aragón es extraordinario

Biescas o el manantial turístico en cascada

El deleite en las aguas de Orós Bajo, la ruta hasta Santa Elena y el paseo por los búnkeres son solo algunos de los alicientes que ofrece el término

Pozas en la zona hay unas cuantas (las de Oliván, por ejemplo, tienen bien ganada fama) pero cascadas como la de Orós Bajo, con la magia de su entorno, no abundan tanto en los alrededores de Biescas. Esta joya acuática se ha convertido este verano (aunque su fama viene de lejos) en un destino predilecto de los senderistas, especialmente en formato familiar. Eso tiene dos caras, naturalmente; el miedo a la masificación en cualquier acuífero, porque no todo el mundo es responsable ni cívico, y el orgullo local por comprobar la honda impresión que causa tanta belleza en quienes se llegan hasta ella con el coche de San Fernando (sí, a pie y andando, un ratico de cada) y atentos para darse únicamente los remojones deseados.

Con una zona de aparcamiento ampliada y ordenada en la entrada del pueblo de Orós Bajo, el sendero hasta el salto de agua y regreso supone apenas un kilómetro y 200 metros de andada; no resulta exigente, y remonta el curso de la corriente por el Barranco Dos Lucas, pero hay que ser preciso en la pisada a la hora de bordear o atravesar la (fina, pero hayla) lámina de agua que baja este verano por ahí. Vamos, que es mejor no inventar; cangrejeras en los pies para el agarre y el remojo despreocupado, y listos.

Al llegar toca el asombro; por mucho que se haya visto en fotos de amigos o galerías internautas, el impacto visual es siempre decisivo. Entre los bañistas de una tarde de agosto priman las parejas y familias con niños no demasiado pequeños (algún infante muy infante se ve, eso sí) y un estado de contentura general. Los ojos de la población local, eso sí, están atentos a los actos incívicos o vandálicos; en la zona tienen claro que no van a permitir que aquello se convierta en un vertedero.

Ermita, dolmen y búnkeres

Dentro de los múltiples atractivos del entorno natural de Biescas hay otra excursión muy interesante al otro lado del término municipal, ya camino de Búbal. Involucra a la ermita de Santa Elena (el paseo, de una hora aproximada, comienza desde la misma carretera de subida a Sallent, y hay aparcamiento ahí mismo) y el dolmen del mismo nombre, además del Manantial la Gloriosa, una surgencia en sifón famosa en todo el país.

En este mismo tramo hay otro imán para los curiosos: se trata de la ruta de los búnkers, un recorrido por el bosque que también comienza en la pista que sube a Santa Elena. Poco a poco van aflorando (aunque hay que fijarse: algunas están bien escondidas) estas edificaciones defensivas de hormigón, que tienen la compañía y amparo de árboles imponentes, desde abedules a acebos y bojes. Los búnkers, de hecho, tienen a la vegetación y las rocas como aliadas en el juego del escondite que libran con sus visitantes. Los responsables de la oficina de Turismo de Biescas recuerdan que nunca entraron en servicio; muy curioso, teniendo en cuenta que se trata de la mayor obra fortificada de la Península Ibérica; de hecho, se asegura que es la más importante de toda Europa entre las surgidas después de la II Guerra Mundial.

No se vayan todavía, aún hay más; los espíritus aventureros tienen para hartarse en Biescas... y siempre se puede repetir.

Una amalgama de porte clásico pirenaico y nuevos horizontes

Biescas es el pueblo de Fernando Escartín, uno de los mejores ciclistas españoles de todos los tiempos. Es el pueblo del Piculín, un andariego extremo que se ufanaba de bajar frecuentemente a pie desde Biescas a Zaragoza allá en los albores del siglo XX. Es el pueblo de Manolo Español, veterano periodista deportivo que engalanó especialmente la información de montaña de HERALDO durante décadas. Es el pueblo de ‘snowboarder’ Ana Salvador, estrella internacional del deslizamiento sobre nieve, y también el pueblo que ha recibido con los brazos abiertos a Pedro Etura, multipremiado en España por el sello que imprime a su fotografía de boda.

Este pueblo pirenaico, a apenas 28 kilómetros de la frontera francesa, se asienta en un antiguo valle glaciar y está regado por el Gállego, que lo separa en los barrios de El Salvador y San Pedro, cada uno con su iglesia homónima. Biescas y su amplio término municipal, también ofrece las bondades del Ibón de Piedrafita, el bosque del Betato o el barranco de Gorgol, por un lado, y el cercano Parque Faunístico Lacuniacha como premio extra para el ocio educativo y el ejercicio senderista. El territorio Biescas Aventura, en el parque de Arratiecho, hace las delicias de pequeños y mayores.

Las ferias

Cuando se habla de lo relevante que es la feria de Biescas hay que especificar. Las grandes citas feriantes del lugar son dos, una en primavera y otra en otoño. Con el verdor de la hierba en mayo y los primeros calores llega la Feria de la Primavera, que acumula 10 ediciones (este año no pudo hacerse) y que se centra sobre todo en la horticultura y la jardinería doméstica, aunque también hay artesanía y mercadillos de productos locales; por supuesto, no puede faltar la música. No queda ahí la demostración pública de amor a las plantas en Biescas: unas semanas más tarde, aún en primavera, se celebran las Jornadas de Orquideología y Flora Pirenaica.

Después del verano y justo después de las festividades pilaristas llega normalmente la Feria de Otoño de Biescas, aunque este año se ha tenido que suspender por La Causa que todo lo afecta, la que todos ustedes escuchan 50 veces al día. Un fin de semana marcado en rojo pasión por los ganaderos, que tienen en esta cita un punto capital en tema de ventas, subastas, exhibición de productos (la miel y el queso son los reyes aquí) y mucha diversión, con la música y el teatro familiar como armas fundamentales contra la monotonía.

Por otro lado, y no menos importante dado su carácter de alimento espiritual, está el teatro. El pasado mes de enero se celebró la VIII Muestra de Teatro Amateur Villa de Biescas, uno de los eventos que se libraron por mucho de la suspensión por la pandemia. Dirigida por Manuel Aparicio y avalada de manera entusiasta por el Ayuntamiento que gobierna Nuria Pargada, cuenta además con el apoyo organizativo del Diario del Alto Aragón. Son tres ejemplos del tirón sociocultural de un pueblo que, con los lógicos picos en verano e invierno, no pisa el freno en todo el año.

Local Estudio: abrazar el sueño pelaire con un poco de arte aplicado

El diseñador gráfico e ilustrador Alberto Aragón lleva dos años instalado en Biescas con su firma, Local Estudio. Ha creado toda una línea de productos bajo un concepto, The Pelaire Dream, que lleva el orgullo ‘biesqueta’ a una dimensión tan cosmopolita como, obviamente, localísima. “Hemos puesto tienda durante julio y agosto en el centro del pueblo, frente al Tiki. La cancelación de las ferias de primavera y otoño ha sido un golpe, y nos lanzamos. Ha salido bien. Seguimos este último fin de semana de mes, domingo incluido; abrimos a la hora del vermú y a la de la caña tardía, que es cuando sale la gente a pasear. Pelaire no es una palabra muy conocida fuera de aquí, así que quise enmarcarla en esa idea de un sueño, con la estética de ‘college’ estadounidense como guiño. También puedes comprar vino Pájara, con etiqueta ciclista, de la bodega Bal Minuta de Barbenuta: vino pelaire, muy bueno”.

BIESCAS

Comarca. Alto Gállego.

Cómo llegar. Desde Huesca, su capital de provincia, hay 68 kilómetros por la E-7 hasta Sabiñánigo y la N-260.

Dónde comer y dormir. La hostelería cuenta con una oferta abrumadora en Biescas. Saborea, Casa Juan, El Mirador o la cafetería Tendeñera son algunas de las referencias básicas en restauración, junto a la Pizzería La Tea. En cuanto a hospedaje, destacan el hotel Tierra de Biescas, La Rambla, Casa Ríos, Rincón de Andrea... sin olvidar a clásicos como Ruba o Giral.

Espacio expositivo. El Museo de la Torraza, situado en una casa nobiliaria del siglo XVI levantada por el infanzón Don Juan de Acín, exhibe una colección de carteles ilustrativos, maquetas, objetos y medios audiovisuales que recrean aquella época.

Teatro. Este sábado 29, a las 20.00, el actor oscense Ros Beret (hijo de Belver de Cinca) presenta su obra «La senda de la mala estrella» en la plaza Torraza. Si el tiempo no acompaña, la función se trasladará al Centro Cultural Pablo Neruda.

Artículo incluido en la serie 'Aragón es extraordinario'.

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