aragón es extraordinario
Lobera se disfruta si vas de ruta
Las posibilidades que ofrece Lobera D’Onsella a los excursionistas que no temen un buen desnivel son muy diversas
Muy cerca de Longás, en cuyas inmediaciones nace el río Onsella, Lobera es el segundo pueblo del valle; #aunque en la actualidad ya dispone de una carretera digna desde Navardún, sufrió no hace tanto del pésimo estado del firme en sus accesos. Como consuelo hay que señalar que las posibilidades para disfrutar de la naturaleza en forma de senderos son múltiples en sus dominios, en la vertiente izquierda del río (con la sierra de Santo Domingo como gran protagonista) y la subida hacia Pintano por el lado opuesto.
José Luis Mayayo es uno de los andarines más apasionados del pueblo, y su avidez de conocimiento del medio natural local ha hecho de sus reflexiones y anotaciones una interesante guía para quien llega con ganas de subir senderos y sorprenderse para bien con los pertinentes hallazgos. “Desde el pueblo hay dos rutas básicas por pista hacia el sur; coger dirección Santo Domingo, con casi 11 kilómetros y remate en la punta de Puy Palanga antes de seguir para la otra cara del monte, u otro hasta Sesayo y Pigalo en dirección Luesia, de algo más de ocho kilómetros hasta la cumbre y otros 12 hasta el pozo, vadeando en las dos el río con facilidad. Salen de la ermita de San Juan, donde está el centro de interpretación del Rito del Herniado”.
Antes del último tramo de subida a Puy Palanga hay una zona de pradera que ofrece una vista magnífica de buena parte de la Bal D’Onsella. Hasta allá llega un sendero directo, con mucho desnivel desde el pueblo; por la pista se asciende más suave. “La zona de arriba era camino de caballería desde siempre. Hay que ir regulando, y conocerse bien, porque los senderos son exigentes”, explica José Luis.
En la zona se ven ciervos y corzos al atardecer. “En los meses de pandemia, con el parón de la caza, han asomado mucho. También es habitual ver aquí águilas reales, los milanos reales y algún azor”. Suele ser común la chocha o pitorra, parecida a la perdiz común, que suele tener plumaje cobrizo y se conoce habitualmente como becada; es más frecuente de ver con la llegada del frío a la zona. “Cada día ves algo diferente, son paseos muy entretenidos. No está lejos Ruita, ni las Torres de Sibirana y el monte de Petilla, por lo que siempre puedes conectar con otras rutas y seguir descubriendo la zona, que es una maravilla”.
José Luis sigue tentando a los amantes de la naturaleza con nuevos argumentos. “El pino royo o silvestre es el más común aquí, pero igualmente encuentras mucho quejigo o cachico. En la zona de la solana aparece mucho el chinebro de bolas royas o enebro. También la carrasca y coscoja. Junto a la fuente Turina, en la zona de la Fariella, se pueden ver hayas, acebos y algún tejo”.
Si se quiere caminar en la otra dirección, hacia el norte, la alternativa más habitual es subir hacia Pintano, con una notable pendiente en la parte final del camino; para volver a Lobera se baja por el antiguo camino de Bagüés, el de Molinedas, haciendo una circular, se pueden ver todos los riegos”.
En otoño, con la temporada de setas, los rebollones son la joya más codiciada de los buscadores locales, que también esperan con ansia la primavera para hacerse con los deliciosos rebozuelos o cantarelus, estrellas en la gastronomía local.
El rito del herniado
En Lobera se practica con pulcritud esta tradición recuperada por la Asociación Cultural Sesayo y Pascual Plano, con la cooperación de Eugenio Monesma. Tiene lugar en la noche de San Juan, en el mágico bosque de la Mosquera. El ‘paso del herniado’ consiste en pasar a un niño a través de un tronco de quejigo (o chaparro, o cachico como se les llama en Lobera) rajado con este fin. Se mantiene abierto el tronco y se pasan al niño entre dos hombres, que repiten la operación tres veces diciendo ‘tómalo, Juan/dámelo, Pedro/herniado te lo doy/sano te lo entrego’.
Artículo incluido en la serie 'Aragón es extraordinario'.
