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Seis pueblos medievales de Huesca para perderse un fin de semana

Las tierras altoaragonesas son ricas en villas empedradas, de calles enrevesadas y prominentes cuestas, dada su localización en terreno montañoso.

Pueblos medievales para visitar en Huesca
Pueblos medievales para visitar en Huesca
HA

El Alto Aragón, tierra de montañas, esconde en sus laderas pueblos con un pasado medieval del que todavía conservan sus rasgos. Las villas de este estilo salpican la provincia de Huesca, tanto en el prepirineo como en cotas más altas.

Recorrer sus calles, desorganizadas, empedradas y, a menudo, con prominentes cuestas es el principal atractivo de estos pueblos donde perderse tras cada esquina y disfrutar de un paseo sin rumbo es el mejor plan.

Algunos de los siguientes destinos recomendados para una escapada de fin de semana son localidades que ostentan el título de ‘Pueblo más bonito de España’. No es casualidad que Aínsa, Alquézar o Roda de Isábena destaquen en el ranking nacional, donde se premia la belleza y singularidad de municipios de todo el país.

Graus, Pueyo de Araguás y Montañana completan este particular listado de los seis pueblos medievales de la provincia de Huesca en los que perderse un fin de semana.

La plaza Mayor de Aínsa será escenario de un espectáculo de magia el domingo.
AÍNSA

Declarado conjunto histórico-artístico en 1931, el casco antiguo de Aínsa es uno de los mejor conservados. La iglesia románica de Santa María y el castillo, en una plaza Mayor que es la máxima expresión del pasado medieval de esta villa, cuentan con el título de Monumentos Nacionales y son los principales enclaves de esta localidad del Sobrarbe.

En el extremo oeste de la plaza, la fortaleza, cuya torre del homenaje se construyó sobre restos árabes en el siglo XI, se conserva casi intacta, con algunos trabajos de rehabilitación posteriores. El acceso a esta imponente plaza, de planta trapezoidal y rodeada de arcos porticados es libre. Este espacio es el centro neurálgico de la actividad cultural de la localidad y sirve como escenario de ferias y de la Morisma, una representación teatral protagonizada por los vecinos que atrae a la localidad a miles de personas.

Para dar a conocer Aínsa en todo su esplendor, el Ayuntamiento ofrece visitas guiadas que, este verano, son totalmente exteriores. Quienes se unan a este paseo, que bien se puede realizar sin rumbo, partirán desde la sala de caballerizas del castillo para emprender una visita por el casco antiguo de Aínsa. Gran parte del atractivo de esta villa es que, pese al trajín y al elevado número de turistas que la visitan, su cuidado estado de conservación mantiene viva la esencia medieval de su zona antigua.

Colegiata de Alquezar
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ALQUÉZAR

Álquézar, con la colegiata en lo alto. 

Su plano irregular y de calles estrechas es la prueba de que Alquézar está marcado por su pasado medieval. La villa, situada en la comarca del Somontano de Barbastro, ostenta el título conjunto histórico-artístico, con la colegiata de Santa María, que también es un castillo, como principal enclave.

El origen de la localidad tal y como se conoce ahora se remonta al siglo IX, con la construcción de una fortificación árabe en lo alto del cerro donde se ubica la localidad, a 660 metros de altitud. Tras varias intervenciones posteriores, la mayor parte de lo que hoy se puede contemplar data del siglo XVI.

Para conocer los rincones de Alquézar, se ofrecen visitas guiadas desde el mirador de la villa. Las rutas pasan por el arco de entrada que sirvió en tiempos como puerta de acceso y recorren la calle Mayor, la más antigua del pueblo. La plaza mayor (o la de Rafael Ayerbe), la iglesia de San Miguel y, por supuesto, la colegiata también son objeto de la visita.

Junto al imprescindible paseo por sus calles, quien llega a Alquézar no se puede ir sin recorrer las pasarelas sobre el Vero. El río rodea la localidad en su parte más baja, ofreciendo al turista una cómoda ruta por la naturaleza para completar su visita.

La plaza Mayor de Graus.
GRAUS

La plaza Mayor de Graus. 

Sus calles estrechas y plazuelas la delatan. La Muy Noble y Muy Antigua Villa de Graus todavía mantiene su pasado medieval, especialmente en el Barrichós o barrio de abajo. Su casco antiguo fue declarado Conjunto Histórico en 1975 y en él todavía se conservan algunas casas palaciegas de familias señoriales de renombre, como los Mur, los Solano o los Torquemada.

Se podrían trazar itinerarios pero dejarse llevar y callejear hasta aparecer, sin demasiada previsión, en la plaza Mayor es una opción recomendable para quienes se quieran dejar sorprender. Compuesto por casonas que se levantan sobre los soportales, éste es el espacio urbanístico más destacable de Graus. Varios estilos arquitectónicos, incluido el mudéjar en los arcos de la Casa Consistorial, conviven en armonía dentro de este conjunto, que sigue siendo el centro neurálgico de la villa.

