No hace falta sentarse cara a cara con alguien para que nos genere atracción. Hay voces que, directamente, nos encandilan. Voces que resultan terriblemente magnéticas, muy sexis. Preferentemente voces profundas si nos interesa el género masculino, y voces agudas cuando nos atraen las mujeres. Hasta ahí, nada nuevo. Pero, ¿por qué?

Expertos en Fonética y Lenguaje del University College de Londres (Reino Unido) se hicieron la pregunta y encontraron la respuesta. Resulta que escuchando la voz de una persona o de un animal, nuestro cerebro directamente calcula su tamaño en función de la frecuencia del sonido. Sonidos de baja frecuencia se asocian mentalmente con cuerpos voluminosos, dominancia e incluso una posible amenaza. Sin embargo, al escuchar frecuencias altas rápidamente deducimos que su emisor tiene un tamaño pequeño, es amable y hasta dócil.

Para realizar sus pesquisas, los investigadores pidieron a un grupo de voluntarios que escucharan una voz del sexo opuesto que había sido modificada en tres aspectos: frecuencia, calidad de voz y lo que se conoce como "distancia entre formantes", es decir, los picos de intensidad en el espectro de un sonido De este modo comprobaron que los hombres preferían voces femeninas agudas y susurrantes, como la de Marilyn Monroe, mientras que a ellas les atraían más las voces masculinas con tono grave y una corta distancia entre formantes, es decir, generadas por alguien corpulento.

"Pese a que hemos desarrollado un lenguaje complejo, los humanos aún usamos estrategias de interacción vocal propias de las llamadas de los animales", concluían los autores en la revista 'PLOS One'.