Se llaman District Heating. Son potentes centros de generación de calor que se distribuye a varios edificios. Los District Heating de BioCurve, compuestos por calderas de condensación de biomasa, generan calor ecológico y barato. “Son ideales para complejos hoteleros o urbanizaciones”, cuenta Ignacio Quílez, director comercial de Biocurve, la empresa aragonesa que ha suministrado el primer District Heating con calderas de biomasa de condensación en el País Vasco, con 300 kW y alojado en un contenedor de tan solo seis metros de largo, que sustituye al habitual cuarto de calderas. Lo mejor, además del poco espacio que ocupan, es que obtienen el calor de la quema de residuos forestales y de empresas que trabajan la madera. Es la biomasa, cien por cien renovable.

La biomasa sólida suele tener origen vegetal; proviene de residuos herbáceos (arundo, miscanthus...), frutales (hueso de aceituna, cáscaras de almendra...) o leñosos (astillas, troncos o péllets). Las calderas de Biocurve utilizan sobre todo péllets de madera, que se producen sometiendo el serrín a gran presión con una extrusora. “Su poder calorífico es similar al de la leña, pero los péllets permiten un almacenamiento, transporte y dosificación extraordinarios -aclara Quílez-. En su combustión se alcanzan fácilmente los mil grados centígrados, energía que se ha de ceder al agua de la calefacción”.

La condensación que ha distinguido a Biocurve en el mercado se produce después, cuando el vapor contenido en los humos baja tanto de temperatura que se licúa y no se desperdicia calor alguno. Otros tipos de calderas sacan humos por sus chimeneas a ciento veinte grados; las de Biocurve los sacan a cuarenta y cinco.

Pero hay algo más. El hecho de que Biocurve sea uno de los dos únicos fabricantes europeos de calderas de condensación de biomasa se debe a que pocos pueden competir con él. “Los tubos del intercambiador de las calderas se hacían rectos; y así los siguen haciendo. Pero nosotros empezamos haciéndolos curvos, en espiral, y hemos ganado un montón en espacio y eficiencia”. Ignacio Quílez lo explica con la satisfacción de haber recibido por ello varios premios, recientemente el 'Seal of Excellence' de la Unión Europea, que reconoce los proyectos europeos más innovadores y prometedores del continente.

“Condensación, alto rendimiento, bajo consumo eléctrico y poco espacio” son las cartas que Biocurve ha jugado en el mercado de la calefacción ecológica. Hace nueve años empezó a desarrollar sus calderas de condensación de biomasa “para proporcionar calor de forma económica, eficiente y respetuosa con el medio ambiente”, indica Quílez. Hoy, suministran equipos de calor a más de siete países desde Zaragoza. Sus clientes se benefician de un ahorro superior al 20% en el gasto de combustible, en relación a una caldera de gasoil.

“La biomasa es competitiva, claro que sí”, asegura Quílez. Pero las ayudas a la expansión de esta energía son pocas, salvo en Galicia, claro, donde hay mucha masa forestal e industria maderera. “El ahorro, ecológico y económico, se nota más frente al propano que con respecto al gas natural; por eso nuestras calderas se instalan más en zonas rurales, donde el gas natural se ha extendido menos”. Las actuales calderas de Biocurve pueden alcanzar un rendimiento del 105%.

Su categoría es la más alta del mercado. Son las únicas calderas de condensación de biomasa que logran los 100 kW. En breve, en abril de 2017, entrará en vigor el Reglamento Europeo de Etiquetado Energético para el que Biocurve está más que preparada, con una certificación A++ que evidencia un rendimiento excepcional con un consumo eléctrico mínimo. Surgirán más fabricantes, augura Ignacio Quílez, pero entonces “los clientes podrán comparar y decantarse por la eficiencia”.