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Rubielos de Mora, la siempre loada, nunca deja de epatar

La localidad estuvo en la lista original de los pueblos más bonitos de España desde 2013 y un paseo por sus calles hace entender al más pintado las razones de tantas alabanzas

Gracias a su casco antiguo, a mil y un detallitos en un rosario de lugares hermosos, Rubielos de Mora es oficialmente uno de los pueblos más bonitos de España desde 2013, el año en el que se estableció la lista. Una conocida marca chocolatera, Ferrero Rocher, lo destacó hace cinco años como el más ‘escoscao’ y reluciente de toda España; dos años después estuvo a punto de albergar las campanadas de Año Nuevo de una cadena nacional, aunque al competir con otra localidad turolense, Valderrobres, el apoyo local se dividió en las votaciones.

Carlos Casares, guía turístico del pueblo, hace unas recomendaciones iniciales para la visita, que caen en la categoría de las insoslayables. “Quienes descubren el pueblo por primera vez lo hace por uno de los dos portales que quedan en pie; son medievales, del siglo XIV. Generalmente el más señorial de ellos es también el más usado, el portal de San Antonio. Además, tiene acceso directo a la plaza del Ayuntamiento, que a su vez alberga la Oficina de Turismo. Recomiendo siempre visitarla, porque siempre saldrán con pautas aprovechables para la visita, si van por su cuenta, o pueden anotarse a una guiada. La gente suele venir unas horas y complementa luego el día con el pueblo vecino, Mora de Rubielos. Eso sí, tenemos muchos lugares para pernoctar y alicientes para quedarse más de una noche”.

Lo más destacable en materia arquitectónica es quizá la colección de casonas solariegas y palacios que tiene Rubielos, una veintena larga. Carlos, que ejerce su trabajo con entusiasmo genuino, da detalles al respecto. “A pesar de que casi todos ellos son de titularidad privada y no pueden visitarse por dentro, hay una red de paneles informativos que permite saber de ellos en profundidad, y sus fachadas sí están a la vista, naturalmente. Cuando ciertos propietarios están en la localidad, suelen abrir el portón y permitir la visita hasta el zaguán, sin olvidar que la pandemia sigue ahí y deben respetarse las distancias de seguridad. Los elementos rematados en los materiales más comunes, como la piedra de la zona, sobre todo la caliza, y la forja de hierro, brillan de manera especial. No hay cantera de piedra en activo en Rubielos, pero sí en la zona de Linares, Puertomingalvo o Cantavieja; sí las hay de arcillas en el término”.

Reconocimientos varios

Carlos explica que Rubielos tiene más premios. “Tenemos el Europa Nostra de 1983, y lo de Ferrero Rocher también fue un antes y un después; incrementó el volumen de turismo en las fechas navideñas más de un 600% aquél año. De hecho, la iluminación navideña que se colocó a raíz de esta distinción se quedó en gran parte aquí, y se reinstala cada invierno; en vez de concentrarse en un punto, se diseminan por todo el conjunto patrimonial”.

Rubielos de Mora pertenece a otro club de los exclusivísimos, escarapela que luce con orgullo. “También formamos parte de la red Cittá Slow, que se centra en el estilo imperante en la vida de Rubielos de Mora. Es un contrapunto a la vida ajetreada de las urbes, por lo que buena parte de la provincia de Teruel podría entrar en este conjunto. Se alude más aquí al modo de vida que a la estética;hay 12 pueblos afiliados en toda España y solamente hay dos en Aragón, Benabarre y nosotros”.

Las farolas y la forja

La forja es un elemento trascendental en el devenir de Rubielos de Mora. Históricamente, los pueblos pequeños tenían un herrero, dos a lo sumo. Aquí había aún en los 80 una cooperativa de herreros y forjadores de Rubielos que llegó a tener 16 miembros, un número importantísimo para un pueblo tan pequeñito. “Ahora estamos en 620 vecinos, en los 80 quizá había un centenar más. Estos números hicieron que la forja siempre brillase aquí. En su día fue un elemento más funcional, ahora es ornamental. Las aldabas y picaportes son expresiones habituales de este arte, pero aquí brillan las forjas de las farolas”, explica el guía.

En este segmento surge un nombre: Manuel Baselga ‘El Herrerico’, ya nonagenario y disfrutando aún de la actividad; sigue haciendo lo que le pide el cuerpo. “Al principio se colocaban pequeños elementos o monotes en la parte superior de la cazoleta de la farola –explica Pîlar Villanueva desde la Oficina de Turismo– vinculados con la ubicación y lo que allí se hacía. La tradición continuó; de hecho, el gremio electricista propuso que en la circunstancia de sustitución de las farolas se siguiera cultivando esta costumbre. Ahora mismo debe haber unas 200 farolas tematizadas, y las más modernas son realmente actuales; incluso hay algún detalle de forja hecho que todavía no ha visto la luz”.

