Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Cuatro falsos mitos sobre las mentiras

Sobre todo les mentimos a nuestros padres, seguidos de nuestros amigos y hermanos.
Sobre todo les mentimos a nuestros padres, seguidos de nuestros amigos y hermanos.
Alexa LaSpisa

¿Podemos detectar quién miente mirando sus ojos? No. Aunque está muy extendida la idea de que ciertos movimientos oculares indican que alguien está mintiendo, Caroline Watt y sus colegas de la Universidad de Edimburgo (Reino Unido) desmintieron este falso mito en ‘Plos One’. A través de tres estudios ratificaron que no existe relación alguna entre si alguien mira a la izquierda o a la derecha con si dice la verdad o miente. ¿Es más fácil engañar a una persona honesta? Más bien es más sencillo que te pille en una mentira quien acostumbra a decir siempre la verdad. Científicos de la Universidad de Toronto (Canadá) demostraron que las personas honestas son más hábiles detectando mentiras que los embusteros. Cuanto más sincera es una persona, más fácil le resulta identificar quién le engaña –o lo intenta–. ¿Dormir poco nos hace mentir más? Todo lo contrario. Cuando no descansamos lo suficiente somos más propensos a confesar mentiras pasadas que después de un sueño reparador. Este hecho, dado a conocer en la revista ‘Pnas’, tiene un peligro y es que privar de sueño a sospechosos de un crimen les hace más propensos a firmar confesiones falsas, lo que tiene importantes implicaciones para la práctica policial. ¿El amor nos vuelve más honestos? En absoluto. Una investigación reciente de la Universidad de Ámsterdam (Holanda) prueba que la exposición a la oxitocina, la hormona cerebral del amor, relacionada con la empatía, con el vínculo entre parejas y entre padres e hijos, nos empuja a decir el doble de mentiras. Eso sí, siempre y cuando el engaño beneficie de algún modo al grupo. Cuando es la oxitocina la que nos empuja a engañar, en ningún caso lo hacemos por egoísmo. Solo rompemos las normas éticas para ayudar a los seres cercanos. 

¿Cuánto mentimos?
Múltiples estudios han tratado de cuantificar la frecuencia de los embustes. La Universidad de California (Estados Unidos) estimó en un experimento que decimos una o dos mentiras al día, o una mentira en cada tres interacciones sociales. Otro trabajo estadounidense, de la Universidad de Massachusetts, arrojaba datos más drásticos, asegurando que el 60% de los adultos miente al menos una vez en cada diez minutos de conversación. Sobre todo les mentimos a nuestros padres (un 86% admite que lo hace regularmente), seguidos de nuestros amigos (75%) y hermanos (73%).

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