No hace falta vestir bata blanca ni aprobar una carrera. Científicos ciudadanos voluntarios rastrean la incidencia de la gripe, siguen la pista al mosquito tigre o vigilan la calidad del agua de los ríos.

Esta nueva tendencia abierta a la participación ciudadana se abre paso. Sumar es clave: potencia de cálculo gracias a la computación distribuida; cabezas en experimentos colectivos; ojos atentos a reconocer galaxias, proteínas, células cancerosas, manchas solares… para colaborar, ya sea conscientemente o casi sin darse cuenta -jugando-, con una investigación; granos de arena de información para nuevas bases de datos masivos de los que extraer inteligencia...

La ciencia ciudadana está en auge en el mundo y en España. Con un doble impacto: el científico y el social. Claramente, esta nueva fórmula está transformando la relación entre la ciencia y la sociedad porque el científico ciudadano se implica y se acerca a la ciencia desde un ángulo que le incluye. Para entender el alcance de esta transformación, la Fundación Ibercivis pone en marcha el Observatorio de la Ciencia Ciudadana en España, una iniciativa, cofinanciada por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología y el Ministerio de Economía y Competitividad, que tomará forma a lo largo de este año.

Como primera medida, se quiere saber quién hace qué, porque «el rápido crecimiento de este tipo de iniciativas no está siendo coordinado ni ordenado», indica Fermín Serrano, de Ibercivis, responsable del Observatorio. Se estima que entre 100 y 150 grupos de investigación han hecho algo, pero «no hay todavía un listado». Uno de los retos es delimitar qué es y qué no es ciencia ciudadana . «Interesa una ampliación deliberada del concepto», aclara, incluyendo desde proyectos escolares a voluntarios que colaboran en investigaciones, astrónomos aficionados o gente que financia la ciencia por ‘crowdfunding’. Y no solo interesan proyectos, también quienes colaboran, financian o divulgan.

Con una fórmula de crowdmapping, se está invitando ya a todos esos actores de la ciencia ciudadana a autoposicionarse en el mapa de la ciencia ciudadana e incorporar su información a la base de datos. Así, se podrán geolocalizar las iniciativas, analizar el panorama en tiempo real (número de usuarios por proyecto, proyectos por disciplina, impacto en redes sociales…) y se revelarán las tendencias actuales en ciencia ciudadana.

El Observatorio de la Ciencia Ciudadana identificará a los actores (grupos de investigación, programas de financiación, iniciativas ciudadanas, espacios físicos, ONGs…), analizará el estado del impacto de cada práctica en el tándem ciencia-sociedad, promoverá la adopción de las mejores prácticas y sentará las bases para un seguimiento continuado de la ciencia ciudadana en España.Un mapa en permanente construcción

Desde ciencia-ciudadana.es se da acceso a un repositorio catalogado de proyectos y grupos españoles a partir de un mapa en permanente construcción. Los visitantes pueden realizar búsquedas temáticas de experimentos de ciencia ciudadana. Pero, además de permitir visualizar quién hace qué y dónde, un conjunto de herramientas de acceso abierto facilitará la comprensión de los distintos impactos de la ciencia ciudadana, ya que el objetivo último es comprender cómo está influyendo en la cultura científica de nuestro país.

El Observatorio de la Ciencia Ciudadana en España que da ahora sus primeros pasos -el próximo martes se presenta en Madrid, en la sede de la Fundación Cotec- cuenta con el apoyo de Heraldo de Aragón como medio colaborador. A partir de hoy, la edición digital del suplemento Tercer Milenio cuenta con una sección dedicada a la ciencia ciudadana donde iremos dando a conocer diferentes iniciativas abiertas a la participación directa del ciudadano.

Con la colaboración del Observatorio de la Ciencia Ciudadana en España.

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