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De tiendas y de tapas por Pamplona, aunque este año no haya San Fermín

La capital navarra presenta estos días de julio un aspecto insólito, pero ideal para una escapada urbana, con agradables paseos, rutas de compras y de bares cuyos 'pintxos' rivalizan con los más famosos San Sebastián.

La plaza del Castillo, una de las estampas clásicas de Pamplona.
La plaza del Castillo, una de las estampas clásicas de Pamplona.
Jesús Diges/EFE

Tan cerca y, sin embargo, aún algo desconocida, Pamplona supone una escapada ideal para los aragoneses, incluso en el día. Sin grandes ganchos monumentales, la capital navarra sorprende y lo compensa largamente con la posibilidad de dar agradables paseos por una ciudad muy cuidada y con una gran calidad de vida, salpicada de coquetos edificios, espectaculares zonas verdes y miradores. De paso, será difícil que el visitante se resista a una atractiva ruta de tiendas y, sobre todo, de bares, que en muchos casos no tienen nada que envidiar en sofisticación y calidad a los mucho más populares pinchos de San Sebastián.

El romántico parque de la Media Luna es un punto de partida idóneo para un paseo por las murallas de la ciudad. Durante un tiempo, el recorrido se podía hacer de manera ininterrumpida a través de una pasarela, ahora cortada. Así que, desde uno de los extremos del parque, habrá que bajar por unas escaleras que llegan hasta La Cuesta de Labrit, desde donde se llega a las murallas medievales que rodean buena parte del Casco Viejo pamplonés. Desde los kilómetros de atalaya, se pueden admirar los paisajes que rodean Pamplona. También, la trasera de su catedral, que, tras su controvertida fachada neoclásica, esconde unos restos góticos muy interesantes.

Sin dejar la muralla se llega al Caballo Blanco, una zona con una replaceta donde se puede hacer una parada para asomarse a algunos de los miradores o refrescarse en su terraza, una de las más populares, sobre todo al atardecer. El paseo sigue hasta el Portal de Francia, pasando el cual encontramos otro de los hitos de la ruta: el Archivo de Navarra, instalado en el que fuera el Palacio de los Virreyes, intervenido por Rafael Moneo para su función actual.

De vuelta a la muralla, se termina en otro coqueto parque: el de la Taconera. Además de sus cuidados jardines y una agradable terraza, su principal atractivo, sobre todo si se va con niños, es un enorme foso donde viven decenas de aves domésticas y exóticas, además de varios ciervos.

Desde allí, a tiro de piedra se encuentra la Ciudadela, otro de los emblemas de Pamplona, y el auditorio Baluarte, donde hay más terrazas, numerosas actividades y una, generalmente, atractiva programación.

Tras conocer la muralla que rodea la parte Vieja de Pamplona y las vistas que proporciona, es hora de adentrarse en sus callejuelas. Qué mejor manera de hacerlo que, por ejemplo, siguiendo el mismo recorrido que estarían haciendo los toros y los mozos estos días en los encierros.

Para ello, hay que situarse en la parte más baja de la cuesta de Santo Domingo, donde puede verse la hornacina con el santo, donde se entona el popular canto de 'A San Fermín pedimos...". Allí mismo, subiendo unas escaleras, está el Museo de Navarra, que atesora en su colección un valioso Goya: el retrato del Marqués de San Adrián.

Subiendo la cuesta, se desemboca en uno de los lugares más conocidos de Pamplona, la plaza del Ayuntamiento, desde donde enfilaremos hacia la no menos famosa calle Estafeta tomando antes la curva de Mercaderes. Estafeta es una de las calles más populosas, singulares y simbólicas de la capital navarra, trufada de bares y tiendas de recuerdos, algunos gastronómicos.

La popular plaza del Ayuntamiento.
La popular plaza del Ayuntamiento.
Jesús Diges/EFE

El encierro termina en la plaza de toros, que en Pamplona se abre al público con visitas guiadas para descubrir hasta el último rincón del coso. A dos pasos está la calle Roncesvalles, con varios bares cuya barra y terrazas merecen la pena.

De vuelta a Estafeta, una primera parada puede hacerse, por ejemplo, en el bar Fitero, en cuya barra es difícil equivocarse. Muy cerca, en el Gaucho, hay que probar una de sus especialidades: huevo trufado con crema de setas, crujiente de jamón y patatas. Casi puerta con puerta está el Monasterio, con una propuesta más de vanguardia, en la que caben por ejemplo, guiños asiáticos o a las nuevas recetas de moda como el cebiche, que lo bordan.