La actualización en este rubro llega hasta las transiciones cronológicas. “La plaza en los que se están instalando actualmente alberga un edificio que tuvo varios usos, desde correos y telégrafos a telefónica; en tres farolas consecutivas se han colocado elementos en progresión, desde un pergamino a un teléfono de pared y un iPhone, con su manzanita mordida. En un futuro hay intención de editar un libro sobre el tema”, explica Pilar.

Los turistas van siguiendo las historias que apuntan los adornos. “A nosotros nos sirve para la visita –corrobora Carlos– porque muchas veces tienen que ver con el oficio que se ejercía en esa calle o casa. Hay una familia que desciende de Francia y tiene la Torre Eiffel en su casa; la zona donde estaba una de las antiguas tabernas tiene una botella de vino, y en la localización tradicional de Casa Mata tiene un cerdo, era uno de los comercios más tradicionales de Rubielos, y sus dueños también tenían secadero”.

Hay otra farola con un pequeño poste de luz de forja en la casa de los electricistas, y una secuencia taurina de otras tres farolas que muestran a los sogueros, los corredores y el toro, por ejemplo. El 16 del julio (no ocurrió en 2020 ni tampoco hace tres semanas) se celebra la patrona, la Virgen del Carmen, y hay toro ensogado por la tarde, seguido del embolado. Hoy sigue en la faena la cooperativa La Zarza, con Alejandro Redón en la coordinación del día a día.

Más puntos clave

El Ayuntamiento era la antigua lonja medieval; allí había sobre todo compraventa de lana, entre otros muchos productos. También tiene su cárcel medieval, con un concepto de humillación relacionado con la exposición directa a los paseantes y vendedores, además de la propia disposición de la celda y una puerta de entrada muy bajita que obligaba a bajar la cabeza. No tienen mucho que ver con la llamativa ruta de cárceles del Matarraña, menos expuestas. En una esquinita del espacio a pie de calle, la oficina de Turismo emerge como una linterna para el visitante. Luce la zarzamora en uno de los muros: es el símbolo de Rubielos.

Pilar Villanueva lleva en la Oficina de Turismo desde el año 2011. Le encanta sacar a la luz los detalles de la especial fisonomía que exhibe su pueblo natal. “El portal de San Antonio era el principal de las siete puertas que hubo en su día; de ahí sale la calle de San Antonio, una arteria básica del pueblo. Ahí mismo se halla el Palacio de Villasegura, el más grande de la provincia entera, con capilla propia consagrada a la virgen del Pilar: se abre cada 12 de octubre. El palacio barroco de los condes de Creixell también es impresionante, así como el antiguo Palacio de Los Condes de la Florida, con su doble alero; fue sede durante mucho tiempo del comercio Bayo”.

El portal del Carmen, junto a la iglesia y el antiguo convento carmelita, es el otro activo en estos tiempos. Si se franquea desde adentro y se mira hacia arriba (con cuidado, que la calle extramuros está ahí mismo y pasan los coches) se puede ver un búho de forja asomando del portal. Es un aviso a los navegantes; dentro de Rubielos hay arte en cada esquina, y conviene abrir bien los ojos para no perderse nada.

Dos grandes artistas locales y dos hermosos museos en su honor

Rubielos de Mora se enorgullece de contar con un artesano, escultor y pintor excepcional en José Gonzalvo, y otro pintor maravilloso, centrado en la abstracción: Salvador Victoria. Ambos tienen en la localidad su museos dedicados, y ambos, por desgracia ya no están entre los vivos. Al de Gonzalvo se entra junto al portal del Carmen; un artista superlativo de talento muy precoz que a los 15 años ya quiso rediseñar el patio del Ayuntamiento. El edificio fue fábrica textil, amenazaba ruina en los años 70 y tiene claustro carmelita en su centro. Lo adquirió el propio Gonzalvo junto a unos amigos y fue dotándolo de discurso en el plano artístico. Además, se creó una Asociación de Amigos del Museo para dar entidad a la iniciativa. Abre nueve meses al año (excepto enero y marzo) y se visita sábados y domingos.

El museo Salvador Victoria está dirigido por Ricardo García Prats y su planta principal está centrada por completo en Salvador Victoria, con un repaso somero de toda su trayectoria; la planta superior, por su parte, alberga La Colección, compuesta por obra de otros artistas. El impulso inicial a esta pinacoteca llegó con la donación de Marie Claire Decay, su viuda, y los fondos han ido aumentado con donaciones espontáneas de los artistas que han expuesto entre sus cuatro paredes. La pintura de Salvador Victoria, que falleció joven, jugaba al principio con una suerte de postcubismo e incluso algo de abstracción; la obra gráfica llegó después y consta principalmente de serigrafías, grabados y litografías. Su figura es enormemente respetada en el universo nacional de la abstracción.

Artículo incluido en la serie 'Aragón es extraordinario'

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