aragón es extraordinario

Una pizca de sal al atractivo de Nuévalos

Las antiguas salinas del municipio, conservadas a pesar de los años en desuso, son objeto de un proyecto de reactivación para atraer turismo

Enclavadas en el tramo medio del barranco de Valdehierro, que nace en la sierra de Pardos para morir en el embalse de la Tranquera, se encuentran las salinas de Nuévalos, a 4 kilómetros por sendero desde el pueblo. Se trata de un extraordinario complejo con dos manantiales de aguas saladas, que abastecen varias balsas desde las que se derivaba el líquido a casi un centenar de eras –pequeñas parcelas– repartidas en terrazas para adaptarse a la orografía. Este espacio se encuentra hoy tomado por la vegetación, pero los planes pasan porque en un futuro sea un punto a sumar al atractivo turístico de la localidad.

“No se conoce exactamente su antigüedad, pero hay constancia de ellas desde el siglo XIII; se dejaron de explotar hacía 1969, aunque algún vecino venía a recoger sal para salazones, adobos o salmueras de casa”, explica Rafael Cuenca, teniente de alcalde y descendiente de una de las familias que gestionó la explotación. Señalando hacia los muros que sostienen las diferentes alturas a las que se sitúan las piletas, añade que “los sillares están intactos y las eras, como se puede ver, están conservadas perfectamente. Solo haría falta limpiar el barro en las que hay agua y las hierbas en el resto”.

El ayuntamiento local tiene como objetivo desarrollar un proyecto de recuperación de estas instalaciones, apoyándose en expertos del Departamento de Medio Ambiente del Gobierno de Aragón y la plataforma Ipaisal. “Buscamos o que nos reviertan la propiedad, porque pertenecen a Patrimonio del Estado, o que nos cedan su uso. Queremos sumar un aliciente más para que la gente que nos visita esté por aquí más tiempo”, apunta Manuel Peiró, el alcalde.

Ya han comenzado los análisis de las aguas en este enclave, para ver su composición y saber si se encuentra alguna especie animal o vegetal extraordinaria. “Tenemos que encontrar –apunta Peiró– la fórmula para financiar su adecuación: arreglar los paseos, poner barandillas… todo eso”. Rafael incide en que “los sistemas de canalizaciones originales, que están hechos con tejas y troncos, también necesitan alguna reparación, pero hay muchos tramos que se conservan muy bien”.

Rafael hace de guía improvisado recorriendo este complejo, que contaba con una vivienda y almacén, huertas y hasta aprisco enclavado en una ladera que flanquea el barranco. De este lugar guarda muchos recuerdos el padre de Rafael, Félix, que tiene 81 años y una vitalidad de bastantes menos. “Cuando murió mi abuelo, su mujer y los 8 hijos se vinieron al pueblo. Años después, cuando las llevaba otra familia, me acuerdo de ir allí con mi padre, que estuvo trabajando cuando yo tenía 8 años”, explica. “Se limpiaban las eras, se llenaban de agua, se evaporaba, quedaba la sal y la recogían. Se pasaba a los pasillos y con animales la llevaban al almacén, se secaba y la vendían”. Ese abastecimiento llegaba a muchos pueblos de los alrededores. Asimismo, reconoce que le haría ilusión volverlas a ver en marcha, pero en especial a su hermano Ángel, que vive está en Madrid y supera los 90 años.

El acceso a las salinas se puede realizar a pie, siguiendo un camino desde el pueblo, y también desde la carretera A-202, donde hay una placa informativa y un pequeño apartadero para los coches.

“Si existe el paraíso, tiene que ser como el Monasterio de Piedra”

Esta sentencia la dicta rotunda Clara Gormedino, bilbilitana y responsable de Comunicación del Monasterio de Piedra desde hace 5 años. “Es un oasis que aúna naturaleza, arte e historia”, subraya. No lo hace por su cargo, sino por convicción. “Para mí, trabajar de lo que he estudiado, en un sitio tan relevante y cerca de casa es un sueño”, dice junto a la cascada del Baño de Diana. Con ella está Miguel Ángel Cuenca, hermano de Rafael e hijo de Jaime, y su discurso va por los mismos derroteros.

“A nivel personal casi no lo tomo como una empresa: es mi casa, y mi vida. Llevo trabajando aquí desde los 16 años y tengo 45. Aquí ha trabajado mi hermano, mi padre, mi abuelo, mi bisabuelo y mi mujer”. Dentro de ese vínculo fortalecido a lo largo de los años se halla una anécdota que guarda su relevancia, y que comparte toda la familia. “Mi bisabuelo, allá por 1860, descubrió la Gruta Iris –la cavidad que tapa la cascada Cola de Caballo-. Veían que salían muchas palomas, pero nadie se atrevía. Ataron un tonel y a él lo bajaron dentro”, indica Jaime, que trabajó casi dos décadas como guarda jurado. “Me conozco el parque como si fuera la palma de mi mano”.

Miguel Ángel confiesa que aunque pasa allí buena parte del año “hay veces que necesito entrar y recorrer el parque como un visitante más”. Utilizar este espacio como refugio es algo común a muchos visitantes: “Sorprende la primera vez, y también cuando repites. Es un destino que mucha gente tiene anotado como viaje anual”, explica Clara.

La clave de ese magnetismo no tiene misterio para Clara. “Contamos con un claustro cisterciense del siglo XIII, con el agua, la vegetación y muchas historias que encierra cada recodo del parque”, indica. Su bosque de almeces o aves como el mirlo acuático son otros motivos que invitan a pasar por allí y disfrutar.

Un camping con más de 50 años de recorrido a un paso de la Tranquera

Con capacidad para unas 1.000 personas, repartidas en parcelas para tiendas, caravanas y autocaravanas, bungalows y apartamentos, el Camping Lago Resort es toda una institución turística local. “Hace más de 50 años tuve la idea y sumé como socios a Salvador Ibáñez –ya fallecido– y a Félix Pérez”, recuerda Joaquín Ballester. “Eran tierras agrícolas abandonadas, viñas y almendros. Las compramos y adaptamos el terreno con tres años de obras. Invertimos cerca de 8 millones de pesetas de entonces”, apunta. En la actualidad, la ocupación del establecimiento es baja. “Con la pandemia es una ruina, ahora tendría que estar todo lleno”. Dentro del recinto hay cafetería y restaurante, supermercado, salón social, servicios comunes, piscina y parque infantil. “Hoy la usamos como aparcamiento, pero hace años soltábamos becerros muy pequeños en esta plaza de toros”, indica Ballester.

NUÉVALOS

Comarca. Comunidad de Calatayud

Cómo llegar. Desde Zaragoza, su capital de provincia, la ruta consiste en tomar la A2 hasta la salida 231 dirección Munébrega/Nuévalos.

Dónde comer o dormir. En la localidad hay varios establecimientos para alojamiento o para tomar algo.

La Requijada. Se trata de una espectacular cascada que se encuentra aguas arriba del Monasterio de Piedra, y que tiene un salto de unos 10 metros de altura. En sus alrededores hay una antigua y pequeña central hidroeléctrica.

Patrimonio inabarcable. El pueblo exhibe yacimientos celtibéricos, romanos, la iglesia fortaleza de San Julián, la casa rectoral (palacio del siglo XVII) o el torreón, vestigio del castillo que perteneció a la Orden del Santo Sepulcro).

El pueblo que se fue. La construcción del embalse de la Tranquera en 1960, que toca también a Carenas e Ibdes, inundó parte del pueblo de Nuévalos, que se enfocó más al turismo desde entonces.

Artículo incluido en la serie 'Aragón es extraordinario'.

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