Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Geología. Imagina lo imposible

En tiempos de un claro calentamiento global, te invitamos a pensar en un Pirineo de hielo. En valles ocupados por inmensos glaciares. En unas montañas más parecidas a los Alpes o al Himalaya donde el frío fue el único rey y la nieve y el hielo el único vestido de la roca.

Valle glaciar de Pineta, modelado en el pasado por el glaciar del Cinca
Valle glaciar de Pineta, modelado en el pasado por el glaciar del Cinca
Geoparque Sobrarbe-Pirineos

La historia de la Tierra es una sucesión de periodos de clima frío alternándose con otros de clima más cálido. Y nuestro planeta, en cuestión de frío y calor ha visto casi de todo. El globo llegó a estar completamente recubierto de hielo hace más de 700 millones de años. Y durante decenas de millones de años, en el Mesozoico, ni un triste cubito de hielo se podía encontrar en la superficie terrestre debido al calor reinante.

Extremos aparte, desde que el Pirineo existe también ha visto climas muy distintos. En los últimos 2,5 millones de años, a lo largo del Cuaternario, las fases frías (también denominadas glaciares) y las cálidas (interglaciares) se han ido sucediendo en el tiempo. Durante las fases frías se agudizaban las precipitaciones de nieve en invierno, mientras que el verano era de temperaturas suaves. Este hecho produjo una acumulación sucesiva de nieve en las altas montañas. La carga de la nieve nueva sobre la vieja compactaba a esta última transformándola en hielo. Y, a partir de un cierto espesor de hielo, este comenzaba a fluir lentamente valle abajo movido por la gravedad constituyendo un glaciar.

Los glaciares, auténticos ríos de hielo, cubrieron la totalidad de los altos valles del Pirineo central. La última vez fue hace tan solo 60.000 años, en términos de tiempo geológico ‘antesdeayer’. A ellos debemos el espectacular paisaje de la alta montaña pirenaica y es muy fácil reconocer sus huellas aunque apenas nada quede de ellos. La erosión que realizaron dio lugar a crestas afiladas, picos agudos, circos y cubetas donde hoy se alojan los ibones. También valles en forma de artesa, con paredes verticales y fondos amplios y llanos. La de Pineta, modelada por el glaciar del Cinca en el Geoparque de Sobrarbe-Pirineos, es una de las más espectaculares de la cordillera.

Como si de grandes cintas transportadoras se tratara, los glaciares acarrearon toneladas de sedimentos que ellos mismos habían arrancado y las fueron depositando a modo de cordones laterales y frontales llamados morrenas. La de Senegüé, que formó el glaciar del Gállego entre Sabiñánigo y Biescas, es una de las más famosas y fáciles de ver, pero la alta montaña está llena de estas morfologías que nos permiten reconstruir las dimensiones de los antiguos glaciares, establecer la máxima extensión que alcanzaron y definir las distintas fases de su retroceso.

Paisajes inconcebibles

Nos enfrentamos con la imaginación a paisajes inconcebibles hoy en día. Con los grandes valles pirenaicos surcados por glaciares de entre 20 y 40 kilómetros de longitud, la vida se retiró al Sur. Si volvieran esos glaciares, de Hecho, Castiello de Jaca, Senegüé, Sarvisé, Salinas o El Run hacia el Norte, todos los pueblos hoy existentes yacerían sepultados bajo centenares de metros de hielo. En términos climáticos, cualquier tiempo pasado no fue mejor.

Investigar cómo ha cambiado el clima del pasado no solo nos abre ventanas a paisajes asombrosos. También nos permite entender cómo los ecosistemas y los agentes geológicos varían al compás de los climas. Solo así podremos valorar a qué nos enfrentamos en el contexto del cambio global actual. En el futuro, nuevos enfriamientos del clima podrían retornarnos a un Pirineo glaciado. Pero eso ya es otra historia…

Ánchel Belmonte Ribas Geoparque Mundial de la Unesco Sobrarbe-Pirineos

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión