aragón es extraordinario

En Gea de Albarracín saben que más vale maña que fuerza en la petanca

El veterano grupo local de practicantes se reúne diariamente a practicar y pasar un buen rato, sin dejar por ello de jugar con las reglas estrictas, como Bond y Goldfinger al golf

Para jugar tienen horarios fijos y cambiantes a la vez; mandan los fríos y calores, y los cambios se quedan quietos en cada periodo. Juegan por afición y diversión, pero no bromean con las reglas y no ha lugar a las trampas: manda el ‘fair play’. Mari Carmen, Alicia, Carmen, Ángeles, Isabel, Pilar, Luisa, Modesta, Vicenta, Miguel y Constancio conforman el Grupo de Petanca de Gea de Albarracín; veteranía, entusiasmo y dedicación por arrobas que se nota desde el mismo momento en que se presentan a los recién llegados con sus nombres. "Está aquí la mayoría del grupo; falta otro Miguel, que colabora mucho con nosotros, y alguno más que está en verano y ya ha marchado para la ciudad, a Valencia una y a Zaragoza otra», explica Alicia. «La mayoría de los que ves estamos aquí el año entero".

Una nutrida representación del grupo se ha personado en el parquecillo del Rastro a deshora –en pleno mediodía: no es la que marcan los cánones– junto al puente sobre el río Guadalaviar. Ahí está la pista de petanca del buen tiempo. "Ese otro rincón del sol que tienes a la entrada es la Moncloa, llamado así porque éstos –señala a cuatro vecinos– se ponen a comentar política allá. Tenemos un paraje estupendo, un camino junto a nuestro río por donde se pasea muy a gusto. Hace unos años ni veíamos la corriente, pero arreglaron esta zona y por aquí se sale hasta casi al antiguo convento de las monjas clarisas, que ahora ocupan los hermanos de la Cruz Blanca. El día 22 de noviembre se va a preparar una andada y una carrera por este paseo; el río da vida al pueblo, son dos kilómetros desde el azud que han dejado muy majos".

Constancio Aznar es el portavoz del colectivo; y está casado con Mari Carmen, otra de las jugadoras. "Sí, fue él quien nos animó a todos a jugar más y tratar de mejorar –explica Vicenta– y la verdad es que nos encanta». «Tenemos –aclara Constancio– otra pista en el lado opuesto del pueblo, en un parquecillo junto a la ermita, pero es muy calurosa para el verano. Aquí nos hicieron la que ves, tenemos sombra y estamos muy bien; prolongamos la temporada por delante y por detrás del verano, y solo paramos en el invierno más crudo".

Vídeo de la petanca de Gea de Albarracín en 'Aragón es extraordinario'

A la hora de revelar los nombres más ‘hachas’ del juego en Gea, no se mojan. "Somos parejos, parejas más bien porque somos casi todo mujeres, y también te digo –apunta Mari Carmen– que como todos los juegos de precisión, en éste depende mucho del día que tengas". Es como el golf, vamos; un día no fallas una calle y otro pasas la mañana sacando ‘lonchas’ y acertando en cada búnker.

"Es que es así –corrobora Miguel– porque lo de las rachas es tremendo. Ayer por la tarde les gané todas las partidas a las cartas, y luego no di una en la petanca". Mari Carmen revela que "Vicenta, aunque sea la más mayor con sus 88 años, tiene una puntería tremenda. Pilar como tiradora también le pega muy bien, Luisa y Ángeles lo mismo. En estos tres últimos años hemos mejorado". Las aludidas dicen que Alicia y Mari Carmen también son muy buenas. "Este año ganaron el campeonato ellas dos con Nieves, que es la que está en Valencia. Lo pasamos muy bien, que es lo importante, nos reímos mucho y vamos a matar la bola del contrario. Y picamos un poco a Constancio, que es el ‘matador’, nos tiene acobardadas con sus tiros", ríen varias de las jugadoras, antes de asegurar que la fuerza no lo es todo en este deporte, ni mucho menos. "El experto en esto dice que si a la petanca quieres ganar, no te canses de arrimar". Pues eso.

