aragón es extraordinario

Yolanda Magallón: cuando el cielo tampoco es el límite

La atleta turiasonense, radicada en Santa Cruz de Moncayo, acaba de atravesar España en bicicleta; además, conduce la UVI móvil de Tarazona

Yolanda Magallón, en la piscina cubierta de Tarazona, donde imparte clases de natación
Yolanda Magallón, en la piscina cubierta de Tarazona, donde imparte clases de natación
Laura Uranga

Yolanda Magallón es turiasonense de nacimiento, crianza, corazón y cabeza. Actualmente, empero, reside a cuatro kilómetros del parque de Pradiel de Tarazona, y a cinco del Polideportivo Municipal de la ciudad bañada por el Queiles; concretamente, en Santa Cruz de Moncayo. Abusando del afán metafórico, también se podría decir que España entera es su jardín, porque acaba de recorrerla de punta a punta. A lomos de su bici Orbea, Yolanda completó hace un mes la Ibérica Traversa, una prueba de 1.713 kilómetros entre Irún y Tarifa, con 30.000 metros de desnivel positivo en total y ciertas reglas de juego que la hacen única. La del ultrafondo y la autosuficiencia en carrera es una de sus muchas facetas deportivas y vivenciales.

“Llevo 15 años residiendo en Santa Cruz; buscábamos casa y pueblo pequeño. Subía bastante por allá a montar a caballo, ya conocía la zona, surgió la oportunidad y estoy encantada. Lo mismo me ocurre con el trabajo; soy técnico de transporte sanitario, conduzco la UVI móvil y el soporte vital básico de Tarazona desde hace 17 años. Cubro las urgencias en las comarcas de Tarazona y Campo de Borja. Es un trabajo compatible con mi vida deportiva y mi ocio; además, es gratificante, a pesar de las situaciones duras que se viven, y más en este último año y medio”.

Lanzarse a la piscina

El deporte siempre ha estado en la vida de Yolanda. “Lo de la Ibérica Traversa surgió de pronto. Con los años, tengo 46, me voy conociendo un poco más –ríe– y me he dado cuenta que me meto en las cosas sin pensar, desde siempre, es un continuo en mi vida. Tengo mis capacidades y fortalezas para afrontarlas, por suerte; el año pasado empecé a probar con pruebas como ésta, de autosuficiencia y resistencia extrema en ciclismo, y me enganchó el asunto”.

En 2020, el nombre del reto para Yolanda fue inquietante: malas tierras, Badlands. Pues de ‘bad’, nada de nada: muy ‘good’. “El recorrido era de 724 kilómetros, con 1.700 metros de desnivel; suponía hacer Granada-Almería-Granada en siete días. Al final lo terminé en seis, y me gustó mucho no saber cuántos kilómetros iba a hacer cada día, dónde iba a comer o dormir… te ibas regulando. Hicimos amistad varios de los participantes, que derivó en un grupo de Whatsapp; por ahí llegó el tema de la Ibérica”.

Lo de reto se queda corto; burrada es más atinado. “Una semana después de acabarla me di cuenta de la dimensión de la prueba; 12 días, 12 horas diarias, unos 150 kilómetros diarios de media con unos 2.800 metros de desnivel al día. Ha sido increíble, aunque también tengo un gran recuerdo de otra prueba que hicimos hace unos cuatro años por equipos, fuimos cuatro chicas de Zaragoza: la Madrid-Lisboa de ‘mountain bike’, 700 kilómetros sin parar por relevos. Pedalear de noche fue muy especial, daba un poco de miedo, pero al mismo tiempo era fantástico”.

Yolanda, entrenando en las inmediaciones de Santa Cruz de Moncayo.
Yolanda, entrenando en las inmediaciones de Santa Cruz de Moncayo.
Laura Uranga

Buscarse la vida

Las pruebas de ultrafondo como la Ibérica Traversa o la Badlands se suelen hacer con bicicleta ‘gravel’, de ruedas anchas tipo ‘mountain’ y manillar de carretera. “A la hora de llevar tu equipaje cuentas con unas bolsas especiales que se acoplan a la bici, y tratas de viajar con lo menos posible; yo preferí buscar una cama cada etapa, pero hay quien se apaña con la colchoneta y el saco para optar por el vivac. Tienes la ruta, pero la filosofía es buscarte la vida cada jornada. Había marcado los pueblos donde había servicios, pero sin reservar nada; decidía dónde iba a dormir al mediodía de las etapas, cuando ya veía más o menos hasta dónde iba a llegar. Había etapas de más de 100 kilómetros donde no pasabas por ningún pueblo”.

