Llorar no es antónimo de reír. De hecho, con mucha frecuencia se nos saltan las lágrimas a la vez que nos mondamos de la risa. Incluso existe un popular emoticón de Whatsapp que llora entre risotadas. Para colmo, hay ocasiones en que ante una mala noticia se nos escapan carcajadas -risa nerviosa, la llaman-. Pero tranquilo, porque tiene una explicación. Resulta que la risa y el llanto guardan bastante similitud. Ambas respuestas se producen en momentos emocionalmente intensos, no tienen un principio ni un final claro y ayudan a contrarrestar los efectos del cortisol y la adrenalina en momentos excitantes o estresantes. Y eso explica también por qué cuando un equipo de fútbol se alza con una victoria importante, los jugadores lloran de alegría. O por qué nos da por gimotear en las bodas, en las graduaciones o en una fiesta de cumpleaños sorpresa.

Oriana Aragon, investigadora de la Universidad de Yale (EE. UU.), estudió hace poco la curiosa intersección entre carcajadas y sollozos. Y llegó a la conclusión de que cuando una persona se ve sobrepasada por un exceso de emociones positivas fuertes, las lágrimas le ayudan a 'recuperarse'. Es más, comprobó que las personas que reaccionan negativamente a noticias positivas -gritando o llorando- son capaces de templar las emociones intensas y restablecen su equilibrio emocional con más rapidez que quienes solo muestran júbilo. En otras palabras, reír de pena o llorar de alegría no solo no es señal de locura, sino que incluso nos ayuda a mantener la cordura.