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La contradanza abandera Cetina con su vistosidad a la luz del fuego

Más de 30 mudanzas componen esta tradición de origen barroco que se representa en honor a San Juan Lorenzo cada 19 de mayo en la plaza Mayor.

Contradanza en Cetina.
Contradanza en Cetina.
Macipe

A los pies del castillo, la plaza Mayor está a oscuras. Tan solo iluminada por las hachas de fuego de los contradanceros, Cetina aguarda para rendir honor a su patrón, San Juan Lorenzo, la noche del 19 de mayo.

Lo hace con su contradanza, una representación declarada en 2012 Bien de Interés Cultural Inmaterial por el Gobierno de Aragón. Su singularidad como elemento del folclore aragonés, el relevo generacional y la implicación personal de los vecinos para continuar con esta tradición le valieron dicho reconocimiento.

En los últimos años, la contradanza ha ido creciendo en popularidad, congregando cada vez a más público, especialmente cuando la celebración cae en fin de semana. Tampoco faltan en Cetina los candidatos a formar parte del grupo de contradanceros. Acceder a ello es casi un acto de solidaridad, en el que los protagonistas del baile dejan paso de forma voluntaria a las siguientes generaciones.

“Lo dejé porque, aunque podría haber seguido bailando, sabía que detrás venía gente que quería bailarlo”, explica Jorge Berdún, vecino de Cetina y contradancero durante seis años. “Un contradancero es el eslabón de una cadena que nos une con nuestros antepasados y nos liga con nuestros descendientes. Yo solo soy uno más y quería dejar paso a otros”, añade.

Su primera actuación fue en 2005, con tan solo 23 años. Aquella vez, recuerda, los ensayos de la contradanza duraron apenas ocho o nueve días. Del grupo, solo dos (del total de nueve) eran nuevos y, fijándose en sus parejas de veteranos, fueron sacando los pasos.

En los últimos tiempos, lo habitual es que los ensayos comiencen en Semana Santa, con cierto margen de tiempo para que los contradanceros se preparen. Además de por los bailes, el ensayo es importante para acondicionar el cuerpo a una actividad exigente. “Las articulaciones, especialmente rodillas y hombros, sufren mucho”, explica Jorge. Aunque para él tener unas buenas condiciones físicas es solo una parte. “Lo más importante es la ilusión que uno tiene, porque eso suple lo que pueda faltar de forma física”, asegura.

La contradanza de Cetina.
La contradanza de Cetina.
Jesús Macipe

Un espectáculo de casi dos horas

Aunque todavía se sigue investigando sobre los orígenes de la contradanza de Cetina, las primeras referencias de la tradición que se conocen se han fechado en 1751, en un baile barroco. Casi como si de un juego de adivinanza entre los contradanceros y el público se tratara, las mudanzas, es decir, las figuras que los bailadores van haciendo en la plaza, se representan en silencio, al compás de una música repetitiva.

Entre mudanza y mudanza, los contradanceros no dejan de bailar, ataviados con vistosos trajes y con las antorchas de fuego que los iluminan, dando como resultado un espectáculo de casi dos horas de duración.

El grupo lo componen un total de nueve mozos, incluyendo al diablo, a quienes les acompaña el maestro, que va dando las indicaciones pertinentes. La colocación de los contradanceros no es aleatoria. Los cuatro de delante, cuyo traje es negro con cadenetas en blanco, suelen ser los más fornidos, ya que están en los puestos de debajo durante las figuras. Los cuatro de detrás, vestidos con el mismo traje pero, en este caso, con el fondo blanco y los detalles en negro, son más menudos y ágiles para poder trepar por sus compañeros y colocarse en la parte superior de las torres.

A estos ocho mozos les acompaña siempre el diablo, quien vestido de rojo corona las figuras, colocándose el último una vez que la formación está hecha. Además de su vistosidad por su carácter casi acrobático, éstas tienen un significado y representan imágenes tanto laicas, como arcos o fuentes, mitológicas, como el dios de las aguas, y especialmente religiosas, con San Juan Lorenzo, la Virgen de Atocha o Santa Quiteria, incorporada al baile hace apenas cinco años.

La contradanza no siempre ha sido una tradición anual

Aunque actualmente un año sin contradanza es impensable, antiguamente no era una tradición anual. Como suele suceder en estos casos, ha tenido sus épocas de apogeo y otras durante las que no se ha celebrado por diversos motivos, ya fuera por falta de mozos o por cuestiones de fuerza mayor, como la Guerra Civil.

Durante los años 80 se hacía cada dos años o cada cuatro, según si la cosecha era buena o no, y llegó a haber un paréntesis de hasta siete años sin celebrarse. Pero desde los 90, cuando un grupo de jóvenes del pueblo decidió recuperar la tradición, la contradanza no se ha dejado de representar ni un solo año, excepto este 2020, a causa del coronavirus.

El Ayuntamiento se planteó organizar algo alternativo para no dejar al pueblo sin una de sus tradiciones más populares, pero finalmente la idea se descartó para garantizar la seguridad de los vecinos. “Tuvimos miedo de que, si optábamos por grabar la contradanza para después proyectarla, se formaran aglomeraciones el día de la grabación”, explica Nines Maicas, concejala de Fiestas de Cetina.

Por este motivo tampoco se pudo celebrar el dance, algo que ni siquiera había ocurrido durante la guerra. Y es que aunque la contradanza ha ganado popularidad por su espectacularidad, el dance es la tradición más característica de las fiestas de San Juan Lorenzo. Del resto de actos de este tipo, al de Cetina lo diferencia que solo lo componen niños. Además del paloteao habitual, éstos representan los dichos, haciendo un repaso de las buenas y no tan buenas acciones llevadas a cabo por el Ayuntamiento durante el año, así como de otras cuestiones de la actualidad social.

En un año normal, el dance se representa la víspera del patrón, el 18 de mayo, y el mismo 19 de mayo, día de San Juan Lorenzo, por la mañana. Ese mismo día, por la noche, se celebra la contradanza.

Expectación por la contradanza más allá de Aragón

Especialmente los años en los que la noche del 19 de mayo cae en fin de semana, la contradanza atrae a Cetina a decenas de personas no solo de los pueblos de alrededor. Ni siquiera solo de Aragón. Según explica Maicas, es frecuente la llegada de autobuses con grupos interesados en presenciar el espectáculo. También se tiene constancia de que el público llega desde lejos con sus propios vehículos expresamente para ver la contradanza.

Jorge forma parte del público desde hace ocho años, cuando dejó su puesto como contradancero. Reconoce que, aunque son sentimientos diferentes, “ahora disfruto mucho más viéndola”. “Cuando estás dentro estás agobiado con los preparativos, nervioso… Ahora, desde fuera, además de la actuación, valoro el trabajo, el esfuerzo y los motivos personales que hay detrás de cada contradancero y que les han llevado hasta allí”, asegura.

En su caso, fue la enfermedad de su madre y una promesa al santo lo que le motivaron a formar parte del grupo. En otros, es la tradición familiar. De cualquier forma, la contradanza es algo, dice Jorge, “que llevamos muy dentro”.

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