Tercer Milenio
En colaboración con ITA
Itainnova. De las pantallas en verde y negro a los teraflops
Cuando se inauguró el Instituto Tecnológico de Aragón, nueve años antes del nacimiento de Tercer Milenio, no había nanomateriales ni big data pero tampoco correo electrónico ni ordenadores potentes y veloces. Hoy, trabajan en los campos más punteros 145 hombres y 84 mujeres. El más antiguo de la plantilla de Itainnova, Miguel Trallero (60 años), y una de las más jóvenes, Beatriz Franco (25 años), conversan sobre aquel tiempo y el que vendrá.
Ambos comenzaron de becarios, pero con muchos años de diferencia. Cuando al joven ingeniero industrial Miguel Trallero le ofrecieron trasladar su beca del Departamento de Transportes de la Universidad de Zaragoza al recién nacido Instituto Tecnológico de Aragón, aquel "era un sitio nuevo del todo, donde solo estábamos seis personas, al poco tiempo fuimos ocho; hasta los 229 que estamos ahora ha habido un cambio sustancial". Corría el año 1984. Más de treinta años después, entre las últimas incorporaciones a la plantilla se cuenta Beatriz Franco. Terminó Ingeniería Informática en febrero, después de hacer en Itainnova el trabajo fin de grado (TFG), "y luego me quedé en el departamento de Big Data y Sistemas Cognitivos, con un contrato de beca para seguir aprendiendo con ellos". A sus 25 años, "no pensaba que el instituto tuviera tanto impacto", reconoce ahora que ha tenido la oportunidad de "ver los proyectos de cerca".
Proyectos inmersos en un campo pujante en la ciencia y tecnología actuales y también en Itainnova. Solo en el departamento de Big Data y Sistemas Cognitivos trabaja una veintena de personas.
Nada que ver con el primitivo ITA que estrenó Trallero: "Era un sitio familiar, que empezó con poca cosa, en colaboración con medios de la universidad, del Departamento de Transportes, cuyo catedrático fue el primer director del instituto, Carlos Vera". Al principio, se iba haciendo "lo que se podía, lo que daban de sí ocho personas"; hoy Itainnova da servicio a mil empresas al año.
La demanda de ese tejido empresarial ha marcado la evolución y el crecimiento de Itainnova. Todo comenzó en "una oficina alquilada en el edificio Corindón, cerca del parque", donde estuvieron mientras construían el edificio de ladrillo rojo, en el nuevo campus que empezaba a crecer al otro lado del Ebro. En aquellos tiempos incluso tenían llaves del ITA para salir y entrar cuando hiciera falta por exigencia de los proyectos, fines de semana incluidos.
En un ambiente donde se podía fumar y se fumaba (mucho) en todas partes, especialmente cuando los cálculos no salían, solo había tres PC que se compartían. "Eran ordenadores sin disco duro, con pantalla en blanco y negro o negro y verde; cualquier móvil de los de ahora les da cien mil vueltas. Solo en cargar el sistema operativo tardaban un par minutos, eran todo un poema", rememora.
Los equipos con que trabajan hoy Franco y sus compañeros son muy diferentes: "Tienen mucha más memoria, más capacidad para hacer cálculos, puedes realizar varios procesos a la vez, usar servidores externos.... Estamos trabajando con servidores del Bifi, de 8 cores, lo que permite lanzar y ejecutar varias tareas en paralelo, cosa que antes no era posible". En Itainnova hay ordenadores de cálculo para tareas específicas de inteligencia artificial con un rendimiento 2.000 veces superior al de un ordenador convencional (15 Tflops frente a los 70 Gflops de un ordenador normal y corriente).
Casi cuesta imaginar cómo era trabajar sin internet ni correo electrónico. "El fax era lo más supermoderno que había", dice Trallero. Ahora, añade Franco, "podemos estar trabajando, conectados, unos aquí y otros en la sede de Walqa, hablar y enseñar algo incluso compartiendo pantalla".
Pioneros
El departamento donde trabaja Beatriz Franco está a punto de mudarse al lado del nuevo Laboratorio de Inteligencia Artificial y Sistemas Cognitivos. Otros tres nuevos laboratorios ultiman también su instalación: Internet of Things y Blockchain, Structural Health Monitoring y Control y Sistemas Autónomos. Cubren áreas emergentes hoy en día, una constante en la historia de Itainnova que, en su momento, fue pionero en tecnologías como el diseño asistido por ordenador, con programas de CAD, cuya instalación en las empresas aragonesas se promovió desde el ITA. Trallero recuerda que incluso desarrollaron un programa propio de cálculo por elementos finitos.
También llevaron la delantera "en algo muy moderno: la impresión 3D, que se llamaba prototipado rápido". Las cosas han cambiado tanto que ahora "compras una impresora 3D en unos grandes almacenes y te la llevas a casa".
Actualmente, "seguimos evolucionando y hacemos cosas de mayor complejidad, con un nivel de ingeniería superior", dice Trallero. Como "recoger datos de máquinas industriales y estructurarlos en bases de datos para analizar rendimientos con la idea de predecir fallos de las máquinas y no perder tiempo de producción, anticiparse al fallo y solucionarlo antes"; es lo que hizo Franco en su TFG. Para ella, sin duda "es el futuro de la industria".
Esa industria 4.0 no existía hace 25 años y orienta muchos de los trabajos que se hacen hoy desde Itainnova, que impulsa con acciones de difusión y asesoría la digitalización de la industria. Pero desde aquí se llevan "20 o 25 años trabajando en industria 1.0, 2.0...", apunta Trallero. Así, se participó en la automatización, la visión y el control de robótica de un robot de recogida de naranjas, Citrus, que, "montado en un carro y con una cámara, detectaba dónde estaba la naranja e iba a cogerla". Actualmente, "hacemos robots que pueden trabajar con personas".
Futuro
Franco vislumbra un futuro donde tendrán mucho más peso máquinas y robots: "Habrá personas vigilando las máquinas o haciendo otras tareas, pero el trabajo mecánico de mover piezas de un lado a otro o verificar la calidad, ya lo puede hacer una máquina". En su opinión, aunque "en cómputo se puede avanzar mucho, las máquinas fallan en sentimientos y emociones; que lleguen a igualar las capacidades de un humano en esto es muy difícil".
Trallero cita a "los gurús de inteligencia artificial (IA), que dicen que donde habrá más sustitución de personas por máquinas y pérdida de empleo no será en la automatización de la industria, sino en trabajos administrativos".
Creen que, en robótica o IA, "lo que sale en las películas tardará otros 25 años o más. Un asistente completo, un robot que te haga la comida y te planche, no es fácil".
¿Tanta tecnología acabará controlándonos? "Si vas a tomar un café y, solo por llevar la ubicación activada en el móvil, te salta una notificación para que opines sobre ese bar, te da la sensación de que te están controlando -confiesa Franco, pero cuando trabajas con los datos ves que son necesarios. Se usan para facilitar la vida, recomendarte establecimientos cercanos, evitar atascos...".
Trallero menciona proyectos en marcha que hacen posible que las carretillas detecten personas y eviten atropellos o que los vehículos auxiliares de los aeropuertos no colisionen con aviones o que se puedan generar cursos de forma automática. Piensa que no llegará a ver máquinas que desarrollen emociones, "pero Bea a lo mejor sí". A ella le gustaría aplicar la capacidad de aprender de la inteligencia artificial a gente con problemas de visión o movilidad.
