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La Zaida y su huella fósil entre el alabastro

Un vestigio prehistórico al que se atribuyen 40 millones de años es el pequeño (por tamaño) y gran (por relevancia) bagaje paleontológico local

Desde hace año medio, Celso Vallespín ocupa la alcaldía de La Zaida con una meta clara: preservar lo logrado y sumar poco a poco nuevos alicientes para retener población. “En este pueblo hay muchas cosas interesantes que ver, empezando por su interior; está muy bien arreglado, es agradable de pasear y contamos con buenos servicios”. Entre las adiciones al patrimonio local destaca una arqueológica de considerable importancia. “Hay una huella fósil de la edad terciaria que se encontró hace pocos años, y que puede verse fácilmente cruzando la carretera y entrando en la zona de las canteras; los que la hallaron fueron dos vecinos, paseando a su perrico, junto a una antigua paridera”. Una estructura (sin valor arqueológico, aunque en un principio se investigó la posibilidad por su semejanza con un pequeño dolmen) protege la huella, el verdadero tesoro del lugar, reconocido en las últimas catas por paleontólogos y arqueólogos.

Regresando al pueblo se puede tomar el camino del mirador, preparado además con paneles informativos y apropiado para la deseada observación de estrellas, debido a la ausencia de contaminación lumínica en las noches de La Zaida. Las vistas del pueblo al otro lado de la carretera son además impecables desde ahí.

Las canteras de alabastro son una seña de identidad de La Zaida: no en vano se trata de uno de los enclaves más productivos de Aragón (y uno de los de mayor rendimiento de toda España) en este sector. La zona se ha convertido además en lugar predilecto para las excursiones moteras y ciclistas, amén de las rutas senderistas. “Hay un grupo de moteros que hace circuitos en el monte, más trial que motocross, y con la bici –explica Celso– también hay una docena que recorre todo el término y se llega en excursión hasta Sástago u otros municipios cercanos. También tenemos una ruta senderista muy maja por la ribera del Ebro hacia la zona del 1 de mayo, donde solemos celebrar anualmente una comida popular; son unos siete kilómetros en circular desde el pueblo. Es un término pequeño, 1.200 hectáreas, y vivimos 435 personas, así que muchas de estas actividades las compartimos con las zonas vecinas. Estamos federados en frontón, por cierto”.

La huella de Roma

La Torraza es el restaurante y punto de encuentro social más popular del pueblo, especializado en carnes a la brasa y platos de cuchara basados en productos de kilómetro cero, pero el nombre también alude a una época mucho más remota. A las afueras del pueblo existió un asentamiento romano fortificado, que albergó más tarde necrópolis visigodas. Con el paso de los años y las civilizaciones por este territorio, también fue castillo de origen árabe: actualmente, los vestigios se reducen a un pequeño rectángulo con algunos restos que se halla junto a una construcción circular moderna.

Los citados restos de lo que fuera la antigua fortaleza están levantados de un modo muy tosco; los muros son gruesos, y de las zonas superiores apenas quedan los arranques de los muros, hasta una altura máxima de dos metros y medio. El recinto cuenta con una abertura de acceso en el extremo de uno de los lados largos, consistente en un simple hueco.

Emprendimiento con sabor, arte, toque familiar y talento femenino

Decir Casa Ordovás en la Ribera Baja es evocar sabores y olores de los que cautivan esos sentidos y, si se tercia, los otros tres. Cada mañana, la familia Ordovás se afana en su obrador para dotar a los vecinos de La Zaida (y Gelsa, y Quinto, y Sástago y unos cuantos lugares más) de la mejor repostería, panadería y creaciones culinarias que pueda desear cualquier mortal laminero de buen comer... porque ojo a las pizzetas, que también vuelan. Los fogones han sido tradicionalmente cosa de los hermanos Carlos y Mario Ordovás, tenedores de un saber que moldearon sus padres. La esposa de Carlos, Amapola Enfedaque, se multiplica en la preparación y venta de las especialidades en la panadería, que también surte de productos de primera necesidad a los vecinos.

Todo está bueno en esta casa, pero los tortas dobladas tienen legión de seguidores, y las magdalenas van que vuelan. El negocio lleva desde 1984 en su actual emplazamiento, en pleno centro del pueblo, y el ducho manejo del horno de leña aporta ese toque de tradición y matices a la manufactura de los productos: magdalenas esponjosas y recias, que aguantan bien en la despensa (aunque siempre están mejor recién hechas, naturalmente) y recetas de la abuela en su versión más auténtica, no se trata de la típica muletilla añadida por doquier a los productos artesanos. Son de la abuela de los Ordovás, que también fue panadera.

Artesana de otras harinas

El alcalde Celso Vallespín quiere destacar el talento de otra vecina que también hace maravillas en el aspecto creativo, aunque en este caso vuelque su talento en el modelado. Eva Mombiela lleva ya unos cuantos años aplicando técnicas artesanales en la transformación del alabastro. Su taller es un hervidero de ideas, imparte cursos de iniciación y perfeccionamiento para grandes y chicos y también se aplica en el diseño de joyería y complementos, así como en detalles hacia sus convecinos: el año pasado tuvo un detalle artístico para los miembros de la quinta del 54.

Hace apenas unas semanas, Eva realizó una hermosa placa en alabastro dedicada a la visita del humorista Manolo Royo a La Zaida. Royo presentó en el pabellón de festejos presentó su libro ‘Pastor de estrellas’, cuya historia arranca en La Zaida. En él evoca la figura de su abuelo Ramón Royo ‘El Polo’, nacido en 1895 y pastor de profesión.

La iglesia

El templo parroquial de San José es una edificación de porte magnífico que actualmente necesita de reparaciones urgentes. “Tenemos –explica el alcalde– un problema con el tejado, sensiblemente deteriorado, y la sacristía también necesita retoques. Ya se ha contactado con el arzobispado y las instituciones, y confiamos en que haya una respuesta para poder proceder a su reparación con las ayudas necesarias”. En el exterior, aparte de la torre (derruida en 1964 por amenaza de ruina, y reparada en 1989) destaca el alero de ladrillo, escalonado mediante dos hileras de piezas dispuestas en esquinilla.

Un hermoso río al que agarrarse cuando vienen curvas

Los meandros del Ebro a la altura de la Ribera Baja son un escenario que parece diseñado para filmar películas de época (o épica) con sus orillas de abundante vegetación y requiebros en el cauce que invitan a la poesía y la exploración. La Zaida cuenta con una zona natural de embarcadero, tesoro al que se le quiere dar más vida en los próximos años. “Hay mucha afición a la pesca –explica el alcalde– y eso incluye a gente cada vez más joven, que se ha ido sumando; además, queremos mejorar ese entorno con bancos y mesas de madera, y acondicionarlo mejor. De barcas no hubo tradición aquí como en otros puntos de la zona, pero sí hemos disfrutado de alguna bajada con Ebronautas hasta Cinco Olivas; si empezamos a mirar más hacia el río como el valor tan interesante que es, un recurso para cuidar y conocer, no se descarta probar con el tema de canoas y kayaks”.

LA ZAIDA

Comarca. Ribera Baja del Ebro.

Cómo llegar. Desde Zaragoza, su capital de provincia, hay 56 kilómetros por la N-232 y la A-221.

Dónde comer. El bar-restaurante Torraza y bar La Zaida.

Fiestas. La mayor es en honor a San Roque, y se desarrolla por espacio de cinco días alrededor del 16 de agosto; luego está Santa Bárbara 4 de diciembre, con dos días festivos: este año no se celebran.

Patrimonio civil y religioso. La casa señorial de los Ximénez-Cerdán (siglo XVIII) y la iglesia parroquial de San José (siglo XVII) destacan en el municipio.

Historia. La Zaida fue fundada en el siglo VI antes de Cristo. Se cree que su nombre viene de la raíz ibero-vasca ‘zai’ que significa punto de vigía o castillo.

Las fábricas. Evonik (agua oxigenada) y Budenheim (material ignífugo), son firmas importantes en el sector químico, con 100 trabajadores cada una. Se quiere incluir una formación de químicas en el instituto, un objetivo a corto plazo; este año no pudo ser.

Artículo incluido en la serie 'Aragón es extraordinario'.

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