«Esto es pasar un buen rato, picarnos un poco entre nosotros y ya está”

Las reglas de la petanca son conocidas, pero no viene mal un recordatorio, y Constancio se presta a dar los matices que se le escapan al jugador ocasional o mirón de piedra vocacional. Lo primero es nombrar a la pieza capital del juego, la más pequeña. A pesar del nombre, no es un juguete, ni un redonde de ternera, ni un barquito de pesca. "El boliche, la bola pequeñita que se lanza en primer lugar desde el fondo de la pista, tiene que caer entre las dos marcas verdes que hay de mitad adelante; es parecido al saque del frontón. La primera marca está a unos seis metros y medio y la segunda a 10, la pista mide unos 12 metros; lanzamos metidos en el círculo portátil que usamos para marcar el sitio de lanzamientos, suele ser de plástico o de madera; usamos uno con unos tornillos para poder recogerlo fácilmente con este artilugio que te va a enseñar Miguel".

Miguel, que cumplió 90 años hace unos días, saca una pequeña ventosa cónica imantada sujeta a un cordel, que le trajeron de Teruel y que permite coger el boliche del suelo sin doblar las rodillas; un fenómeno, Miguel, aunque el título de campeona se lo adjudica el grupo a su esposa, Vicenta, de 88. No es el único poseedor de tan curiosa herramienta, aunque a alguna jugadora no le gusta nada, prefiere el ejercicio; es el caso de Luisa. «Para los que no pueden agacharse es una maravilla que les permite seguir el juego sin problemas», explica Alicia.

La explicación de Constancio sigue sin prisa... y sin pausa. "Verás que hay bolas oscuras y plateadas, pesan casi 800 gramos, les llamamos negras y blancas, corresponden a los dos equipos. Si una negra está muy próxima al boliche, el equipo que lleva negra va ganando, y los rivales tienen que acercar más la blanca o tratar de apartar la negra del rival si está tan cerca que no se le puede ganar arrimando. Hay arrimadores y tiradores; pegar pegan algunos, pero hay que tener fuerza y puntería, fallar es más fácil".

La puntuación de cada encuentro depende de las segundas y terceras bolas al final de las partidas. Se corta la puntuación de cada una cuando se comprueba la bola más cercana al boliche en el bando perdedor; todas las bolas del ganador que estén más cerca del boliche que la primera del perdedor puntúan. Es decir, el máximo de puntos que puede sacar un equipo por partida es de seis.

El grupo no olvida nunca el metro para dirimir las partidas que están muy igualadas tras acabar todos los lanzamientos. "A veces se necesita, porque si hay medio centímetro de diferencia es suficiente; si hay empate, cada uno sigue tirando hasta que se desempata. Para acabar un encuentro hay que sumar 13 tantos, y lo más habitual es jugar por tripletas; se lanzan seis bolas, dos por cabeza, o tres si se juega por dupletas. Solemos jugar tres o cuatro partidas cada tarde, quedamos a las cinco en este tiempo de ahora, y a las seis y media en pleno verano; solemos durar hora y media aquí, aunque las partidas no tienen una duración fija. En diciembre, enero y febrero paramos. Demasiado frío".

De competir con otros pueblos no se ha hablado formalmente. "Nos gusta la tranquilidad; esto es pasar un buen rato, picarnos un poco entre nosotros y ya está. Hacemos un campeonato anual, sorteando los equipos para hacerlo justo? Lo hacemos, y el Ayuntamiento lo apoya. Con eso basta".

Una edificante visita a Cella para aprender del gran fenómeno local

Eso de que los pueblos vecinos suelen andar a la greña no siempre es cierto... o quizá dependa la cosa del talante de cada uno. Constancio y Mari Carmen, por ejemplo, recuerda que en Cella, además de afición, hay más experiencia acumulada y grandes campeones. "Allá tienen hasta un medalla de oro europeo y varias veces campeón de España, un chavalín buenísimo, y no solo él, más gente de su familia juega mucho. Fuimos a una convivencia deportiva con ellos en 2019 y nos trataron muy bien, ellos también vinieron aquí; a ver si repetimos el próximo verano con Cella o algún otro pueblo cercano. Allí juegan en la fuente, junto a la plaza de toros, y hacen torneos en la plaza; también tienen muy buenas jugadoras".

Los entusiastas de Gea se refieren a los logros de Jesús Escacho, quizá la mayor promesa de la petanca nacional; a sus 20 años, este zaragozano de nacimiento compite ahora con los colores de La Salceda, en la localidad murciana de Torres de Cotillas, pero Cella lo considera uno de los suyos por arraigo. «El mozo nos enseñó a jugar en arena en aquel encuentro de Cella, lo hacía levantando mucho la bola y dando giro de muñeca, en arena no se puede ir a rodarla. Queremos seguir aprendiendo».

Artículo incluido en la serie 'Aragón es Extraordinario'

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