Nayim: "Si la jugada del gol hubiera sido en el minuto 1 lo habría intentado igual"

Nayim rescata de su memoria la final de París, cómo vivió el gol que cambió su vida y los secretos del éxito de aquel Real Zaragoza.

Nayim, en el paseo de la Independencia de Zaragoza
Nayim, en el paseo de la Independencia de Zaragoza
Laura Uranga

Mohammed Alí Amar nació dos veces. La primera, en noviembre de 1966, en Ceuta. La segunda, el 10 de mayo de 1995, en el Parque de los Príncipes de París. Es día nació la leyenda, el mayor héroe de los 'héroes de la Recopa', el GOL con mayúsculas. NAYIM. El exjugador del Real Zaragoza sigue hablando de su gesta. No porque no quiera cambiar de tema, sino porque no le dejan. Allá por donde va le preguntan por aquella noche mágica en la capital francesa, por cómo golpeó el balón para que describiera una parábola perfecta hacia la eternidad. Dos décadas después de ese momento histórico para el zaragocismo, Nayim rescata ese partido de su memoria.



Después de 20 años... ¿Está cansado de hablar del gol?


Uno nunca se cansa de hablar de algo que fue una alegría para tanta gente. De eso nunca te cansas.



Han pasado dos décadas de la final de la Recopa y de su gol. ¿Cómo recuerdas ahora esos momentos?


Fueron momentos de muchísima alegría y felicidad, no solo de mis compañeros y de mi familia, sino de todo el zaragocismo. Miles de personas salieron a disfrutar este momento histórico. Al fin y al cabo el fútbol es eso: sufres muchas veces, pero otras tienes recompensas.



El gol, sin duda, fue con el que sueña cualquier futbolista.


Es el gol con el que sueñas cuando eres pequeño, pero sabes que es casi imposible. No lo hubiera imaginado ni en el mejor de mis sueños. Pero siempre he dicho que fue posible gracias a un grupo humano y un equipo con un talento extraordinario que me dio la oportunidad de llegar a ese momento.



Poyet cuenta que habían hablado de que Seaman estaba muy adelantado y de la posibilidad de intentar sorprenderle.


Sí, yo había jugado contra ellos durante cinco temporadas cuando estaba en el Tottenham. Jugaban con la defensa y el portero muy adelantados y se lo dije a los que jugábamos en el centro del campo. Creo que Santi Aragón lo intentó durante el partido. Era un golpeo difícil, pero sabíamos que era una posibilidad.



Lo que nadie, ni siquiera sus propios compañeros, se imaginaba, es que lo hiciera en ese momento.


Eso no se practica, no se entrena, no sabes cuando puede surgir. Pasó en ese momento porque me quedó el balón muy bien, botando, vi al portero adelantado y a mis compañeros en posible fuera de juego, así que lo intenté. Pero aparte de que tienes que acertar en el golpeo y la colocación, tiene que equivocarse el portero cuando va hacia atrás. Es un conjunto de circunstancias que además se dieron cuando el equipo contrario ya no tenía tiempo para reaccionar. Fue un sueño hecho realidad.



¿Qué se le pasó por la cabeza cuando le llegó el balón?


Es un poco de todo. La mente es tan rápida que piensa en décimas de segundo, pero además es intuición, imaginación... Un poco de todo. Se han metido más goles desde el centro de campo, pero la diferencia fue que yo lo hice en una final europea y en el último minuto de la prórroga.



¿Era consciente de cuánto tiempo quedaba?


Para nada. No era consciente del tiempo que faltaba. Solo seguía jugando, seguía jugando y seguía jugando. Sabía que faltaba poco, pero no el tiempo exacto. Me daba igual el minuto, si me hubiese pasado en el primer minuto lo hubiera intentado igual.



¿Y qué sintió mientras el balón se dirigía hacia la portería?


Lo que yo sentí fue que la había golpeado bien, que le había dado con la fuerza suficiente. Miraba el balón, pero también al portero. Cuando observé que Seaman estaba en dificultades pasaron dos segundos eternos hasta que vi que se había equivocado y no podía sacar el balón. Cuando lo vi dentro viví una explosión de alegría indescriptible.



Tras el gol hubo momentos de locura. Todos corriendo de lado a lado, Víctor Fernández entrando al campo. Aguado dice que se fue a preguntarle al cuarto árbitro que cuánto quedaba y Cedrún cuenta que él no se atrevió a ir a celebrarlo por miedo a que le marcaran un gol desde el centro del campo. ¿Cómo fueron esos instantes?


Yo intenté buscar a mi gente en la grada, a mi mujer, a mi padre y mis amigos. Intentaba localizar a alguien para celebrarlo con ellos, pero duró dos segundos, porque llegaron mis compañeros, me agarraron y me tiraron al suelo. Alberto (Belsué) me dio un beso en los morros. Todos se tiraron encima, pero en esos momentos te da igual todo. No lo puedo describir con palabras, porque me quedaría corto.



Tras la euforia... ¿Llegó el miedo a que todavía quedara tiempo para que les empataran?


Una vez que acabamos de celebrarlo no sabíamos lo que faltaba. Yo solo pensaba en volver a mi posición y seguir jugando. Cuando vi que el árbitro ya no les dio tiempo ni de sacar del centro del campo ya fue algo de locos. Otra vez volvimos a abrazarnos, a tirarnos en el suelo, a formar una piña... Eso es lo que era ese equipo, una piña.



Muchos de sus compañeros todavía cuentan que estaban temblando con la opción de los penaltis y que su gol les salvó.


Seguro que todos hubiesen tirado, porque eran jugadores extraordinarios con una gran personalidad. Pero por suerte no tuvimos necesidad de pasar por los penaltis y fue un alivio. Me alegro de que se sintieran aliviados. Yo también me sentí así. En los penaltis siempre se sufre.



Poyet va reclamando que pongan una placa con el nombre de Nayim detrás de esa portería del Parque de los Príncipes.


Gustavo me quiere mucho... Lo importante es que ese grupo, nombre a nombre, ha entrado a formar parte de la historia del fútbol, sobre todo del zaragocismo.



¿Ha podido hablar alguna vez con Seaman sobre esa jugada?


No, pero me hubiese encantado. Sé que es una gran persona, todo el mundo habla maravillas de él. En ese momento era, si no el mejor, uno de los mejores porteros del mundo. Tuvo la desgracia de que le sorprendí y nada más. El deporte es así. Hay un ganador y un perdedor. Esa vez nos tocó a nosotros ganar y a ellos perder. Me alegro de que fuera así; yo siempre quería ganar.



¡Si gracias a ese gol hasta los hinchas del Tottenham le dedicaron una canción que le cantaban al Arsenal!


Sí (ríe). “Nayim, from the halfway line” (Nayim, desde la línea del centro del campo). Es una cosa espectacular. El Tottenham y el Arsenal son grandes rivales, es el derbi del norte de Londres, y se llevan a matar. Así que hice felices a dos aficiones, a la del Real Zaragoza y a la del Tottenham. Me alegro, porque yo soy seguidor de este equipo.



¿Cuántas veces ha podido ver el gol en estos 20 años?


Alguna vez que otra... Siempre tienes amigos que te lo mandan, cuando llegan estas fechas todo el mundo te lo recuerda... Lo que me gusta, aparte de la estética del gol, son las narraciones que hay. Se me pone la piel de gallina y sigo sintiendo un cosquilleo en el estómago cuando veo esas imágenes. Me siento orgulloso de eso.



Además, ese día, el Real Zaragoza no solo era el equipo de Zaragoza, sino el de toda España.


Sin duda. Era un equipo que gustaba mucho, que hacía muy buen fútbol. Y Zaragoza es una ciudad querida en toda España, la gente maña es muy apreciada. En ese momento éramos el equipo de España, íbamos a jugar una final europea y todo el mundo estaba con nosotros.



Ahora no son pocos los zaragocistas que les enseñan ese gol a sus hijos como muestra de lo que un día fue el Real Zaragoza.


Es verdad. Ahora venía hablando con un taxista y me ha dicho eso, que tiene un hijo de 11 años y que le pone el gol para enseñarle que el Real Zaragoza fue grande. Yo creo que volverá a ser grande. Por todo. Por historia, por prestigio, por ciudad, por afición... Hace falta un poco de paciencia y volver cuanto antes a lo que ha sido este equipo.



En Zaragoza, sin duda, ese gol le convirtió en un gran ídolo. ¿Todavía lo siente cuando regresa a la ciudad?


Cuando vengo a Zaragoza me siento feliz, la gente me sigue agradeciendo el gol, pero no soy el único. Para llegar a una final hubo una trayectoria de partidos en la que todo el mundo puso su granito de arena. No me he considerado nunca el ídolo de nadie, porque si hubo un ídolo fue el equipo.



Siempre han destacado que la amistad que les unía fue una de las claves del éxito de aquel grupo.


Sin duda fue una de las claves. Pero no solo nosotros, sino también nuestras mujeres, nuestros hijos... Era un grupo extraordinario, teníamos ganas de que llegara el día siguiente para volver a entrenar y juntarnos. Todos tenían un talento extraordinario y un gran compromiso. Por la mañana me hacía ilusión levantarme, desayunar e ir a entrenar. Ese fue el secreto.



De aquella Recopa se recuerdan el gol y la final, pero hubo un largo y complicado camino para llegar hasta allí, eliminando a rivales como el Chelsea o el Feyenoord. ¿Cómo fue la competición?


El mejor partido que jugamos fue contra el Feyenoord en Holanda. Y perdimos 1-0. Fue un partido extraordinario, con un García Sanjuán estelar. Su portero sacó balones de todo tipo y ellos en una jugada aislada nos marcaron. Pero en La Romareda, con el bufandeo de la afición y el ambiente que había desde el minuto 1 al 90, sabíamos que si hacíamos nuestro fútbol tendríamos opciones de pasar. Al final ganamos con goles de Juan (Esnáider) y de Miguel (Pardeza), otros dos jugadores súper talentosos. Yo metí el gol en la final, pero durante el camino todo el mundo puso su grano de arena.



De hecho, Esnáider marcó otro golazo en la final que quedó en un segundo plano tras el suyo.


El gol de Juan es una maravilla, una obra de arte, ese golpeo con la zurda que no le da tiempo ni de moverse al portero y que entra por la escuadra... Pero Juan marcó en todos los partidos. Fue el alma del equipo ofensivamente hablando. Y su carácter, su trabajo y su personalidad nos transmitían muchísimo. Cada jugador nos daba una cosa y el conjunto de eso hizo un equipo campeón.



Cuando comenzó la temporada, ¿aspiraban a ganar la Recopa o pensaban que podrían llegar tan lejos?


Nosotros íbamos eliminatoria a eliminatoria. Cuando pasábamos una, a ver quien nos tocaba en la siguiente, y así hasta el final. Cuando tocaron el Feyenoord y el Chelsea sabíamos lo complicado que sería, pero éramos un equipo que salía al campo a divertirse y a jugar bien al fútbol, y jugando bien normalmente tienes más opciones de ganar.



Ese título adquiere más importancia si cabe después de que, 20 años después, el Real Zaragoza no haya ganando ningún otro título europeo.


Es que es muy difícil ganar un título europeo. Hay grandes equipos con mucho dinero y jugadores brillantes que no lo han logrado.



Para los zaragocistas fue un día inolvidable y una alegría inmensa. ¿Qué recuerda de las celebraciones?


La mejor celebración fue la llegada a Zaragoza. Creo que ese día Aragón entero vino a Zaragoza. Desde la salida en el aeropuerto fue espectacular. Había padres, madres, niños, jóvenes, abuelos, abuelas... Salió toda Zaragoza a la calle a celebrar con nosotros el triunfo. Porque la victoria no fue solo nuestra, sino de toda la afición, por su apoyo y su cariño. Ese trayecto hacia la plaza del Pilar no lo olvidaré nunca. No cabía ni un alfiler. No he vivido nada parecido en mi vida.



¿Que se le recuerde por ese gol es un gran halago o siente que ha eclipsado todo lo demás que aportó al fútbol?


Yo he ganado más cosas. Gané una FA Cup, fui subcampeón del Mundo con la selección sub-18, una Copa del Rey con el Barça... Pero no me importa que la gente solo se acuerde del gol. Cuando a uno se le recuerda por algo bueno, bienvenido sea. A nosotros se nos recuerda por ganar un gran título, por hacer buen fútbol y por ese final especial.



¿Hay alguna anécdota de ese día que todavía no se haya contado?


He contado casi todo. Antes del partido estábamos tranquilos, apartados de la ciudad. La llegada al campo fue espectacular,viendo a nuestros aficionados tanto en la calle como en las gradas. Desde el minuto cero estaban animando... La anécdota más importante es que cuando el árbitro pitó el final todos fuimos felices.



¿Sigue vinculado al mundo del fútbol?


Sí, sigo vinculado al mundo del fútbol. Ahora estoy comentando partidos de la liga española en Sky Sports para Inglaterra. El fútbol es mi pasión y seguiré dedicándome a este deporte el resto de mi vida.



¿Cómo ve al Real Zaragoza desde la distancia?


Yo creo que tiene un mérito extraordinario lo que están haciendo después de lo que pasó en verano. Pero estamos en la pelea y lo que hay que hacer es ir a La Romareda a animar al equipo para ver si podemos subir esta temporada. Sería importantísimo para la viabilidad del club. Yo no tengo la esperanza de que el Real Zaragoza volverá a ser grande, sino que tengo la seguridad. La gente que está dentro del club, que es zaragocista y ama al Real Zaragoza, devolverá a Primera al equipo más temprano que tarde.


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