Tercer Milenio

En colaboración con ITA

El invisible viento

Con la llegada del otoño, el viento cobra protagonismo, sobre todo en aquellas _zonas de nuestro país donde su incidencia es destacada, como ocurre en el Valle del Ebro con el machacón cierzo. Aunque a menudo nos referimos al viento como el aire ("¡Vaya aire que hace!"), lo cierto es que se trata del movimiento horizontal del citado medio gaseoso.

Según su intensidad, los vientos se clasifican de flojo a huracanado
viento huracanado

¿POR QUÉ SOPLA EL VIENTO?

La causa primera por la que el aire se desplaza sobre la superficie terrestre está en las diferencias de presión atmosférica entre unas zonas y otras de dicha superficie. La estrecha relación entre la presión y la temperatura del aire hace que dichas diferencias de presión sean el resultado del calentamiento desigual al que se ve sometido nuestro planeta. Mientras en la zona tórrida que rodea al Ecuador entra anualmente más energía solar que la que sale, en las regiones polares ocurre justo lo contrario. Si el aire permaneciera estático, el Ecuador sería una zona cada vez más caliente y en los polos haría cada vez más frío. Los vientos y las corrientes oceánicas transportan el calor de unas zonas a otras. La presencia cuasipermanente de varias células de circulación atmosférica a escala planetaria da como resultado la formación de grandes sistemas de alta presión (anticiclones) en torno a los cuales se desplazan las bajas presiones (borrascas). Si sobre el aire solo actuara la fuerza resultante de la diferencia de presión, el viento siempre soplaría de las altas a las bajas presiones, lo que en la mayoría de los casos no ocurre. La rotación terrestre (a través del efecto Coriolis), la fricción con el suelo y las fuerzas centrífugas alteran significativamente los flujos de aire.


¿ES FLOJO UN VIENTO MODERADO?

Los hombres del tiempo emplean a menudo el término ‘moderado’ para referirse a un viento de cierta enjundia. Lo cierto es que solo una pequeña parte de la población interpreta correctamente dicha información. En una encuesta elaborada en 2004, únicamente el 13% de los encuestados acertó cuál es el intervalo de intensidad correspondiente a un viento moderado: velocidad media entre 21 y 40 km/h. La mayoría lo identificó con un viento más flojo, cuando en realidad no es así. Teniendo en cuenta que las rachas que pueden alcanzarse en las calles de una ciudad pueden ser hasta un 75% mayores que el viento medio en una zona libre de obstáculos, un viento de 35 km/h (moderado por definición) podría generar rachas de hasta 60 km/h. En función de cuál sea su intensidad, el viento puede clasificarse como flojo, moderado, fuerte, muy fuerte y huracanado. Este último (aquel cuya velocidad media es mayor de 120 km/h) no debemos asociarlo necesariamente con un huracán, ya que hay muchas situaciones meteorológicas que pueden dar lugar a vientos de ese calibre o incluso mayores.


¿POR QUÉ SE ACELERA EL VIENTO EN LAS ESQUINAS?

El aire, lo mismo que el agua, es un medio fluido, y varía de velocidad y dirección en función de los obstáculos que se encuentra a su paso. La orografía influye decisivamente en el viento, lo mismo que el paisaje urbano, si bien este último lo hace a una escala más pequeña –local–, mientras que las montañas y los valles modifican el flujo aéreo a una escala mayor. Cuando sobre nuestra ciudad se abate un viento en determinada dirección, la orientación de las distintas calles con respecto a ese flujo dominante, así como los estrechamientos y ensanches de la vía pública, provocan aceleraciones muy destacadas del viento en determinadas zonas de la ciudad. Los cruces de calles y en particular las esquinas son lugares especialmente críticos. En los bordes que unen las fachadas de un edificio, el viento alcanza un máximo, ya que se produce el llamado ‘efecto esquina’. Mientras que en la fachada del edificio enfrentada al viento se produce un aumento local de la presión, en la otra fachada la succión de aire que tiene lugar reduce la presión. Fruto de esa diferencia barométrica entre ambos lados del edificio, el viento se acelera, tal y como percibimos al doblar una esquina. A una escala mayor, este efecto se observa también en los cabos y promontorios de la costa.


En las montañas, la aceleración del viento es claramente perceptible en la cima, donde el viento puede llegar a ser hasta tres veces más intenso que en la base. Dicha circunstancia es debida al estrechamiento que sufren las líneas de flujo y al consiguiente efecto Venturi. Dicho efecto se percibe también en portillos y desfiladeros, aparte de en los estrechos como el del Gibraltar, donde el viento siempre se canaliza y acelera. La canalización también es evidente en valles como el del Ebro, donde el cierzo (viento del Noroeste) es el viento dominante, alcanzando con frecuencia rachas muy destacadas.


PARA SABER MÁS:

'Saber de vientos', por Pablo Francescutti.


RÉCORDS

La mayor racha de viento registrada oficialmente en España se alcanzó el 28 de noviembre de 2005 en el Observatorio de Izaña (Tenerife), y fue de 248 km/h. En la Península Ibérica, el récord lo ostenta el Observatorio de Oviedo, con una racha de 190 km/h, el 11 de diciembre de 1978. Existen registros de rachas algo mayores, pero no en series homogéneas, de observatorios de AEMET, por lo que están pendientes de revisión, lo mismo que algún dato antiguo, como los 196,8 km/h registrados en Igueldo el 15 de febrero de 1941. La mayor racha registrada en la Tierra la generó el ciclón tropical Olivia en la isla Barrow (Australia), el 10 de abril de 1996, y es de 408 km/h. Esta plusmarca, reconocida oficialmente en enero de este año, desbancó al mítico registro de 372 km/h alcanzados el 12 de abril de 1934 en la cima del monte Washington (EE. UU.).