Tercer Milenio

En colaboración con ITA

El calor, un peligro para mayores, niños y embarazadas

Los niños presentan mayor riesgo debido a la falta de madurez de algunos sistemas, a su mayor actividad y a su menor tamaño.
Los niños presentan mayor riesgo debido a la falta de madurez de algunos sistemas, a su mayor actividad y a su menor tamaño.
EFE

Ante un verano que ya asoma, las miradas se dirigen a los termómetros. El mes de julio de 2015 fue el más caluroso de la historia, con una temperatura media de 26,5ºC. Más de dos tercios de las provincias estuvieron esos días en alerta por altas temperaturas.


Aragón, por ejemplo, tuvo el aviso rojo en Huesca y Zaragoza, que batió su récord histórico con una temperatura máxima de 44,5ºC, según anunció la Agencia Estatal de Meteorología en esta Comunidad Autónoma. En general, el valor de media mensual en toda España superó en 0,3ºC el registrado en agosto de 2003. El verano pasado, la temperatura mensual media de junio y julio superó prácticamente en 4 grados la media de los últimos 20 años en Huesca y Teruel.


A pesar de ello, la identificación de los fallecimientos es una tarea complicada, salvo por el pequeño número de casos que se deben al golpe de calor. «Solo podemos detectar excesos de mortalidad respecto a la mortalidad esperada. Es decir, podemos cuantificar un aumento, pero no sabemos cuáles de esas muertes fueron debidas al calor y cuáles no», explica Xavier Basagana, investigador del Centro de Investigación en Epidemiología Ambiental (CREAL).


Lo que los científicos sí conocen son los factores que aumentan la vulnerabilidad humana frente a las agresiones ambientales. «Las personas con peor salud y los ancianos poseen menor capacidad de adaptación o respuesta al calor», declara Ferrán Ballester, científico del Centro de Investigación Biomédica en Red Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP). A ellos se unen los niños, que presentan mayor riesgo de enfermedad o muerte debido a la falta de madurez de algunos sistemas, a su mayor actividad y a su menor tamaño.


El investigador, junto a Ana Mª Vicedo-Cabrera, de la Fundación para el Fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica de la Comunitat Valenciana, y Carmen Íñiguez, de la Universidad de Valencia, llevó a cabo un estudio en el área metropolitana de Valencia, publicado en la revista ‘Environmental Research’, sobre otros grupos muy vulnerables al aumento de las temperaturas: las embarazadas y los fetos.


«Las mujeres gestantes pueden ser especialmente vulnerables a sufrir estrés por calor, por una parte debido al esfuerzo físico y mental extra al que están sometidas durante el embarazo, y a que su capacidad para mantener el equilibrio térmico entre su cuerpo y el ambiente se ve más limitada», subraya Ballester.


Según los resultados de su trabajo en Valencia, el riesgo de tener un parto pretérmino durante el último mes de embarazo aumentó un 20% si la madre había estado expuesta a temperaturas extremas días antes del nacimiento. Aunque los científicos no determinaron los mecanismos fisiológicos responsables de este fenómeno, sus hipótesis apuntan a que el calor pudo iniciar un proceso inflamatorio y la secreción de sustancias involucradas en el proceso del parto, como la oxitocina.


Otros estudios recientes realizados en Europa y Norteamérica indican que el calor no solo se asocia con el parto prematuro –considerada la primera causa de muerte neonatal–, sino también con una mayor probabilidad de parir un bebé con bajo peso al nacer, con malformaciones fetales e incluso con la muerte perinatal.

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