aragón es extraordinario

Tomás González, el chico para todo en la finca de Alicia Chico

El mayoral de la ganadería de reses bravas en Frías de Albarracín lleva siete años en la zona, y no descarta pasar muchos más ahí

Tomás González, en la finca de reses bravas de Alicia Chico
Tomás González, en la finca de reses bravas de Alicia Chico
Laura Uranga

A Tomás González Rubio le llaman ‘El Vaquero’ en varios puntos de la Sierra de Albarracín. Es el mayoral de la finca de toros de lidia de Alicia Chico, situada en el término municipal de Frías de Albarracín y muy próxima a Terriente. Tiene un perrete de tres meses que le hace compañía, Chico. "Soy de un pueblecillo de Ciudad Real, Puebla del Príncipe, muy cerca de los límites provinciales con Albacete y Jaén. Me dedico al toro bravo desde muy joven, aunque sí salí a estudiar, pero llegué a COU; luego decidí que la vida que me gustaba es la que he llevado después, en el campo, con los animales. A mis 42 vienen siendo 25 años en esto, un cuarto de siglo, que se dice pronto".

En Aragón, y prácticamente en España, el rebaño de Alicia Chico que guía Tomás es el único que hace la trashumancia anualmente, ida y vuelta; al sur cuando llega el frío, de vuelta a la Sierra de Albarracín cuando el sol comienza a calentar. Es uno de los alicientes para este trabajador especializado que llegó a Teruel un poco de casualidad. "Yo trabajaba en otra finca de bravo, en Albacete, y un amigo me dijo que Alicia necesitaba a alguien, así que me puse en contacto con ella; había tenido algún sinsabor en el anterior trabajo y me pareció una buena oportunidad. Hable con ella, nos entendimos bien, vine unos días a prueba y me dio su visto bueno para quedarme fijo como mayoral de la ganadería. Su madre, que en paz descanse, estuvo de acuerdo al verme trabajar, creo que entendieron que era digno de su confianza, lo cual agradezco. Son ya siete años aquí para mí".

Al sur

Tomás ultima en estos días los preparativos para la bajada hasta Vilches, en Jaén, donde las reses bravas pasarán el invierno y buena parte de la primavera. "Íbamos a salir el día 20, pero el terreno está un poco movido y lo retrasaremos un par de días o tres. Lo de subir intentamos que sea a principios de junio, porque aquí en Albarracín la primavera es mucho más tardía; se trata de que cuando lleguemos aquí no tengamos que echar de comer de inmediato, de allí salimos cuando los pastos ya están apurados".

Alicia es una jefa involucrada. "Está muy comprometida con este empeño; subir y bajar es un gasto muy grande, pero no se desanima. La lidia del toro no es algo que le obsesione; prefiere venir aquí, ver a sus toros en el campo y eso le basta. Tiene raíces con la zona; su padre es de Huélamo, en Cuenca, a apenas 30 kilómetros de aquí, y su madre viene de Terriente".

Dos toros en plena disputa, con un tercero de juez.
Dos toros en plena disputa, con un tercero de juez.
Laura Uranga

A Tomás le encanta Albarracín. "Esto es muy diferente a La Mancha, mi tierra natal, y esa diferencia se nota sobre todo en los veranos. Allá hay más de 40 grados y aquí andas por los 20, más llevables, así da gusto". Con los animales se sigue un protocolo. "Cuando se acerca su lidia se les da un pienso especial para el engorde, con la idea de que no pierdan masa muscular. No se trata de atiborrarlos de maíz, porque eso amenazaría su hígado. Cuidarlos es complicado, porque cuando comen y están gordos, todos quieren mandar, es su instinto. Las peleas son continuas, se hieren, hay que efectuar curas… para controlarlos hay que echar mano de los bueyes, los perros y los caballos, son claves. El encaste del toro en la finca es el de Santa Coloma; toros bajos pero muy bien formados, ideales para lidia. Tomas lo califica de encaste duro, de los que generan respeto. "No los torea cualquiera; tenemos un torero, Sergio Serrano, que nos ayuda mucho en el proceso".