Estafeta, San Nicolás y alrededores son el epicentro del tapeo.
Estafeta (en la foto), San Nicolás y alrededores son el epicentro del tapeo.
Jesús Diges/EFE

Otro epicentro del tapeo pamplonés es la calle de San Nicolás, adonde se llega atravesando otro lugar imperdible y simbólico: la plaza del Castillo. Allí cualquier terraza resultará agradable para hacer un alto, sobre todo a la hora del café. Si se busca algo bajo techo, el más llamativo por la solera del local es el Café Iruña. También es digno de verse el Hotel La Perla, que tantas veces albergó a Hemingway y que, además, estos días ofrece la posibilidad de tomarse un aperitivo en pareja asomado a uno de sus balcones.

Una de las vanguardistas tapas del Baserriberri.
Una de las vanguardistas tapas del Baserriberri.
Baserriberri

En San Nicolás no hay que perderse el Baserriberri, con una de las barras más vanguardistas y audaces de la ciudad. Casi cada semana actualizan la oferta con originales pinchos de alta cocina que se han llevado ya muchos premios. Es el caso de su tapa Bombeja, de la que es mejor no desvelar nada para mantener la sorpresa.

Muy interesantes también son las raciones que ofrecen en el Pic-Nic (con su afamada tortilla de patata). O las ofertas de chuletón y botella de vino del Katu Zaharra, a la manera de las sidrerías.

Muy cerquita, en la calle de Comedias, uno de los bares que no pueden faltar en cualquier ruta de tapas por Pamplona: el Roch. Con más de cien años de historia, irse de la ciudad sin probar uno de sus fritos alcanza directamente la categoría de pecado. Entre los fritos (que en Pamplona son punto y aparte) destacan también los conocidos como 'moscovitas', un clásico del bar el Temple, en la preciosa calle Curia.

Monumento al encierro, en Carlos III.
Monumento al encierro, en Carlos III.
Jesús Diges/EFE

Fuera de las rutas más típicas, en la calle Navarro Villoslada, 1, tiene su gracia la Servicial Vinícola, una antigua bodega de despacho de vino que, con su decoración de toda la vida perfectamente conservada, está especializada en los tradicionales "almuercicos": huevos y patatas fritos, chistorra, ajoarriero...

Para los que no perdonen un café, además de las terrazas de la plaza del Castillo, una opción interesante es el Bistrot, un curioso pub que también sirve cócteles y raciones, con vistas a la catedral y a la coqueta plazuela de San José, ya muy cerca de la calle Redín, una de las más fotografiadas de Pamplona, sueño de cualquier 'instagramer'.

Los amantes de las compras, por su parte, no quedarán decepcionados:

En el centro de la ciudad, las dos zonas de 'shopping' por excelencia son la parte vieja y Carlos III (gran avenida peatonal) y adyacentes, donde conviven la mayoría de las grandes cadenas y franquicias con un algún buen ejemplo de pequeño comercio con gusto. En Carlos III, por cierto, está el Monumento al Encierro, una gran conjunto escultórico que se ha convertido en el favorito para llevarse un recuerdo fotográfico de Pamplona.

Estas son algunas de las tiendas más interesantes de Pamplona:

ROPA, COMPLEMENTOS Y DECORACIÓN

Hari/Ari (calle Curia, 25)

Ropa exclusiva y artesanal.

Fragment (Calle Nueva, 4)

Ropa, decoración y complementos. Piezas especialísimas con reminiscencencias arquitectónicas y del minimalismo asiático.

Boutique María Alonso (Gorriti, 22)

Exquisito gusto selector de marcas internacionales como Isabel Marant, Marni o Dries Van Noten.

Slide Shop (Chapitela, 8)

Primeras marcas de ropa urbana.

MG (Francisco Bergamin Kalea, 14)

Tienda multimarmarca: Paul Smith, Commes des Garçons, Stone Island...

La Cabina (Curia, 17)

Decoración vintage y mueble recuperado, con preferencia por los diseños nórdicos del XX. Accesorios y complementos japoneses (bolsos y kimonos).

Agurcho Iruretagoyena (Baja Navarra, 8)

Cosas bonitas: decoración, bisutería, antigüedades, almoneda, perfumes...

Dafne (Carlos III, 39)

Bonita selección de ropa de mujer.

Antigüedades Miqueléiz (Avenida de Roncesvalles, 11)

Libro antigüo, artes, pósters, accesorios...

LIBROS

Pamplona tiene dos librerías excelentes, donde una puede perderse horas.

En el Ensanche, en la calle Paulino Caballero, está Walden, donde uno puede además tomarse un café. En Katakrak, ya en la parte vieja (calle Mayor), además, se puede hasta comer. Katakrak es además de librería, un centro social con numerosas actividades, y una pequeña vinatería.

OTROS

Un buen recuerdo para llevarse de Pamplona son unas pastas. Las más famosas y finas son las de Layana (Calceteros, 12). También son muy exitosas (ya había fila antes de que la pandemia las pusiera de moda) las de Beatriz, que, debido al éxito, ha abierto una segunda sede. La original está en el 22 de la calle de Estafeta. La nueva, cerca, en la calle Curia.

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