TERUEL

El retiro budista de Fuentespalda aspira a convertirse en centro de estudios

El complejo se puso en marcha en la comarca del Matarraña hace tres años y es el segundo de estas características en Aragón.

A la izquierda, el fundador del centro de Fuentespalda, el monje Ngawang Wangjor.
El retiro budista de Fuentespalda aspira a convertirse en centro de estudios
A. B.

El centro budista de Fuentespalda, uno de los dos retiros de esta religión que existen en Aragón -hay otro en el municipio oscense de Panillo- se convertirá en una universidad monástica. Este es, al menos, uno de los proyectos futuros del monje budista que dirige el santuario, Vicente Latre o Ngawang Wangjor.


El monje, natural de Caspe y fundador de Sangchen Norbu Ling -como se llama en tibetano este retiro espiritual del Matarraña-, aspira a que en la localidad turolense se pueda impartir una formación completa de filosofía budista. El centro de estudios sería el único en Europa de la tradición Sakya.


La historia del monje hasta desembocar en la localidad del Matarraña es peculiar. Wangjor vivió en Caspe hasta los siete años, cuando se trasladó con su familia a Barcelona. Tiempo después decidió cambiar de vida y pasó tres años buscando por tierras catalanas y aragonesas el lugar idóneo donde instalarse y realizar el proyecto que tenía en mente. Conoció la iniciativa de repoblación que desarrolla Fuentespalda, bautizada como 'Aldea de la Cultura', y como si de un flechazo se tratase, encontró una masía en el municipio turolense para instalarse.


Se trata de una finca de 22 hectáreas, a seis kilómetros del pueblo, a la que se accede por un camino bacheado y boscoso, lleno de olivos y almendros. Situada en un lugar privilegiado. Allí, en lo más alto, hay una cueva conocida como Cueva de Tara. También dos casas de retiro que actualmente ocupan dos monjas. Un espacio situado en un lugar perfecto para el estudio y la práctica de retiros de corta o larga duración. El entorno tiene unas vistas inmejorables, que se complementan con un silencio que conduce a un estado idóneo para la meditación.


Pero aún así, para Vicente Latre la soledad fue al principio muy dura. Antes de llegar a Fuentespalda, vivía en comunidad en Barcelona. No estaba acostumbrado a pasar tanto tiempo solo, pero nunca se planteó la idea de abandonar la nueva aventura que había iniciado. «Nunca se me ocurrió volver a mi vida anterior», afirma el propio monje.


Asegura que cuando tenía un momento decaído pensaba que no podía volver atrás, y que si había tomado esta decisión se debía a que en su situación anterior estaba «mal» y «necesitaba un cambio» en su vida. Aunque fue duro acostumbrarse a estar solo, ahora le resulta difícil estar fuera de casa. Por eso a menudo, cuando viaja, necesita regresar a la finca para encontrar su espacio de silencio, meditación y estudio.

Duro recibimiento


Vicente cuenta que cuando llegó a Fuentespalda notaba cómo los vecinos le miraban de manera diferente. Algo que no le extrañaba ni le parecía mal, pues lo consideraba algo normal. «Hay mucha gente que no conoce el budismo y puede sentir curiosidad», explica. Algunos vecinos se acercaban a preguntarle para tratar de conocerle un poco mejor. Ahora ya le conocen todos.


No obstante, para Latre fue duro acostumbrarse a su nueva vida y más aún cuando las temperaturas no acompañan. «Los dos primeros años no tenía ni puertas ni ventanas y llegué a estar a catorce grados bajo cero», explica. Para él, la mejor manera de combatir estas inclemencias fue estar arropado en la cama y cubierto con muchas mantas.


Así, poco a poco y con mucho trabajo diario, el proyecto de Latre cada día está más asentando. De esta forma, este monje va arreglando e incluyendo mejoras en la vivienda, de la que destaca una sala de meditación conocida como Gompa. Con una pequeña placa solar suple la necesidad de luz cuando oscurece y también consigue energía suficiente para hacer uso de las nuevas tecnologías como el ordenador portátil o el teléfono móvil. En cuanto a Internet, con una velocidad lenta por GPRS le resulta suficiente para consultar su correo electrónico.


Aunque Vicente asegura que la permanencia en la vida no se puede prever, de momento, su idea es quedarse en Fuentespalda por mucho tiempo y conseguir que más monjes se instalen en la masía, a la que bautizó como Sangchen Norbu. Su significado: un espacio para las enseñanzas más elevadas, el jardín de los grandes misterios.


La idea principal: procurar hacer un centro lo más sano posible y acorde al budismo tibetano de antes, con la particularidad de estar en occidente y que, en algunos aspectos, es imposible retroceder al pasado. La base es que sea un centro de retiro importante dentro de la tradición Sakya, el budismo tibetano.