ARAGÓN ES EXTRAORDINARIO

Calmarza, allá donde el Mesa se derrama

La cascada del Pozo Redondo es símbolo, punto de partida y también de referencia para la múltiple oferta senderista de la localidad

Justo al lado de la Antigua Teledinámica de Mesa, antes o después de un vermucito en la terraza del bar o adentro si ya refresca, está la cascada del Pozo Redondo de Calmarza; es la gran joyica hídrica de la última localidad aragonesa de esa esquina, que apenas seis kilómetros después (se llegue desde Cetina o desde Jaraba) tiene como vecina bien avenida a la localidad alcarreña de Algar de Mesa. En la cascada van las familias a hacer fotos, las parejas a romancear (hay banquitos de madera para ambos menesteres) y los andariegos a darse un respiro antes de trepar riscos y muros como el cercano cerro de la Dehesa, en cuyas alturas lucen banderas españolas colocadas por algún paseante de patriotismo enardecido.

En el término municipal de Calmarza hay cruce y concentración de caminos senderistas. El GR 24 va desde el límite provincial hasta Jaraba, mientras que el PR-Z 30 llega desde Calmarza a Campillo (ocho kilómetros) y un poco más allá, a la hermosa pedanía de Monterde que es Granja Llumes, atravesada por el río Piedra. Por su parte, el PR-Z 90 va desde Jaraba al desvío del Mirador de los Buitres (también se llega desde las inmediaciones del Balneario de la Virgen), los Pajares y Sisamón; por último, el SL-Z11 lleva de Calmarza a las Hoces del Mesa (una de las excursiones senderistas más bonitas de Aragón)y Los Villarejos.

Un paraje muy apreciado por los andarines locales es el del Barranco de la Tejera, que parte de las mismas inmediaciones de la Cascada y puede recorrerse en unas dos horas, en paseo circular. En este sendero se pueden apreciar los restos de las antiguas caleras, una de las ocupaciones que determinó antaño la economía de Calmarza, siempre dificultada por los problemas de comunicación viaria. Ahí mismo hay otro reto para el trote, aunque esta vez esté indicado para excursionistas avezados y bien equipados; se trata del barranco del Hocino, que comprende un larguísimo muro. Llegarse a la Hoz Seca ya supone una caminata mayor, casi tres horas desde Calmarza, pasando por el Santuario de la Virgen de Jaraba y haciendo un amplio giro antes de regresar.

La iglesia

El tamaño del pueblo no siempre determina el de su parroquia. Calmarza no es grande, y la Asunción sí, en proporción. Se trata de una iglesia barroca del siglo XVIII, hecha en mampostería y ladrillo, con planta de cruz latina, que se asoma en cornisa al valle del río Mesa. Los tres tramos de la nave, los brazos del crucero y el presbiterio se cubren con bóvedas de medio cañón. Otra referencia patrimonial religiosa es la antigua ermita del Villar, erigida en la zona de los pajares y consagrada a la Virgen del Pilar: impulsó su construcción Vicente Alda, hijo del pueblo y primer arzobispo de Zaragoza del siglo XX.

La gran fiesta local es la de San Blas, aunque la celebración es más sonora (este año no ha sido el caso, claro) en los últimos días de agosto que en el turno habitual, a primeros del mes de febrero. En el pueblo se quejan con la boca pequeña: en invierno no hay casi nadie, aunque el verano (incluyendo éste, el más retador de la historia moderna) la cosa mejora considerablemente.El futuro, eso sí, depende de la consecución de nuevos retos.

La mirada del buitre que todo lo ve, una tentación para el humano

Se sube desde el pueblo por la carretera de Cetina, la más veterana de las que conectan Calmarza con el exterior, la primera que devino crisálida asfaltada desde el gusanico caminero. Llegados a los pajares, donde antiguamente pasaban largos intervalos laborales muchos mozos del pueblo sin bajar a sus casas los calmarceños (calmarcinos también se acepta, aunque no todo el mundo está de acuerdo al respecto) hay que coger un desvío a la derecha, dejar los vehículos y caminar por un sendero llano de menos de un kilómetro entre arbustos y algún árbol (desde el pueblo son tres kilómetros, y con pendiente) para confrontar el gran espectáculo del Mirador de los Buitres. Un muro rocoso ante los ojos, con abundancia de estos grandes alados en vuelo y protegidos de las miradas aviesas en las hornacinas naturales de la roca; entre los invitados a la fiesta hay alimoches y búhos.

La reacción de los paseantes cuando se llega al borde del abismo (y se mira en un ángulo de unos 120 grados) va del ‘stendhalazo’ por el exceso de elementos sensibles a la serena contemplación del paisaje, que suena mejor como opción. El cielo azulísimo con el marrón de la roca y las majestuosas danzas de los buitres cruzando el horizonte. Es para estar un rato y olvidar que se ha quedado en no sé dónde a comer, o que esta tarde el calendario del buen turista dice que hay que estar en otra parte. Allá se paran los relojes... y si no se paran, hay que pararlos. Ya habrá tiempo (no hay mucha cobertura, por cierto) de volverlos a poner en hora. Cumplido el ritual, las opciones son varias en la zona, desde el despliegue termal de Jaraba al senderismo por las Hoces del Río Mesa, sin olvidar la magnética proximidad del Monasterio de Piedra. De hecho, combinar la belleza salvaje con la armonía de las aguas monásticas suena a combo ganador.

Epifanio Pérez y su mascota Fermín, el jabalí que le seguía como un perrete

Epifanio Pérez es todo un DCDTLV (de Calmarza de toda la vida) y vive en el pueblo todo el año, sin estancias en la urbe que valgan. A él vienen a verle, y este verano (él, tan a gusto) le han tocado tandas de nieto. “La carretera de los pajares es la que he conocido desde niño, la de Jaraba la vi hacer, y la de Algar es de hace nada. Siempre me dediqué a la agricultura y la ganadería aquí, menos un año que llevé 1.200 ovejas en la zona del Monasterio de Piedra; habían cerrado la escuela aquí y mi chico el pequeño tenía que ir a una”. Epifanio ganó notoriedad hace un tiempo por cierta mascota singular: un jabalí, que se llamaba Fermín. “Murió hace cinco años de viejico, ya no podía casi ni comer; era chiquitín cuando vino a mí como un perrete y conmigo se quedó. Creció manso, me seguía a todas partes, y de grande igual. Vino la televisión a grabarlo, y se acercaba a la cámara olisqueando”.

CALMARZA

Comarca. Comunidad de Calatayud.

Cómo llegar. Desde Zaragoza, su capital de provincia, hay 135 kilómetros por la A-2 hasta el desvío de Cetina, y luego por la A-2501 hasta destino.

Comer y dormir. El bar del pueblo, de reciente remodelación, está junto a la cascada y ofrece unos deliciosos bocadillos, además de comidas por encargo. Justo al lado hay una casa rural, la Cascada de Calmarza.

Torre del Señorío. Edificio de mampostería de unos 12 metros de altura: en sus caras presenta los huecos de las antiguas ventanas, todos muy modificados excepto una ventana de doble arco enmarcada en sillares y dos pequeñas saeteras en la fachada principal. Está habilitada como vivienda particular, y es Bien de Interés Cultural desde 2006.

Cueva de las Brujas. Dice la tradición que los niños se metían con suelas de las zapatillas encendidas para ver en la oscuridad. Lo de brujas se atribuye a una leyenda que involucra a varias curanderas.

Artículo incluido en la serie 'Aragón es extraordinario'.

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