El problema: los naranjos de Valencia, las vides y otros cultivos de alto valor económico corren el riesgo de echarse a perder cada año por insectos causantes de plagas. La solución: tenderles una emboscada muy sexi. La BBC recoge en su web un proyecto made in Spain cuya meta es modificar genéticamente plantas para que produzcan feromonas, las sustancias químicas que emiten los insectos hembra para atraer a los machos. Las plantas con sex appeal se colocarían fuera de las parcelas de cultivo.

Cuando las feromonas son emitidas en grandes cantidades confunden a los insectos macho, impidiéndoles encontrar a las hembras y por tanto reproducirse. Cuentan en BBC que las feromonas ya son usadas para proteger cultivos, pero se sintetizan en el laboratorio a un coste muy elevado. En cambio el nuevo proyecto, denominado Susphire, busca transformar a las propias plantas en biofábricas de feromonas. Plantas que, además de sexis, serían asesinas, porque una vez tuvieran a los insectos entre sus garras (o sus pétalos), los agricultores aprovecharían para matarlos. Un arma potente y bastante respetuosa con el medio ambiente.

Uno de los insectos que los científicos intentan combatir con las plantas sexis es una plaga de los cítricos llamada cotonet. Se trata de insectos hemípteros que succionan y producen un algodoncillo en la planta. "Lo que secretan estos insectos son azúcares que provocan la invasión luego por hongos y al final la planta termina muy afectada y se pierden producciones aquí en España", explican los investigadores.