Tercer Milenio

En colaboración con ITA

El cuerpo del músico, primer instrumento

Imagen de archivo de una clase en el Conservatorio Superior de Música de Aragón.
Clase en el Conservatorio Superior de Música de Aragón.
Heraldo

Entre los músicos de las orquestas de Inglaterra y Estados Unidos, la técnica corporal más practicada es el método Alexander, que también se imparte en reconocidas escuelas de música de estos países y, desde 2002, en el Conservatorio Superior de Música de Aragón.


Rafael García, profesor de esta asignatura en el conservatorio aragonés y en la Orquesta de Valencia, ha constatado que «el problema es que muchas lesiones de los músicos se gestan en silencio, a través de la repetición y el estrés que sufren determinadas zonas del cuerpo, y se manifiestan en forma de molestia o dolor cuando los tejidos se encuentran sobrecargados». Como el fruto del trabajo del músico es sonoro «y ‘no se ve’, este colectivo suele pasar por alto que el primer instrumento musical es su propio cuerpo y que, si se daña, no es posible hacer música al mismo nivel».


La técnica creada por Frederick Matthias Alexander es «un método de reeducación corporal que tiene especialmente en cuenta la conexión cuerpo-mente», explica. Consiste en «aprender a identificar el funcionamiento erróneo del cuerpo y sustituirlo por otro más natural y equilibrado».


El primer paso es «comprender la importancia de cuidar aquello que nos posibilita hacer música, es decir, otorgarle un valor positivo a tocar en una postura sana y con movimientos libres y bien coordinados». Después, es una cuestión de hábito que incluye la revisión constante de la posición básica al tocar. Trabajar con un espejo «ayuda enormemente». Un interesante ejercicio que García propone a sus alumnos consiste en grabarse un par de minutos en vídeo dos fragmentos musicales diferentes: uno más sencillo y cómodo y el otro más complejo e intenso desde el punto de vista interpretativo. Mirarse a uno mismo con atención ayuda a mantener una buena postura y movimientos libres también en lo complejo.


Y sugiere otra forma de mantenerse atentos a cómo se usa el cuerpo mientras se ensaya: ponerse una alarma en el móvil y así, cada 10 minutos, forzarnos a supervisar cómo estamos colocados y corregir malas actitudes corporales.


Rafael García, doctor en Psicología, recuerda la importancia de comprobar el contexto psicológico en el que estamos haciendo música: «Mente y cuerpo se influencian mutua y constantemente. Las prisas, la preocupación y el estrés nos llevan a tensar más de la cuenta la ‘cuerda’ que es nuestro cuerpo y puede llegar a romperse».

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