Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Cuanto más humano parece un robot, más te inquieta

Al reto de lograr que las máquinas tengan inteligencia se suma otro: que no nos causen repulsión sino empatía.

Un robot con 'cara humana' nos genera cierta incomodidad
Un robot con 'cara humana' nos genera cierta incomodidad
NTU Singapore

Que un robot con aspecto humanoide te genere una sensación turbadora tiene un nombre: valle inquietante. Es como se denomina a la reacción humana de desconcierto o rechazo ante un ente no humano semejante a nosotros. Y es totalmente normal, según explica Mar Gulis, el equipo de divulgadoras del CSIC que está detrás del blog 'Ciencia para llevar'. De hecho, al reto por todos conocido de lograr que las máquinas tengan inteligencia se suma otro menos conocido pero igualmente desafiante: ganar la batalla de la empatía con el ser humano, es decir, conseguir que ese robot que tendremos enfrente el día de mañana no nos provoque repulsión. Resulta que, según la hipótesis de Mori, si un robot (como R2-D2, de Star Wars) no es muy similar a la apariencia física externa humana se consigue una cierta empatía por parte del ser humano. Pero a medida que se asemeja aún más, de repente la aceptación cae súbitamente (creando ese ‘valle’). Por eso cuando vemos un robot con una ‘cara humana’ o actores y actrices ‘resucitados’ (Carrie Fisher en 'Rogue One') nos generan cierta incomodidad. Si el parecido sigue aumentando, la empatía vuelve a aumentar, salimos del valle y, finalmente, la repulsión desaparece cuando el parecido es casi total o idéntico y el ser humano es indistinguible del ser robótico.

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