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Siete pueblos bonitos de Teruel para visitar todo el año

Además de las localidades más conocidas por su belleza, Teruel atesora otras que no tienen nada que envidiar a las del selecto club.

Arriba las Grutas de Cristal de Molinos y Cabra de Mora y abajo La Fresneda y Belmonte de San José
Arriba: las Grutas de Cristal de Molinos y Cabra de Mora. Abajo: La Fresneda y Belmonte de San José

En el grupo oficial de los pueblos más bonitos de España hay 13 nombres aragoneses, y 7 de ellos remiten a Teruel. Albarracín, Calaceite, Cantavieja, Mirambel, Puertomingalvo, Rubielos de Mora y Valderrobres son los elegidos para lucir ese sello, y trabajan duramente para mantener los requisitos que les permiten integrar el grupo. Siempre es una buena idea visitar esas siete fantásticas localidades, pero hay más. Muchas más. Una selección de otras siete es la mejor manera de dar al resto de la provincia el reconocimiento que merece. La lista podría seguir y seguir: hay 236 municipios en la provincia.

Mora de Rubielos
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MORA DE RUBIELOS

Mora de Rubielos | Laura Uranga

​El castillo y la ex colegiata de Santa María, muy cercanos entre sí, son los principales atractivos de un municipio que no se deja ‘amedrentar’ por la fama mediática de sus vecinos de Rubielos de Mora. La realidad es que se trata de dos lugares de distinta planta, unidos por el factor de la belleza y la personalidad. Los sótanos de la fortificación son impresionantes, lo mismo que el patio de armas, que suele albergar eventos culturales. Además, el pueblo tiene otro aliciente: el turismo de compras ‘outlet’ en primeras marcas deportivas, gracias a dos almacenes bien surtidos.

Foto de Pitarque
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PITARQUE

Foto del nacimiento del río Pitarque| Laura Uranga

El nacimiento del río Pîtarque es el premio a todos los que se aventuren por la llamada ‘silent route’, carretera de algo más de 50 kilómetros que une Gargallo con Cantavieja y que tiene en su parte central la vista de los Órganos de Montoro. Esta caminata es una de las más populares de Aragón, por el camino y por la espectacular meta, que pueden asumir paseantes de todas las edades. El pueblo está lleno de cuestas y casas singulares, y la paz lo preside todo. Para coger fuerzas antes de la ruta senderista, el bocadillo de jamón de Teruel con pan y tomate del bar Lucía es la mejor previsión.

Cabra de Mora
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CABRA DE MORA

Vista de la localidad de Cabra de Mora |Antonio García

​El pueblo tiene un imán muy claro para los visitantes: en el mismo centro del pueblo hay una réplica a tamaño natural de la Escala Santa de San Juan de Letrán de Roma. Esa joya fue un legado de Miguel Vicente Abad Dolz Zapater, religioso nacido en la localidad que quiso reproducir en su tierra la maravilla que había visto en Roma. Fuera del pueblo hay cortados rocosos, bosques mágicos, setas y todo el entorno del río Cabra, con multitud de senderos disponibles para ejercitar las piernas y contemplar el paisaje.

Foto de Molinos
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MOLINOS

Grutas de Cristal de Molinos | Laura Uranga


Las Grutas de Cristal de Molinos son la bandera privilegiada del pueblo, una maravilla que cumple la frase de “la buena esencia, en frasco pequeño”. No hace falta arnés ni frontal para visitarlas, y se dividen en dos zonas principales: el Palacio de Cristal, en el mismo nivel de entrada, y la Gruta Marina en el nivel más bajo. Para llegar hay que subir 132 escalones, pero la subida se distrae con varios carteles explicativos y un mirador a medio camino. En la entrada del pueblo impacta el salto de agua el Barranco de San Nicolás, y la torre calatrava del castillo.

Vistas de Bronchales
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BRONCHALES

Vistas de Bronchales | Laura Uranga

​Bronchales fue durante décadas una sucursal de los Alpes en la sierra de Albarracín; allá se iba a respirar mejor, en altura, y a recobrar fuerzas. Ese objetivo sigue ahí, pero el monte de Bronchales ofrece mucho más: caminatas, fuentes, micología… en cuanto a la oferta hostelera, hay que recordar que en 1928 se abrió allá el hotel Ballester, el primero de la provincia de Teruel, mientras que a finales de los 40 lo hicieron la Fonda Isabel y el Hotel Suiza. No se puede abandonar el pueblo sin visitar Jamones Bronchales, el secadero más alto de España.

Belmonte de San José
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BELMONTE DE SAN JOSÉ

Belmonte de San José | Laura Uranga

​No está en la lista de los más bonitos de España, pero quiere entrar y tiene argumentos de sobra para conseguirlo. Las calles son un museo, y el ayuntamiento una obra de arte. La iglesia del Salvador tiene el órgano barroco de los Turull, una joya, y todo el pueblo está lleno de flores y piedra; la calle La Vicaría es el ejemplo perfecto de ese esquema. Los portales de la villa son impresionantes, y la antigua prisión forma parte de la ruta de las cárceles del Bajo Aragón y del Matarraña. Además, han restaurado impecablemente su nevera.

Vistas de La Fresneda
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LA FRESNEDA



​Ver el pueblo desde la carretera ya deja a cualquiera con la boca abierta, pero caminar por sus calles es una verdadera delicia. El hotel y restaurante El Convent es famoso entre los amantes de la alta cocina, y con la ruta de las cárceles este pueblo puntúa doble, ya que tiene una para ricos en el primer nivel del ayuntamiento y otra para pobres a ras de calle, en una esquina del edificio. También destacan las tiendas con solera y el entorno natural, que es parte de la llamada Toscana española.

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