El mayoral no para nunca de trabajar. "El día de Navidad vas a casa y ves a la familia, y poco más; el resto del año los veo a días sueltos, cuando vienen de visita o bajo yo de rebote. El trabajo diario es duro en Albarracín; cuando te levantas toca revisar al ganado, a ver si no ha habido sorpresas en forma de peleas. Luego toca dar de comer a los más pequeños, los recién destetados, porque si no se desarrollan bien no se hacen toros. Luego seguimos con los demás, y hay que revisar alambradas, reparar lo que haga falta, pasar por la otra finca en Bronchales, donde están la mitad de las vacas... Estos dos últimos años, como ya imaginarás, las ventas han sido muy flojas por la pandemia; ahora mismo, entre las dos fincas, hay algo más de 600 cabezas. El futuro debe ir a mejor".

La trashumancia o 500 kilómetros dos veces al año en busca de pastos

La trashumancia de las reses supone toda una experiencia para cualquiera, incluso para alguien avezado en el trato con ganado bravo como Tomás. Cuando el ciudadrealeño supo de esta costumbre de la ganadería de Alicia Chico, la halló muy complicada. "Llegué aquí en febrero de 2014; no había nadie, y desde luego no conocía el camino trashumante. Una semana antes de subir con el ganado, la gente que la hacía anteriormente se echó atrás y pidieron el doble de dinero; en Vilches estaban a 50 grados, las vacas se nos salían de los cercados y el ganado corría peligro. Fui allá, llamé a cuatro amigos y les dije que nos íbamos para Teruel; me preguntaron si era en coche –ríe– y les dije que sí, claro. No, en serio, uno de ellos ya la había hecho en su día, y pusimos nuestra confianza en el instinto de los bueyes para tirar adelante. Tardamos 35 días, casi 500 kilómetros".

Esos días se duerme a la intemperie, en tiendas. "Cruzamos los pueblos lo más rápido posible, y por la noche hay varias opciones; hubo quien las tenía dando vueltas toda la noche, alternándose en guardias, pero eso era un desastre, las vacas se iban en busca de sembrados. Por suerte, con el pastor eléctrico y una batería puedes acotar un espacio grande con seguridad; además, así descansamos. Por la mañana les damos de comer, y a hacer kilómetros".

Tomás ha hecho la travesía 14 veces, siete en cada sentido. "Cuando subes de primavera a la Sierra es una sensación muy buena, y también disfruto de bajada cuando paso por mi pueblo, ya que la vereda va por ahí". Por cierto, la trashumancia se hace con las vacas, los toros van en camiones. Demasiado riesgo.

La selección de ganado, tarea clave del mayoral

La soledad forzosa de la finca la maneja Tomás con filosofía. "A ver, lo que más echo de menos es estar con la familia, pero hay tanto trabajo que no me queda mucho tiempo para ponerme nostálgico. La selección es la parte fundamental de mi tarea; antes no era demasiado ortodoxa y es algo que me quita el sueño muchas veces, hay que afinar ahí al máximo, y pulir la mirada lleva años; ahora puedo decir que estoy empezando a ver algo –ríe– y seguiré aprendiendo hasta que me jubile, como mínimo. La genética del bravo es complicada; de un semental bueno y una vaca buena tendría que salir algo bueno, y a veces lo que llega es borde o berdugo como decimos en mi tierra; no es cosa de matemáticas".

Para dar en la diana hay que hacer pruebas con los terneros desde pequeños. "Se precisan al menos dos camadas, se estudian desde añojos y hay que ver si los hermanos y hermanas, que se suelen ir alternando cada año, van sirviendo para la lidia; si no, funcionan para las calles o como animales de presentación".

Tomás envía muchos toros a los encierros de la zona y a diferentes poblaciones de Castellón con ese mismo fin, los populares ‘bous al carrer’. "Aquí hay mucho encierro de campo, y en la provincia vecina también, tenemos buena salida. El toro muy bravo tampoco vale para las calles, tienen un peligro extra; deben ‘mansear’ un poco porque no se entrega y dura más en la carrera". El ganado de lidia suele pasar unos tres o cuatro años en la finca si van para lidia, algo menos si es para las calles. "En el pueblo de Alicia, Terriente, llevamos cuatreños y hay valientes que corren, incluso recortadores, que en Aragón tenéis varios muy buenos, pero lo normal para las calles es llevar un eralico y que la fiesta fluya".

Tomás no descarta estar en Albarracín dentro de una década. De hecho, responde a la manida pregunta con una sonrisa. "No me importaría en absoluto, estoy a gusto. Esto es muy bonito".

Artículo incluido en la serie 'Aragón es Extraordinario'.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión