Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Comer setas es salud

El extracto de la seta shiitake es activo frente a estreptococos.
El extracto de la seta shiitake es activo frente a estreptococos.
Clay Olson, University of Florida

Champiñones silvestres, setas de cardo, boletus, níscalos, setas de chopo... Los hongos llenan este mes las cestas de los aficionados aragoneses a su recolección. Lo que pocos saben es que, además de deleitarse saboreándolas salteadas o asadas con un ajoaceite, comer setas les ayudará a mantener lejos enfermedades como el cáncer, la osteoporosis o la diabetes.


"A unos quinientos pasos, a la vuelta de un alto promontorio, se presentó ante nuestros ojos una selva elevada, frondosa y espesa, formada de árboles de medianas dimensiones, que asemejaban perfectos quitasoles, de bordes limpios y geométricos (...) un bosque notabilísimo de hongos", imaginaba Julio Verne en su novela 'Viaje al Centro de la Tierra'. A estas altura ya sabemos que no crecen selvas de hongos así de frondosas en el núcleo denso, ardiente y hostil del planeta azul. Pero si existieran, sin duda serían en una auténtica panacea para las compañías farmacéuticas. Al menos eso es lo que se desprende de las últimas investigaciones sobre los saludables efectos del consumo de setas y la cantidad de moléculas terapéuticas que contienen (aunque conviene consumirlas con moderación, ya que abusar de ellas puede volverse en nuestra contra).


Sin ir más lejos, los hongos nos surten de antibióticos naturales. En concreto, se ha comprobado que el extracto de la seta shiitake (Lentinus edodes), de origen asiático, es activo frente a estreptococos y otros microbios causantes de caries dental. Es más, un estudio irlandés demostró que el jugo extraído de un puñado de estas setas compradas en supermercados locales tiene actividad antimicrobiana frente a un 85% de los microorganismos más comunes. A esto se le suma que el año pasado investigadores de la Universidad de Florida (EE. UU.) sacaron a la luz que consumir durante un mes 100 gramos diarios de setas shiitake reduce la inflamación y fortalece el sistema inmune, especialmente los linfocitos T. Gran parte del potencial terapéutico de esta seta se debe al polisacárido lentinan, una molécula que últimamente apunta maneras para convertirse en nueva aliada contra el cáncer.


Otra seta que se suma a la batalla antitumoral es el yesquero multicolor o cola de pavo que crece en los troncos de los árboles después de la lluvia. Uno de sus compuestos, el polisacaropéptido (PSP) por sus siglas en inglés, consigue aniquilar al 100% de las células de cáncer de próstata en roedores, según demostraron Patrick Ling y sus colegas de la Universidad de Queensland (Australia) en un experimento publicado en 'PLoS ONE'. Y todo sin efectos secundarios. Si resulta tener la misma eficacia destructiva en humanos, no hay dudas de que pasará a formar parte pronto del arsenal de los oncólogos.


Por otra parte, tampoco es mala idea incluir el champiñón ostra en la dieta, sobre todo si eres diabético. Un estudio indio de la Universidad Karunya reveló que el extracto de este hongo reduce los niveles de glucosa, el colesterol y los triglicéridos. En la misma línea, científicos de la Universidad de Illinois (EE. UU.) demostraron hace una década que la mayoría de las setas comestibles contienen quitina y beta-glucanos, dos fibras que ayudan a mantener el colesterol bajo y el corazón sano como un roble.


Si en otoño apenas tomas el sol, podrías compensarlo añadiendo setas y champiñones a tus platos. Porque aunque comer hongos no te va a proporcionar un bonito tono de piel bronceado, sí tienen otro efecto saludable similar al de la luz solar: mantienen elevados los niveles de vitamina D. Una vitamina esencial tanto para tener músculos y huesos sanos como para evitar contraer la gripe.


Incluso las setas alucinógenas tienen un lado bueno. Un grupo de neuropsicofarmacólogos estadounidenses descubrió hace poco que una sola dosis del mayor alucinógeno de las setas mágicas, la psilocibina, reduce la ansiedad y la depresión en pacientes que sufren un cáncer mortal. Es más, el efecto positivo persiste incluso seis meses después de recibir la dosis. Tiene sentido teniendo en cuenta que otros experimentos con el alucinógeno revelan que la molécula favorece la formación de nuevas neuronas en el cerebro (neurogénesis) y borra los recuerdos aterradores en roedores.


Con estos datos sobre la mesa, no estaría de más que, a partir de ahora, en lugar de presumir de buena salud afirmando estar sanos como una rosa o frescos como lechugas, nos comparásemos con las setas.

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