Parábola de un sentimiento

20 años después, el protagonista y sus compañeros lo recuerdan como si fuese ahora.

Infografía del gol de Nayim.
Infografía del gol de Nayim.
Heraldo

20 años después de aquel disparo desde el centro del campo del Parque de los Príncipes que cambió para siempre la historia del Real Zaragoza, tanto su protagonista como los compañeros que le rodeaban siguen recordándolo como si fuese ahora. Por su dimensión y la forma en que llegó, el gol de Nayim es uno de los instantes más especiales que se han vivido y se vivirán sobre un terreno de juego. Es el gol de la épica, de las emociones, de la felicidad... Es el gol del zaragocismo.


La final de la extinta Recopa de Europa, que enfrentaba a los maños con el temible Arsenal, estaba a punto de morir. Corría el último minuto de la prórroga y todo hacía presagiar que los penaltis decidirían, ineludiblemente, el nombre del campeón. Entonces apareció él. "Eso no se practica, no se entrena, no sabes cuando puede surgir. Pasó en ese momento porque me quedó el balón muy bien, botando, vi al portero adelantado y a mis compañeros en posible fuera de juego, así que lo intenté", relata Nayim.


"Pero aparte de que tienes que acertar en el golpeo y la colocación, tiene que equivocarse el portero cuando va hacia atrás. Es un conjunto de circunstancias que además se dieron cuando el equipo contrario ya no tenía tiempo para reaccionar. Es el gol con el que sueñas cuando eres pequeño, pero sabes que es casi imposible. No lo hubiera imaginado ni en el mejor de mis sueños", recuerda el exjugador del Real Zaragoza.


Pero el gol no solo fue un alivio para la afición, sino para los propios compañeros de Nayim. "Ya veíamos la tanda de penaltis muy cerca. A mí no me gustaba, no la quería para nada. Ellos tenían más experiencia que nosotros y eso podía haber jugado en nuestra contra. No tenía mucha fe en ese sentido", recuerda Juan Eduardo Esnáider, quien asegura que pensó que Nayim era "un loco". Ese loco capaz de controlar con el pecho una pelota a unos 40 metros del área inglesa, dejarla botar y soltar un lanzamiento que adquirió una extraordinaria parábola para batir a Seaman.


"Lo habíamos hablado, porque Nayim nos había dicho a Santi Aragón y a mí que Seaman jugaba fuera de su arco. Santi lo había intentado en el primer tiempo, así que era una opción. Ahora, en el último segundo del último minuto del tiempo extra era difícil de imaginar", señala Gustavo Poyet, sobre cómo se originó el lanzamiento.


"Yo estaba muy cerca de Nayim, creo que era el que más cerca estaba, unos 10 metros más atrás, y la pelota la pelea Poyet con Andy Linighan, no la controla Nayim e intenta golpear directamente. Nos quedamos sorprendidos porque en aquel momento no te esperas una vaselina tan lejana, pero conociendo a Nayim…", añade Xavi Aguado, quien considera que "marcar un gol desde el centro del campo, en el último minuto de la prórroga de una final europea, es el sueño de cualquier futbolista".


El gol iba a hacer enloquecer a los propios jugadores y a toda la afición desplazada hasta París. Eran conscientes de que el partido no se podía escapar. "Fue una locura. Todos abrazándonos, todos besándonos, pensando que lo habíamos conseguido, que lo teníamos casi hecho…",

recuerda emocionado Paquete Higuera. "Siempre digo que a Alfred Hitchcock le hubiese gustado hacer una película de fútbol de un partido como ese", ensalza Cedrún.


Ya no iba a haber tiempo para más. Desde ese mismo momento, se habían convertido en los héroes de París, en los héroes de una Recopa que tuvo en Nayim a ese ángel capaz de hacer volar todo un sentimiento con un solo balón. "Fueron momentos de muchísima alegría y felicidad, no solo de mis compañeros y de mi familia, sino de todo el zaragocismo. Miles de personas salieron a disfrutar este momento histórico. Al fin y al cabo el fútbol es eso: sufres muchas veces, pero otras tienes recompensas", concluye Nayim.