aragón es extraordinario 

El Pueyo, icono barbastrense

El monasterio aloja actualmente a la congregación católica del IVE, que tiene en el enclave aragonés un centro de formación de alcance mundial;se hacen visitas guiadas y hay servicio de hospedería

Domina todo el paisaje del Somontano de Barbastro, y es epicentro de fervor para una veintena de pueblos de la contornada, que se turnan año tras año para acudir en romería hasta allá. El Monasterio de El Pueyo tiene más de 900 años de historia, y atesora la autoridad que le confiere la devoción popular por su perfil y significación espiritual. Como en muchos otros casos, una aparición mariana está en la génesis de su construcción, siendo el pastor Balandrán el representante local del gremio más proclive a estos bienaventurados sucesos. Eso sí, del Pueyo acabó Balandrán de primer capellán (un pío pareado) y allá descansaron sus restos durante siglos.

Balandrán era de Morilla, a dos kilómetro de Ilche y a 17 kilómetros de la ubicación del monasterio. En 1101, mientras se hallaba con su rebaño de ovejas en la zona del Pueyo, vio un resplandor entre las ramas de un almendro; era la Virgen, que le pedía que la ciudad de Barbastro levantase una capilla en el montículo contiguo. Así lo cuenta el hermano Jairus Santos, de Filipinas, que reside, ora y labora en el monasterio desde 2018. Habla un español más que decente, aunque sus idiomas cotidianos en esa antigua colonia española eran el tagalo y el inglés. “A la primera capilla siguió la ampliación a una iglesia más grande, y luego se hizo la casa para los canónigos. Pasaron los siglos hasta que a finales de 1889 llegaron los monjes de Montserrat para empezar aquí vida monástica; habían pasado primero por Adahuesca, en la ermita de Treviño, pero no se decidieron a construir un monasterio allá y sugerencia del obispo, llegaron aquí pocos años después”.

Otras congregaciones

Jairus aclara el trayecto del monasterio en el último siglo y medio. “Somos 15 hermanos y seminaristas ahora, tenemos tres sacerdotes, pero no somos benedictinos, ellos estuvieron hasta 1962 aquí. En la guerra civil martirizaron a 18 monjes jóvenes del Pueyo, y luego de esa tragedia se trató de recuperar la vida monástica aquí, pero fue imposible; llegó a haber un solo monje en 1960. La orden pidió a los claretianos que llegaran aquí, y estuvieron 47 años, desde 1962 hasta 2009, cuando nosotros les reemplazamos; somos la congregación católica del Instituto del Verbo Encarnado. llamado IVE”. Cuando llegó el IVE Se inició una nueva etapa de vida monástica en el lugar, basada en el ‘ora et labora’ (reza y trabaja).

Esta joven congregación se fundó en Argentina en 1984. “Tenemos rama de vida activa y rama monástica: esta segunda es la de aquí. El Pueyo es una casa de formación para toda la congregación; tenemos seminaristas de Estados Unidos, Brasil, Italia, Argentina, Ucrania… también hay dos españoles, uno de Madrid y otro de Cádiz”, explica Jairus. También se reciben visitantes en la hospedería.

El interior

Junto a la entrada de la iglesia hay una tienda de recuerdos, y ahí se conciertan igualmente las visitas guiadas. El templo llama la atención por las estatuas de monjes que jalonan el templo en los laterales: son los mártires de la guerra civil. Un total de 15 de los 18 jóvenes ejecutados están enterrados bajo el altar de la iglesia. “Los cuerpos de los otros tres, que fueron ajusticiados en otra fecha y otro sitio –apunta Jairus- no se han podido recuperar. La iglesia es del siglo XIII, tenía la entrada al fondo antiguamente, donde ahora está la cruz; el coro estaba en alto, pero los monjes benedictinos lo derrumbaron y lo bajaron al nivel del suelo. El retablo es moderno, suple al que fue quemado en la guerra civil junto a buena parte del interior de la iglesia; aún se ve zona ennegrecida en la cúpula, donde se representaba la Asunción de la Virgen, que ahora solo se intuye”.

La vigente imagen de la Virgen del Pueyo en el templo también es posterior a la contienda civil, exactamente de 1939, con San Antonio María Claret y San Benito de Nursia a los lados, huella del paso de sus órdenes por aquí. Hay cuadros de Dieguillo Gutiérrez (atribuidas inicialmente a su coetáneo Francisco Bayeu) en el camarín de la Virgen, con escenas de la vida de Nuestra Señora como la Visitación, la Anunciación, la Natividad y la Adoración de los reyes, así como personificaciones de las virtudes cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y templanza.

La estatua-sepulcro de Balandrán también está en las dependencias del monasterio. Hay una tradición local que dice que la moza que pueda abrazar la estatua desde la cabeza a los pies tiene permiso para casarse, pero si no puede, pues no; hacerlo de modo literal es casi imposible, pero de todos modos, las mozas abrazaban y abrazan el sepulcro, deseosas de tener suerte de cara al himeneo. En 2013, por cierto, el papa Francisco beatificó a los mártires del Pueyo, y se les hizo un nuevo altar en el templo del monasterio. El verano que acaba de terminar ha sido muy animado en el monasterio en cuanto a visitas, con la actual capacidad de la hospedería al máximo. Las habitaciones actualmente en uso se rehabilitaron gracias a la intervención de los Amigos del Pueyo, agrupación que cuenta con casi 350 socios y realiza aportes económicos significativos cada año. La preside Jorge Belloc y es un pulmón para que ese rezador y laborioso espíritu siga su camino.

El rosario de romerías al monasterio quiere reemprender su cadencia habitual

La silueta del monasterio sobre su montículo, con viñas y olivares en las faldas, tiene un efecto magnético. Las romerías que llegan hasta allá son multitudinarias, factor que las ha afectado poderosamente (o anulado directamente) en los dos últimos años, limitándose las fervososas andadas a iniciativas bajo el formato de pequeña escala. Barbastro y Berbegal comienzan cada año la ‘temporada’ de romerías al Monasterio; tras ellos, más de 50 pueblos siguen la tradición. El primer hito anual en este contexto es el Lunes de Pascua, y los rosarios humanos de diversas procedencias siguen haciendo acto de presencia hasta el inicio del mes de junio. Echando la vista atrás, la primera romería fue en sentido contrario, y la protagonizó Balandrán al llegarse hasta Barbastro para comunicar la voluntad de la Virgen a las autoridades de la ciudad. Naturalmente, la primera reacción fue recelosa, cuando no burlesca, algo que sufrían muchos pastores cuando comunicaban estas apariciones marianas. Sin embargo, una marca en su rostro sirvió para suscitar el respeto y la confianza de quienes le escucharon en Barbastro. De entre todos los pueblos que hacen la romería al Pueyo hay que destacar al de Antillón, porque hay pruebas documentales de que su caminata devota hasta el monasterio data de hace más de ocho siglos. Después de Barbastro y Berbegal, luego sigue Morilla en honor a su hijo Balandrán y después el resto de pueblos. Entre los visitantes extranjeros, como manda la lógica, los franceses son mayoría, aunque también llegan muchos devotos desde Alemania.

Artículo incluido en la serie 'Aragón es Extraordinario'.

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