HOSTELERÍA

Cantar y no dar el cante

Entre los locales de la Cepa, el Gareta y la Dolores, se ha establecido una ruta del cante en Zaragoza, recorrido que puede finalizar en el cercano Albéniz, donde el guitarrista Jorge Berges nos deleita con 'Entre dos aguas' casi como Paco de Lucía.

Cantar y no dar el cante
Cantar y no dar el cante

Para los que quieren cantar, siempre habrá una melodía a su disposición en el aire», decía Leonardo Boff. Para Edith Piaf era «una forma de escapar, otro mundo». Más rotunda, Chavela Vargas: «Cuando yo canto, los que me escuchan sienten, y lloran porque se dan cuenta de que todavía son capaces de sentir, a pesar de los males del mundo». Cantar, cantar, que el que canta su mal espanta. Cantar para olvidar. Cantar, cantar hasta morir, como muere la cigarra. En Zaragoza también hay gente que canta (y no da el cante). Bohemios, gente diferente, locos que enseñan el camino que luego seguirán los llamados cuerdos. Genios, en suma. La ruta del cante en la inmortal ciudad me la enseñó Pablo Porroche (q. e. p. d.), ex manager del gran Perico Fernández. Un día, hace ya unos años, me transportó a las calles del Asalto y Heroísmo. Estábamos buscando a Perico. Acababa de invitarle la Casa Real con motivo del trigésimo aniversario de su Campeonato del Mundo, y Perico decía que no iría a Madrid si no le mandaban el billete del AVE y le compraban el traje. Buscamos y buscamos y no encontramos ese día al mejor deportista que en la historia del deporte aragonés ha sido. Sin embargo, esa noche hallé algo maravilloso. «Está usted en tierra de amas sin amo y esposos sin esposas», oí al entrar en la Cepa Dorada, posada soriana junto a la plaza de San Miguel.

Como debutante que era en esa plaza de primera, permanecí callado. Sin duda, la mejor forma de ocultar mi ignorancia. Callé, decía, y dejé en libertad mis sentidos: ver, oír? Delectación de las guapas, de esas que contarle un día a los nietos. Bufandas del Numancia convivían con guitarras y bandurrias en un buscado desorden. Poesías en las paredes. De día y de noche, canciones y más canciones articuladas por artistas allí reunidos para proclamar su condición, sin más exigencia que el libre albedrío. Canciones en libertad prendidas de bohemia. Del fandango a la jota, pasando por todos los palos. Comer, beber y vivir, multiplicados de forma exponencial. Jamón con tomate en la barra cortado por Pilar. Víctor situaba la cejilla en sol en el mástil de la guitarra. En sol para viajar a la luna. Alunizante. Perdón, alucinante.

Me dejé seducir por ese ambiente. Me va. Me identifico con él. Y Porroche me llevó luego al Garito de Gareta, en la calle del Rincón, esquina con Heroísmo. «Jesús Gareta, entre los joteros el mejor, la copa es algo cara, qué vamos a hacer señor», cuelga un letrero en la pared. Música, más música, por favor. Javier Sancho canta tangos, José Luis Polillo emula a Sabina, Enrique Cavero también le pega a los tangos, Pepe Cabeza muestra dotes de barítono, Pepe Gros (Puturrú de Fuá), Ángel Yus? Detrás de la barra, Gareta acaricia la guitarra.

Años después nació La Dolores en la esquina de Heroísmo con Asalto. Allí imparte magisterio Fernando Saló (Añoranza), mientras Roberto intenta poner un poquito de orden. La misma deliciosa receta: cantar sin dar el cante. Por allí se deja caer ahora el gran Paquito de Guadix, cantaor de los que ya no quedan. Todo un personaje, Guadix. En invierno no ve la luz solar. La razón es evidente: se levanta a las siete de la tarde y se acuesta a las siete de la mañana. Ha cantado junto a Rocío Jurado y Lola Flores. Le ha tocado la guitarra Paco de Lucía. Todo un artista, Guadix. Se hace ahora acompañar del apoderado taurino Antoñín Castilla y de un reportero de cuyo nombre no puedo (ni debo) acordarme. Cuando se escapa del Moncayo, también aparece por ahí Curro Fatás. Y Juan Manuel Jimeno, el clon de Rubalcaba. Y Amparo, que baila como Carmen Amaya. Y Luis de Buenos Aires. Y Cecilia, una voz preciosa del grupo Sargantana. Y Pilar. Y Marta y José Antonio, siempre perfectamente peinado a raya. Y los tunos...

La zona del arte

Entre los tres locales, entre la Cepa, el Gareta y la Dolores, se ha establecido una ruta del cante en Zaragoza, recorrido que puede finalizar en el cercano Albéniz, donde el guitarrista Jorge Berges nos deleita con 'Entre dos aguas' casi como Paco de Lucía. Algunas noches yo diría que mejor. Y también aparece por ahí Toni Matute y su son cubano, para recordarnos al Ché Guevara. Y hasta Alain, el percusionista de los Gipsy Kings, que se pasa cada dos meses para cantar con esta peña encantadora. Incluso alguna vez ha llegado tarde a alguna actuación por estirar la juerga zaragozana.

Y aquí les voy a dejar, queridos lectores, después de pedirle perdón a los genios por haber destapado su maravilloso rastro. Esta noche me voy con ellos, con mis amigos, a expulsar las penas, a proclamar la libertad, a repetir el susurro que me dejaron caer en el oído nada más pisar La Cepa Dorada, las letras que un día escribió Enrique Cavero, esas que se refieren al territorio de las amas sin amo y esposos sin esposas. Allí, donde no sé ni me importa cuántos pagan contribución. Allí, donde no me siento capaz de censurar nada ni a nadie. Porque nadie es nadie para censurar a nadie. Mucho menos allí, en el territorio de los genios. Porque nada se debe criticar a los genios. Solo llorar cuando desaparecen.

Polillo canta por Sabina en el Gareta. José Luis Polo 'Polillo' canta por Sabina y entrena a fútbol en Helios. Sin duda, su futuro está en el fútbol... En la imagen, le acompaña Gareta a la guitarra, en presencia de Javier Sancho, brillante cantante de tangos.

Del salón en el ángulo oscuro. Veíase el arpa... Fernando Saló acaricia las cuerdas del arpa en La Dolores. Maese Jesús Marco acompaña la velada a la guitarra.