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Los secretos más enigmáticos del Alto Gállego: brujería entre paisajes pirenaicos

Desde inicios del siglo XV hasta mediados del XVII la caza de brujas en el Pirineo aragonés fue muy recurrente, naciendo tradiciones y leyendas disponibles para los visitantes a lo largo de muchas localidades oscenses.

Espectáculo de brujas en Piedrafieta de Jaca.
Espectáculo de brujas en Piedrafieta de Jaca.
Oscar Latas Alegre

Durante toda la historia de la humanidad han existido las supersticiones y los temores a aquellos que propagaban el nombre del diablo en sus rituales. Uno de los casos más sonados en España ocurrió en Aragón, concretamente en los valles pirenaicos de Huesca, donde se puso en marcha un desaforamiento severo a todas aquellas personas acusadas de practicar brujería. La leyenda dio paso a la tradición y desde la constancia de sus inicios en el siglo XV hasta el actual siglo XXI han perdurado lugares y nombres de parajes únicos para visitar en un viaje imaginativo al pasado.

La comarca del Alto Gállego ofrece una ruta continuada de localidades con resquicios de brujas en el pasado, pasando por Orna de Gállego, al sur de Sabiñánigo, hasta la zona norte de la región con Piedrafita de Jaca, cuyos habitantes son conocidos como “brujos”. Algunos de los lugares más atractivos tanto estética como históricamente son los siguientes:

Valle de Galliguera

La Galliguera es un área natural que comprende una gran parte de los pueblos de la ribera del río Gállego, donde también destacan Ayerbe y Loarre. Comenzando esta ruta esotérica, se llega a la primera parada al sur de Sabiñánigo, en Orna de Gállego. Siguiendo la cuenca del río hacia el norte, se llega a la fuente de la Bruja, una de las primeras referencias a este tipo de personas tan perseguidas siglos atrás. Descendiendo por la cuenca, a 15 kilómetros, se halla la localidad de Belarra, que también aporta su granito de arena con la leyenda de las Dos Abuelas, un relato atribuido a varias zonas que cuenta la historia de dos mujeres que sobrevivieron a una epidemia de peste que aniquiló a toda la aldea de Larrué, bajando a pedir limosna hasta Belarra. El origen de estas dos abuelas siempre fue una incógnita, quedando asociadas sus figuras a posibles rituales de brujería.

Valle de Basa

Yebra de Basa se alza como el estandarte del valle de Basa, una zona gobernada por el particular Olimpo mitológico oscense, el monte Oturia, una montaña que domina las cuencas de los ríos Basa, Gállego y Ara. Cuenta la leyenda que en Yebra de Basa estuvo escondido el Santo Grial en el que bebió Jesucristo durante La Última Cena, así como que el monte Oturia sirvió de escenario para rituales de conexión con el más allá, atestiguando asentamientos de ermitaños en toda la zona.

Ermita de Santa Orosia en Yebra de Basa.
Ermita de Santa Orosia en Yebra de Basa.
Oscar Latas Alegre

En el solsticio de junio se celebra la fiesta de Santa Orosia, patrona de Jaca y fallecida en Yebra: se peregrina durante tres horas por siete lugares de culto hasta llegar a la propia ermita del mismo nombre. Durante el trayecto se pasa por las ermitas de San Angusto, Coronillas, Arrodillas -en referencia a las marcas que dejó la santa con sus rodillas-, San Cornelio, la Cueva -donde hay una cascada de 55 metros-, la ermita de Santa Bárbara y la de la Cruz, antes de terminar en la ermita de Santa Orosia.

Según el experto en brujería Ángel Gari, “este lugar sagrado fue, junto a la catedral de Jaca, el destino elegido para buscar remedio y consuelo por endemoniados del norte de España y sur de Francia hasta el siglo XX”.

Valle de Acumuer y Sía

Entre los valles del Aragón y Tena, aparece el valle de Acumuer, al norte de Sabiñánigo, en honor a la pedanía de Acumuer, actualmente con tan solo una docena de habitantes. Mientras se observa en su territorio una piedra perforada llamada Bolo del Diablo o las típicas chimeneas pirenaicas cubiertas con un tejadillo y un ‘espantabrujas’ que evitaban que estos entes entraran a las casas, Acumuer ofrece la historia de un supuesto brujo en Biescas que se hacía pasar por barbero. Tras viajar la pequeña localidad, logró convencer a tres oriundos del valle para hacer una visita volando a las brujas de Toulouse, al sur de Francia. No obstante, durante el trayecto se arrepintieron y se dieron la vuelta de regreso a España.

Si se continúa por la N-260 rodeando la localidad de Biescas se llegará al valle del Sía. La provincia de Huesca está repleta de poblaciones vacías que en su día gozaron de habitantes, como es el caso de Espierre, lugar al que se llega tras tomar un desvío desde Gavín. En Espierre hay un montículo con una abertura donde se creía que habitaba el diablo, una presencia que se va notando cada vez más en las nomenclaturas de los lugares conforme se sigue la ruta.

A menos de seis kilómetros en coche -se puede tomar el GR-15 desde Gavín si se quiere llegar a pie a través de los senderos- está el pueblo de Yésero, uno de los más importantes del valle a finales del siglo XV que puede presumir de estar rodeado de bosques, montañas y barrancos, como el Barranco del Infierno. Si se avanza hasta la zona de Cortillas y Basarán, con vistas a los ríos Gállego y Ara, se encuentra Sarradiblo o Sierra del Diablo una vasta cordillera que se extiende hasta el mencionado monte Oturia que estaba poblado de ermitaños.

Calle de Yésero
Calle de Yésero
Laura Uranga

Valle de Tena

Biescas se erige como el punto previo a entrar de lleno en el valle de Tena, cuyas historias sobre brujas son de las más comunes y célebres. Ya en los alrededores que separan la ruta desde la localidad hasta la ermita de Santa Elena se pueden encontrar diferentes emplazamientos como los del estrecho de Santa Elena, donde está la fuente de Maribuena, una divinidad femenina que habita en las cumbres de las montañas, y la cueva Traconera, referencia a un dragón como representación arcaica del diablo. Otros lugares evocadores son la Caseta de las Brujas, el barranco de las Brujas, la Garganta del Diablo, el Salto del Diablo...

Conforme se va subiendo hasta el embalse de Búbal, los bosques adquieren un carácter animado, como si también quisieran formar parte de la leyenda. En las inmediaciones aparece Hoz de Jaca y su Huerto de las Brujas junto a la cueva Encantada, si bien en la tradición oral se conservan reuniones esotéricas en la pardina de Lartosa, cubierta actualmente por las aguas del pantano de Búbal. Sin embargo, la joya de la corona en lo que a flora respecta se la lleva el bosque de Betato, una larga extensión de hayedos que conectan físicamente el municipio de Piedrafita de Jaca con Tramacastilla. Mientras se disfruta de las vistas desde el barranco de Gorgol o de la subida hasta el ibón de Piedrafita, el visitante puede imaginarse jugando con los duendes que pueblan este bosque, así como pillar de improviso a algún grupo de brujas en plena reunión clandestina.

No es casualidad que a los vecinos de Piedrafita se les conozca con el sobrenombre de ‘brujos’, una idiosincrasia que recientemente han potenciado con la apertura de un centro de interpretación sobre la brujería con información muy detallada, tanto de la persecución real que sufrieron muchos vecinos desde el siglo XV al siglo XVII, hasta los vestigios que han perdurado de entre tantas leyendas de brujería cubiertas por la bruma de los paisajes pirenaicos.

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