aragón es extraordinario

Alfambra y un reloj que sí marca las horas

Situado junto a la ermita de Santa Ana, este curiosísimo aliado de Cronos se sirve del sol y un elemento humano para acertar con la hora

Víctor Castellot, actual juez de paz de Alfambra, se ha dedicado a la agricultura toda la vida. Desde lo alto del cerro, a la sombra del Cristo Redentor, muestra las viviendas de su padre y su madre a ambos lados del pueblo, y relata cómo se conocieron. También recuerda todos los rincones de su niñez, las excursiones que dibuja con un dedo en el aire y la vega del río Alfambra, ‘culpable’ de los hermosos colores otoñales, del verde al amarillo y el marrón, en contraste con el rojizo de los montes cercanos. De camino a la ermita de Santa Ana, a seis kilómetros del casco urbano del pueblo, va hablando del reloj analemático allí presente, con 15 metros de diámetro y granito rosa como material de construcción. “Y qué paciencia tuvo el alguacil de entonces para hacerlo, Pedro Rubio; es una obra fantástica”.

Víctor explica por fases en qué consiste ese adjetivo de reloj tan inusual en el hablar cotidiano. El analema es una figura en forma de ocho o de símbolo del infinito, en la que están escritos los doce meses del año, divididos en períodos de diez días. “Funciona con el sol, y el minutero eres tú mismo. Hay una lista de los meses del año en el centro, y tienes que ponerte sobre el mes en el que estás. Luego levantas una mano por encima de tu cabeza, bien estirada y recta, y el sol hará que señales la hora”.

En la parte externa de la circunferencia del reloj (lo que serían los bordes de la esfera, si fuese tridimensional) hay varios escudos, que pertenecen a las órdenes de Monte Gaudio, del Santo Redentor, del Temple, Montesa, de Jerusalén y de Malta. Justo al lado está la ermita de Santa Ana, visitable avisando al Ayuntamiento para pedir la llave. “Hay un comedor muy majo ­–explica Víctor– con generador por si se necesita para la cocina, además de varios asadores al aire libre que se usan solamente el día en que se sube andando desde el pueblo, por las fiestas; entonces se pide permiso expreso para usarlos. En la ermita se hallaron pinturas en su día, que están ahora en museos. También hay árboles que en tiempos se regaban por goteo y ahora están un poco a su suerte, aunque como son acacias, bien fuertes, enganchan en todos lados”.

Orgullo de alcalde

El joven agricultor Carlos Abril, metido en la política local desde hace varias legislaturas, accedió al cargo de primer edil hace año y medio. “En Alfambra siempre hay que destacar el río, por supuesto; nace en los caños de Gúdar y además de ser un elemento natural magnífico, también es de gran interés económico y cultural. En este pueblo somos sobre todo agricultores y ganaderos, así que ha sido un motor. Cuando aún se sembraba la remolacha para llevar a Santa Eulalia, aún más; cavar en primavera, plantar, escabezar, sacarlas con los fríos de diciembre… ahora los tiempos han cambiado, pero en este regadío hay cereal, maíz, mucho chopo que va al cien por cien a madera de contrachapados... eso en el lado económico, pero si lo que se busca son buenas fotografías y paseos de lujo subes al cerro y ahí lo ves todo de maravilla. A los que vienen de fuera les encanta, pero los que vivimos aquí tam todavía lo hacemos a menudo, es un lujo que no podemos desaprovechar”.

Seis décadas largas con el Cristo Redentor en lo alto del cerro

Alfambra tiene un cerro inmenso coronado por tres referentes: los restos del antiguo castillo, apenas visibles, la gigantesca figura de un Cristo Redentor a lo Corcovado que se divisa a kilómetros de distancia y unas letras en blanco –del estilo de las situadas en Hollywood, pero más modestas– que deletrean ‘Alfambra’, y que figuran debajo de la gran estatua del cristo.

Víctor Castellot tenía apenas dos años cuando se erigió el Santo Redentor, que ha sido golpeado varias veces por rayos en las manos, que han sido por tanto sujeto de diversas reconstrucciones; desde hace unos años se ha colocado un pararrayos. “Ahora se sube bien con el coche porque el camino está muy mejorado, solamente hay que maniobrar con calma en una de la curvas, antes era más complicado o tocaba subir andando, lo que hacíamos de críos y aún se hace cuando se procesiona. Una cosa que mucha gente no sabe –explica, ufano– es que cuando se hizo el cristo se metió debajo de la peana con escalinata que tiene una botella con un papel, en el que están escritos todos los nombres de los habitantes del pueblo en aquél momento, así que ahí estoy. Por detrás había una escalera para subir hasta arriba de la estatua, algo muy arriesgado, pero de chavales se hacen las mil”.

A apenas 100 metros, en la cumbre del cerro, están los escasos restos del antiguo castillo defensivo, pero hay una estancia a la que se accede dentro de la misma roca por unas escaleras; es una toma del agua del antiguo castillo, con su aljibe. El cerro, como algunos otros cercanos, tiene cuevas y chozas que solían servir de refugio a pastores, bodegas para muchos vecinos y escondrijo para los juegos de los pequeños. En la subida está la Iglesia Vieja, otra joya patrimonial que busca rescate adecuado.

Vídeo de Alfambra en 'Aragón es extraordinario'

Un recuerdo museístico a la remolacha en la tierra que la produjo

La remolacha fue fundamental en toda la vega del Alfambra durante décadas, puesto que surtía a la Azucarera de Santa Eulalia del Campo, y trajo bonanza económica a los responsables de suministrar el preciado fruto de la tierra alfambrina. La Azucarera cerró y aquello se acabó, pero en Alfambra se quiso recordar de un modo especial esa etapa de su historia con el Museo de la Remolacha de Alfambra (Murea), abierto en 2003 y que no tiene par en todo el globo. Está en pleno centro del pueblo y se levantó sobre el antiguo lavadero modernista de 1925. En la planta de abajo se muestras peces de río que pueden hallarse en el cauce del Alfambra, además de un vídeo de las faenas de recolección del fruto y diversos aperos de labranza. La planta de arriba del coqueto espacio expositivo está dedicada a la información con paneles explicativos, tanto técnicos como históricos.

ALFAMBRA

Comarca. Comunidad de Teruel.

Cómo llegar. Desde Teruel, su capital de provincia, hay 27 kilómetros por la N-420.

Para dormir y comer. Tres casas rurales en funcionamiento (Casa de Óscar, la Deshilla y la Cuca) y dos viviendas de uso turístico son el bagaje hotelero del pueblo, que también cuenta con residencia de mayores. Para comer, el bar de las Piscinas abre todo el año, y en la plaza está el de la Cope (por Cooperativa), con buenos menús gracias a Celia Fuertes. El bar de Paco cerró recientemente.

La Encomienda de Montegaudio. La primera edición fue en 2005, y nueve años después recibió el reconocimiento de Fiesta de Interés Turístico de Aragón. Los alfambrinos suben cada Pascua al castillo a recrearla.

Parroquia de la Asunción. Una obra de la Fundación Santa María de Albarracín en 2015 y la restauración con fondos FITEconcluida este año han recuperado exteriormente este templo que conserva una reliquia de Santa Beatriz, a quien tiene dedicada una capilla.

Artículo incluido en la serie 'Aragón es extraordinario'.

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