Vídeo de Yolanda Magallón de Santa Cruz de Moncayo en 'Aragón es extraordinario'

La natación es otra pata del esquema vital de Yolanda. “Eso surgió a raíz de la inauguración del espectacular complejo deportivo que tenemos en Tarazona, con piscina cubierta climatizada. Mi amiga Beatriz Villanueva me propuso formamos un club de natación y salvamento hace siete años. Empezamos con niños y ahora tenemos unos 100 practicantes habituales entre peques y adultos; no tenemos fines competitivos, aunque sí hemos hecho un torneo zonal con Cascante, Tarazona, Borja y algún pueblo castellano, para que los niños mantengan la motivación por nadar y disfruten. Estamos orgullosas porque tenemos muchos adolescentes en los últimos años, que han seguido desde la infancia”.

¿Se han agotado ustedes con tanta actividad y versatilidad? Pues sepan (y rabien si son envidiosos) que además de todo lo que hace y de la alegría con que lo hace, Yolanda es de esas personas que transmiten bondad. De cara al año que viene, con la garantía de su constancia y entrega en los entrenamientos, ya otea nuevos retos salvajes. Apuesten por un resultado: llegará a la meta con la sonrisa puesta.

Títulos nacionales, retos alpinos y nuevas ilusiones muy locales

Yolanda viene del baloncesto en el cole y la bici en verano, siguiendo por tanto el postulado de Fernán Gómez con su obra teatral sobre las dos ruedas en el estío; ahora ya no es estacional con esta práctica. “A finales de los 80 se organizó un triatlón en Tarazona, de los pioneros en España, con distancias manejables, y me animé; tenía 14 años. Ya no he parado, y la verdad es que tengo bastante capacidad de sufrimiento; en aquel primer triatlón se nadaba a lo ancho en la piscina unos 500 metros en total, 25 kilómetros de bici y 10 de carrera, algo descompensado pero soportable”.

En cuanto a la competición formal, Yolanda tiene su palmarés lustroso, pero mira hacia adelante con el foco en los retos, más allá de lograr un puesto determinado en una carrera. “La etapa competitiva ya quedó atrás, la disfruté mucho y tengo grandes recuerdos del duatlón y triatlón; gané cuatro veces el título nacional de duatlón cross, que es por montaña, he hecho podio en el triatlón cross y también fui campeona de España en triatlón de invierno. Seguiré corriéndolas, pero ya solamente por disfrutar. En julio del año que viene haremos unos amigos el triatlón de Alpe D’Huez; nadas 2.200 metros en un lago a gran altura, luego 118 kilómetros de bici con cuatro puertos, el último el propio Alpe D’Huez con sus 21 curvas, que le llaman la cima de los holandeses porque han ganado muchos allí cuando llega el Tour, y luego carrera a pie de 20 kilómetros en el alto”.

Balizando, que es gerundio

En Tarazona hay un considerable caldo de cultivo para el deporte popular. “Es bonito ver cómo hay cada vez más gente practicando deporte. Hay muchas mujeres corriendo, muchos niños en las escuelas deportivas, un ‘boom’ de la bici, la natación… es una gozada. Ahora me he metido en otro proyecto, que tomó forma en los meses más duros de la pandemia”.

En el término de Santa Cruz hay mucho monte bajo. “Propuse al Ayuntamiento una iniciativa para recuperar senderos y balizar recorridos de trail de iniciación, para que la gente se fuese animando. Conseguimos el apoyo de la comarca y se aprobó; uní fuerzas con unos amigos sorianos de la firma Keltris para ejecutar la primera parte del proyecto, y lo hemos ofertado a toda la comarca, con la idea futura de conectar todos los municipios por una red de senderos practicables. La segunda fase ya está en marcha y vamos a ejecutar en noviembre seis recorridos en seis municipios: San Martín de la Virgen del Moncayo, Litago, Lituénigo, Trasmoz, Alcalá de Moncayo y Los Fayos”.

Artículo incluido en la serie 'Aragón es Extraordinario'.

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