Una impresora 3D plegable, hecha y pensada en Aragón

Una empresa de La Muela ha desarrollado dos tipos de impresoras que buscan instalarse en casa.

Las impresoras 3D, Lora y Carey
Las impresoras 3D, Lora y Carey
Turtle 3D Printer

El momento de poder fabricar en nuestro escritorio aquello que tenemos en mente se acerca. La tecnología de las impresoras 3D lo permite en parte, porque todavía resulta complicado hacerles hueco en la mesa de trabajo. Pero, en Aragón tenemos a Lora, la primera impresora 3D autoplegable del mundo. Y este verano nacerá Carey, una impresora 3D con un valor único en el mercado: se puede"personalizar" con todo tipo de materiales: cuero, madera, metacrilato... Lo que busca es una mayor integración en la decoración del hogar.


La innovación de estas tecnologías es obra de Turtle 3D Printer, una marca comercial de La Muela que se dedica a la fabricación de productos industriales desde hace más de 50 años, pero apenas llevan año y medio en el mundo de la impresión 3D. "Todo empezó como 'hobby'. Quise fabricar una impresora casera y vi que podía ser mejorable y que existía una oportunidad de negocio en este mercado", explica Óscar Asiain, diseñador, junto a sus familiares Enrique y Alfredo Asiain, de ambas impresoras que tienen nombres de especies de tortuga.


"Turtle significa tortuga en inglés. El desplazamiento de la impresora autoplegable nos recuerda al movimiento que hace este reptil al esconderse en su caparazón, y de ahí surgió la idea de las denominaciones", comenta Asiain. 


Estas máquinas prometen grandes cambios en la sociedad. "Han llegado para quedarse. No son una moda pasajera", sentencia Asiain: "A nivel industrial hay un mercado muy potente donde están más normalizadas. En el ámbito doméstico costará unos años, pero llegará el día en que todos podremos fabricar lo que necesitemos, en el momento y lugar en el que nos convenga". Además, "ya existen aplicaciones gratuitas en internet para estas máquinas". 


Por ejemplo, en el campo de la Medicina los avances con impresoras 3D, similares a la tecnología de Lora y Carey, están revolucionando la atención sanitaria. "Se fabrican prótesis ortopédicas a medida del paciente para reemplazar partes del cuerpo. Y, cuando nos rompemos un brazo ya no es necesaria la escayola. Se puede imprimir un molde, previa resonancia, para que se adapte perfectamente a ese brazo. Además, el material se puede mojar y no produce alergias, entre otras ventajas", detalla Asiain. "Incluso se han hecho prótesis para animales", dice. 


Pero existen dos inconvenientes: el coste de las impresoras 3D y la formación para su uso. El precio de Lora es de unos 1.500 euros y el de Carey de 1.000. "Son precios de mercado, pero es un sector en constante auge. Cada dos semanas aparece un fabricante nuevo", asegura Asiain. Y, los datos le respaldan. En el último informe de la consultora Gartner sobre el sector de la impresión 3D se estima que en 2015 se venderán 217.000 impresoras tridimensionales y que el conjunto del sector facturará más de 11 millones de euros en el año 2018.


El público al que se dirige la empresa zaragozana es el "profesional". "Expertos en diseño, ingeniería, arquitectura, maquetación son nuestros principales clientes. Entendemos que ahora son los que utilizan estas impresoras", comenta Asiain: "Nuestro objetivo es que las impresoras 3D se instalen en el escritorio". 


En cuanto a su utilización, se necesitan unos conocimiento básicos, según explica el diseñador. "Mi padre quizá no sabría utilizarla, pero seguro que mi hija tiene una en casa cuando sea mayor. La educación de los niños en el colegio ya incluye formación en diseño o en nuevas tecnologías. No tendrán problemas en usar la impresión 3D en su día a día". 

¿Cómo es Lora? 

La impresora pesa seis kilos. Cuando se inicia el proceso de impresión, la máquina tiene una altura de 200 milímetros y conforme se imprime se despliega hacía arriba hasta alcanzar los 350 milímetros de altura.


Una vez que ha terminado el proceso, vuelve a los 200 milímetros de altura, cuenta Asiain. "Lora es el primer prototipo, pero la idea es reducir la altura a unos 160 milímetros y, en un futuro, hacerla portátil", revela el diseñador.