Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Me siento bien cantando en grupo

Existe un fundamento científico que explica por qué nos satisface corear canciones, y hasta villancicos, junto a otras personas. La evolución y la cooperación tienen mucho que ver.

Formar parte de un coro es un hábito saludable
Formar parte de un coro es un hábito saludable

Si en las últimas Navidades te lo pasaste pipa cantando villancicos en familia o coreando con tus amigos las canciones que sonaban en la fiesta de Nochevieja, no te avergüences. Unir tu voz a la de otros para cantar en grupo te aporta una dosis extra de felicidad y salud mental. Es más, según una nueva investigación realizada en la Universidad de East Anglia (Reino Unido), tanto si tienes voz de tenor como si desafinas, formar parte de un coro puede hacer besar la lona a la depresión y la ansiedad.

Existe un fundamento científico. Todo apunta a que la música surgió como una herramienta al servicio de la vida social. Si el cerebro responde con sumo placer al cantar junto a otras personas es porque hemos evolucionado para recibir una recompensa cuando nos unimos a nuestros congéneres y cooperamos. La música es universal precisamente porque favorece la cohesión del grupo. Algo esencial teniendo en cuenta que la unión hace la fuerza y aumenta las opciones de sobrevivir.

A esto se le suma que cantando conseguimos mejorar la capacidad respiratoria, la tensión muscular y la postura, a la vez que se reducen los problemas respiratorios. Incluso parece que los cantos corales ayudan a modular el sistema inmunitario y la respuesta al estrés.

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