronconeumonía; no obstante, su productividad y talento le permitieron acumular una ingente obra escultórica (también pictórica) que le ha valido el reconocimiento mundial. Aunque solamente vivió en Maella sus siete primeros años de vida, exceptuando las estancias puntuales posteriores, siempre llevó al pueblo en el corazón. De hecho, su hija Pierrette recordaba que las últimas palabras de su padre fueron “si me voy a Maella, me repongo en dos días”.

“El museo –explica Santiago– lleva abierto 30 años; el edificio se compró en 1983 desde el Ayuntamiento por un millón de las antiguas pesetas, que serían 6.000 euros hoy, y se restauró a partir de 1986 gracias a una subvención. El proceso fue casi a la par con el de Zaragoza, que está en la plaza San Felipe y abrió algo antes. La casa natal de Pablo Gargallo era la mitad del espacio con el que se cuenta ahora como museo; cuando se pudo comprar la contigua por otro millón y se abordaron las obras del museo, se rehabilitó del todo; en total costó alrededor de siete millones, 42.000 euros al cambio”.

La casa tiene tres estancias y un solanar o falsa en el piso de arriba. En la planta calle, dentro de la que fue en su día casa contigua, está la oficina. “Arriba hay una sala de exposiciones, en la que se realizan muestras y diferentes actividades durante el año. En el sótano hay una bodeguilla con una escultura que recrea a Pablo Gargallo; la humedad no permite colocar cuadros ahí”.

En el museo se conserva la estructura de la cocina, aunque está retocada. Subiendo por la escalera van desfilando los nuevos espacios;ahí siguen las dos alcobas y el saloncito, con imágenes de la vida de Gargallo, incluyendo una de primera comunión. Pierrette, la hija de Gargallo, contaba que en la foto de comulgante tiene la mano en una posición extraña, porque se había hecho un roto en el pantalón jugando, y cuando hicieron la foto ocultaba el siete. También aparecen referencias a la esposa del escultor, Magali Tartason, a quien había conocido gracias a Juan Gris. Es la zona de ‘vida’ que marca la cartela del museo, mientras que la señalización ‘obra’ indica en la dirección contraria. “La encontramos en muy mal estado y no se pudo preservar mucho, pero ha quedado muy bien, con su fogón y calderos. En el recorrido hacia las plantas superiores vas encontrando referencias a nuestros tres grandes escultores; curiosamente, todos ellos vivieron en esta misma calle, y Joaquín sigue aquí”.

Una proyección audiovisual complementa la visita, que incluye igualmente imágenes fijas de la vida parisina de Gargallo, abundante bibliografía, carteles de exposiciones, una máquina de coser clásica y recuerdos de las reuniones de artistas en Els Quatre Gats de Barcelona, además de obras de otros artistas, incluyendo Pons y Cirac, que tiene su propio museo en la localidad barcelonesa de Rubí”.

Retazos del genio

Arriba del todo llega el plato fuerte de la visita: las obras de Gargallo que se conservan en el lugar de su nacimiento. “La mayor parte está en el Museo de Zaragoza, pero aquí tenemos algunas que sirven para poner en contexto al artista. Por ejemplo, el boceto de ‘Muchacho desnudo en la playa’, una de sus obras más conocidas; la escultura está expuesta en la propia avenida”. Destaca el busto de Petra Catalán, su madre, que hizo en 1926 y donó al museo la hija del artista, Pierrette. así como ‘Academia’ en bronce, de 1933, donada por los hermanos, o ‘Maternidad’, de 1922, hecha en terracota y donada por los hermanos de Pablo, Francisco y Luis Gargallo. “También hay una virgencita en terracota que hizo muy joven”.

La Asociación Pablo Gargallo, maellana, editó en 1984 un librito con todas las esculturas del artista con motivo del quincuagésimo aniversario de su muerte. “En el libro –aclara Santiago– también se menciona a todos los artistas del pueblo, además de abundarse en la singularidad de sus edificios y del impacto de la obra de Gargallo”.

Las iniciativas artísticas locales siguen fluyendo en la actualidad. Así, hay un proyecto nauta en marcha, promovido por Joaquín Hernández;se trata de un colectivo de escultores que va de singladura por los pueblos y hace estancias cortas sufragadas por los consistorios locales; a cambio hacen unas esculturas que se quedan en el pueblo.

De momento, y para dar ejemplo a lo de dejar huella, Joaquín ya ha puesto su impronta escultórica en varios puntos de Maella, con mención especial para dos de ellas;la escultura de ‘La madre’, muy cercana a la Casa Natal de Gargallo, y la escultura de dos bailadores joteros en la rotonda de entrada del pueblo, de ocho metros de altura, que da aún más enjundia a la vocación artística del pueblo desde el verano de 2017.

Artículo incluido en la serie 'Aragón es Extraordinario'.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión