Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Por qué unos chistes me hacen gracia y otros no

Aunque la diversión no es una cualidad medible, acaba de ser desarrollada una teoría cuántica del humor.

Las claves del humor están siendo investigadas
Las claves del humor están siendo investigadas
Cheriejoyful

“Debo parecer una avestruz que esconde la cabeza en la arena relativista para no enfrentarse con el malvado cuanto”, admitía Albert Einstein. La actitud del físico alemán ante la mecánica cuántica quizás hubiese sido diferente si hubiese sabido que en el futuro explicaría algo que para él era fundamental: el sentido del humor. O más concretamente, el humor cognitivo. Una psicóloga canadiense y una matemática australiana desarrollaron el año pasado una Teoría Cuántica del Humor que ayuda a entender por qué nos reímos (o no) de los chistes.

La clave, dicen, está en que existan elementos ambiguos, frases, palabras, objetos o cualquier cosa "que tenga diferentes interpretaciones posibles en distintos estados". La carcajada nace cuando se percibe un doble significado (disociación). Es decir, que el que escucha el chiste de repente detecta que hay una segunda interpretación posible para una palabra o un concepto. Y que existe incongruencia entre ambas porque, en cierto modo, las dos interpretaciones resultan incompatibles entre sí. Nuestra capacidad de percibir ambos significados simultáneamente lo hace divertido. Algo parecido a lo que propone la mecánica cuántica para explicar el estado de los cuerpos a escala subatómica.

Por otro lado, dicen las investigadoras que la diversión no es una cualidad de la realidad externa contante y medible. Es algo que surge de la interacción entre el chiste, el estado cognoscitivo de quien lo escucha y otros elementos del contexto. Por eso la física cuántica resulta tan útil para explicar los chascarrillos.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión