Cuando Pedro Almodóvar decide embarcar a un grupo de estrafalarios pasajeros en un avión que viaja de Madrid a Ciudad de México el resultado no puede ser otro que una ‘movida’ de altos vuelos de lo más desinhibida. Más si cabe, si encomienda la misión a una tripulación de lo más esperpéntica, y que no duda en drogar al pasaje para hacer más llevadero el trayecto. El problema de estas líneas aéreas, y del cine en general, es que les vale casi cualquier cosa para (afirmar) conseguir los efectos deseados. Y claro, a veces el efecto más evidente e inmediato es ‘colocar’ un gazapo. Por suerte ‘Que la ciencia te acompañe’ tiene la solución para superar este colocón.

El diálogo

–¡Ay, estoy hablando demasiado! ¿Qué le habéis puesto a este cóctel? –preguntó la diva Norma Boss.

–¡Ah!, pues benjamines de champán, zumo de naranja de bote, un chorrito de ginebra... Todo eso mezclado con una sobredosis de mescalinas- respondieron a coro Joserra, Fajas y Ulloa, los tres azafatos.

–¿Mescalinas?

–Enteras –puntualizó uno de ellos.

–¡¿Me habéis emborrachado y me habéis drogado para que hable?!!

–¡No, qué va!

–¡¿Pero cómo he podido confiar en vosotros?!

–Hemos puesto las mescalinas para que te sintieras mejor ¿Tú no notas que estás menos cardo?, ¿que te gusta la gente? –intervino uno de los azafatos.

–O que estás cachonda, que es otro de sus efectos –puntualizó su compañero.

-Ir al suplemento Tercer Milenio