Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Por qué me cuesta más dormir a medida que cumplo años

Hay una base biológica que explica por qué los niños descansan tan bien y a los mayores les cuesta conciliar el sueño.

Los ciclos sueño-vigilia de los niños funcionan a la perfección
Los ciclos sueño-vigilia de los niños funcionan a la perfección
Frans Persoon

¿A quién no le gustaría descansar cada noche como un crío? Parecen tan relajados, tan profundamente dormidos. Y realmente lo están. Sus ciclos sueño-vigilia funcionan a la perfección. Las manecillas de su reloj interno -situado en el núcleo supraquiasmático (NSQ)- parecen ajustadas por un relojero. Lástima que la edad las trastoque y nos cueste más descansar a medida que soplamos velas.

No es solo un problema de los humanos: a otros mamíferos también les pasa. Y aunque mal de muchos consuelo de tontos, no está de más entender las bases biológicas de este fenómeno. En condiciones normales, el reloj interno debe reiniciarse al despertarnos, cuando nos exponemos a la luz, y empezar a contar desde ese momento un ciclo de aproximadamente 24 horas. Sin embargo, hay ocasiones en las que ese reseteo no se lleva a cabo correctamente. Y ahí empiezan los problemas.

Un equipo de neurofisiólogos de la Universidad de Kent (EE. UU.) sacó a la luz el mes pasado que el botón 'reset' del reloj biológico contiene un receptor de glutamato (NMDA en la jerga química) que sufre los estragos de la edad y altera su configuración a medida que envejecemos. Eso supone una pérdida de sensibilidad a la luz. Los ritmos circadianos se trastocan. Y puede suceder que nos pasemos el día dormitando y se nos abran los ojos como platos al caer la noche sin razón aparente.

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