Además de pasear por sus calles y disfrutar de la gastronomía pirenaica de la Ribagorza, se recomienda la visita a la basílica de la Virgen de la Peña. Es de acceso gratuito y durante el mes de septiembre está abierta de 10 a 20.00 horas. Es de origen románico aunque, como casi todo en Graus, tiene tintes de otras tendencias, como el gótico. Además de conocer el templo por dentro, entrar merece la pena por las vistas que se obtienen de los valles de los ríos Isábena y Ésera desde su galería.

Villa medieval de Montañana
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MONTAÑANA

Sin dejar la Ribagorza, Montañana, un pequeño municipio de apenas 30 habitantes perteneciente a Puente de Montañana, destaca entre los pueblos medievales del Alto Aragón. La villa, todavía desconocida entre el gran público, es Patrimonio Histórico-Artístico y Bien de Interés Cultural.

La riqueza y armonía de su arquitectura le han valido estos títulos, reforzados con el ambiente medieval que todavía se respira en sus calles, a menudo desiertas y tranquilas. De su próspero pasado, Montañana conserva tres iglesias románicas, los restos de dos castillos y un puente medieval de doble arcada, que es ya el emblema de la villa.

Se trata de una construcción románica que salva el río Noguera-Ribagorzana y cruza los barrancos de San Juan y San Miguel para acceder a la parte alta de la villa y entrar de lleno en el Medievo. Además de pasear por sus silenciosas calles, merece la pena detenerse frente a la iglesia románica de Nuestra Señora de Baldós, sin dejar de lado la torre de la Cárcel y la ermita de San Juan.

La plaza del Ayuntamiento, los restos de la muralla o el portal de acceso a la villa son otros de los principales enclaves. Son algunos de los puntos que se pueden conocer más en profundidad junto con otras curiosidades a través de las visitas guiadas que ofrece la oficina de Turismo. Son los sábados y domingos a las 10, a las 12 y a las 15.00 horas.

Calle de El Pueyo de Araguás
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PUEYO DE ARAGUÁS

Encaramada sobre el barranco de El Soto a los pies de la Peña Montañesa, la villa de Pueyo de Araguás sorprende al visitante por la disposición de sus casas. Incluso en las reformas más recientes se han respetado las construcciones originales, en consonancia con ese espíritu medieval del Pirineo que se respira en sus calles.

El casco urbano de la localidad está cobijado bajo una gran mole de piedra y, si se mira de lejos, por la irregularidad de su perfil, el pueblo parece ser una réplica a menor escala de la formación rocosa.

Una vez visto en perspectiva, toca adentrarse de lleno en sus calles donde todavía se respira la espiritualidad de los monjes que encontraron en Pueyo de Araguás el lugar perfecto para realizar su parada habitual cuando se dirigían al monasterio de San Victorián, situado a escasos nueve kilómetros. En la tranquilidad de sus rincones, aprovechaban para meditar y transmitir cultura al pueblo.

Más que hablar de calles, cuando se trata de esta villa medieval, se debería hablar de calle. Y es que Pueyo de Araguás cuenta con una sola vía. Ésta nace desde la plaza, pequeña e irregular a los pies de la iglesia, para atravesar todo el casco antiguo en un trazado algo quebrado. Las casas, destacando la de Coronas por ser la más antigua fechada en el Sobrarbe, se alzan sobre los muros de piedra que flanquean la calle. Por su trazado no tiene pérdida pero quién sabe a dónde puede llevar la imaginación cuando se recorre un pueblo medieval de estas características.

Claustro de la catedral.
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RODA DE ISÁBENA

El alfabeto es el culpable de que Roda de Isábena aparezca la última en este listado de pueblos medievales de Huesca. Pero el orden nada tiene que ver con la belleza de esta villa sobre el valle del Isábena que se ha colado recientemente en el ranking de Pueblos más bonitos de España.

El origen de este pueblo data del siglo X, cuando se levantó una torre de vigilancia medieval sobre el promontorio donde hoy se sitúa la villa. Posteriormente, Roda de Isábena fue sede episcopal y capital política del condado de la Ribagorza. Como curiosidad y para sumar a la lista de méritos de este pequeño enclave en el Pirineo, Roda de Isábena es la localidad más pequeña de España que dispone de catedral, la de San Vicente Mártir.

Desde el Museo Diocesano se gestionan las visitas guiadas a este templo, considerado además, la catedral más antigua de Aragón. Comenzó a construirse en el año 956 y entre sus estilos predomina el románico.

El palacio del Prior, los restos del castillo medieval, el puente y el molino de aceite del siglo XVIII son otros de los enclaves que, junto a la catedral y los claustros, no se pueden pasar por alto en la visita. Visita en la que tampoco debe faltar un paseo sin pretensiones y sin rumbo por las intrincadas callejuelas, las portadas y los pasadizos que forman el casco antiguo de Roda.

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